En todo el mundo campean las enfermedades, las inundaciones, los terremotos, los tifones, entre otros fenómenos desastrosos de la naturaleza que afectan a los seres humanos y causan gran destrucción.
Afortunadamente, en tan graves situaciones no faltan los actos generosos de solidaridad y apoyo de parte de países de las diversas latitudes. La República de China con asiento en Taiwán es una de las primeras naciones que acuden a socorrer a las víctimas de los mencionados sucesos, víctimas que, por lo general, suman miles y, en ocasiones, también millones. Es más, las carencias de lo indispensable y vital no se hacen esperar, tales como alimentos, servicios médico-hospitalarios, medicinas, agua potable, energía eléctrica, servicios de comunicación, ropa, viviendas, etcétera. La progresista y muy admirable nación isleña del sudeste asiático, aun cuando no se le ha dado oportunidad de pertenecer, al menos por ahora, en los más importantes organismos internacionales, principiando por la ONU, por la OMS, entre otros, con despacha con oportunidad y urgencia considerables cantidades de productos vitales, equipos humanos (incluso hasta «chuchos» amaestrados para husmear en los escombros), científicos y de alta tecnología. Empero, infortunadamente, la participación de Taiwán en los diferentes asuntos que se suceden a escala internacional ha sido bastante limitada, explicable como consecuencia lógica y directa de la incomprensión y de los inconfesables compromisos de los regímenes gubernamentales que dan la impresión de sometimiento a determinados intereses. ¡Son oportunistas y calculadores!… Inmediatamente después de que Ma Ying-jeou tomó posesión de la Presidencia de China Libre, o sea Taiwán, en 2008, dio inicio una política de flexible diplomacia, la cual ha comenzado a dar óptimos frutos que infunden optimismo, tal el caso, por ejemplo, de que el «Pequeño Gigante Asiático», por vez primera recibió una invitación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para participar en calidad de «observador oficial» en la reunión de la Asamblea Mundial de la Salud (AMS), celebrada en 2OO9. Se ha dicho oficialmente que Taiwán, cuyas supremas autoridades, dada su sensibilidad profundamente humana, en todo momento ha estado dispuesta a prestar su más amplia y oportuna cooperación posible a los países del orbe sin discriminación alguna, o sea a los desarrollados o superdesarrollados, así como a los que aún no se han despojado de los «caites» del subdesarrollo, verbigracia algunos de las regiones del Pacífico, de ífrica, de Oceanía y de nuestra convulsa América. La condescendencia con el coloso continental del Asia; es decir, con la China comunista, que viene dando expresión internacionalmente a su mejor conveniencia al concepto «mutatis mutandis», no propiamente en lo político-ideológico, sino más bien en cuanto a lo económico o comercial, da la idea de que cierta gente empingorotada actuante en los círculos de gobierno de algunos países que, como «sin querer queriendo», han pretendido relegar al aislamiento a la República de China; sin embargo, las relaciones taiwanesas de franca amistad, diplomáticas, comerciales y de todo orden, lejos de menguar progresan y se fortalecen. Pueblos como los de Haití, de Indonesia, de Filipinas, de Chile, de Perú, de Nicaragua, de Guatemala, entre otros, basta decir para ahorrarnos citas, que en los diversos continentes se reconoce la filantropía, el humanismo que esencialmente significa el espíritu de solidaridad y ayuda que brinda la República de China (Taiwán) a los pueblos sin distingo alguno. Pueblo y gobierno del próspero estado libre, soberano e independiente de la China que fundó Sun Yat-sen en 1911, cuya sede se trasladó a la isla de Taiwán con el heroico ejército del generalísimo Chang Kai-shek tras el asalto del poder en la China continental por las huestes comunistas de Mao Tse-tung, abogan ante el mundo por que los organismos internacionales admitan en su seno a Taiwán, a efecto de estar en condiciones de participar en las justas y hermosas causas de la humanidad con igual o mayor efectividad que hoy que virtualmente se le ha marginado incomprensible e injustificadamente. Y… lo que más cuenta para los taiwaneses es ¡FACTA NON VERBA!!!