Posiblemente usted recuerde que el sábado 15 anterior publiqué un artículo respecto a que los demás diarios impresos ni sus columnistas han apoyado la campaña que ha emprendido el Director General de La Hora para contribuir a evitar que persista la ola de violencia criminal que tiene atemorizados a la mayoría de los guatemaltecos, ante la pasividad del Gobierno.
A raíz de ese artículo he recibido correos electrónicos de distintos lectores que proponen ideas, aparentemente simplistas, para que los ciudadanos de a pie contribuyamos a evitar que se incrementen los índices de violencia en general, mediante la adopción de actitudes de comprensión, tolerancia, respeto mutuo y otros aspectos que pueden ser útiles para que no siga encrespándose la ira reprimida o desafiante que se registra cotidianamente en el diario convivir de los habitantes de los centros urbanos.
Me dice uno de mis contados lectores que los guatemaltecos respetuosos de la Ley deberíamos comenzar a vivir pacíficamente mediante nuestro comportamiento en la conducción de los vehículos en que nos desplazamos por carreteras, calzadas y calles, en lo que respecta a que cuando «llevamos la vía» -para decirlo de modo popular- y el tránsito de automotores es intenso, cedamos el paso a dos o tres vehículos cuyos conductores intentan infructuosamente incorporarse a la arteria principal. Nos detendremos dos o tres minutos y no avanzaremos unos 25 metros por de pronto, pero si se generaliza esa actitud de amabilidad y cortesía, se agilizará el tránsito vehicular y nosotros mismos seremos beneficiados para llegar a nuestro destino.
Otro amigo señala que los pilotos que pretenden arribar a tiempo y de cualquier manera a sus compromisos laborales o de otra índole, deben respetar la fila de los carriles en los que se conducen los automovilistas que acatan las normas y el derecho ajeno, y no deben ocupar abusiva e ilegalmente el carril en sentido contrario, porque seguramente al llegar a un entronque ese lugar se convierte en un cuello de botella que perjudica a todos los que se conducen en automotores.Â
También sugiere que los que manejan o van de pasajeros de vehículos no arrojen basura hacia la vía pública, que sean respetuosos de los conductores de la tercera edad, algo que, al igual que lo señalado en párrafos atrás, es sumamente difícil que acaten voluntariamente los pilotos de autobuses del transporte colectivo y de otros vehículos pesados. Además, recomienda que se adopte el sistema de «uno por uno», es decir, en sitios de tráfico intenso y en horas pico donde confluyen calles y avenidas sin semáforos o donde se realizan trabajos en la vía pública, que pase un vehículo que va en un carril y luego circula otro que va en el carril cercano, y viceversa, no sé si me explico.
Los automovilistas y todos los guatemaltecos deberíamos adoptar un comportamiento cortés, para aspirar a convivir en paz y armoniosamente, y quizá de esa manera, sin necesidad de la fuerza coactiva del Estado, iniciemos una nueva etapa ajena a la hostilidad y la agresividad entre nosotros mismos. Digo, pues.
(El neurólogo Romualdo Tishudo cuenta que a causa de la tensión originada por el caótico tránsito vehicular, muchos automovilistas en vez de padecer de migraña ya sufren de bigraña).