Los dos son venezolanos, los dos se apellidan Ramírez, y uno de ellos, «Carlos El Chacal», aconseja al otro, que lo encarna en el filme «Carlos», que no deje que «la gloria de Hollywood» lo maree. Edgar Ramírez no responde, pero parece tener los pies bien en la tierra.
«No dejes que la gloria efímera al estilo de Hollywood te maree. El reconocimiento mediático es pasajero», escribe Ilich Ramírez Sánchez, alias «Carlos, el chacal», desde la cárcel en las afueras de París donde cumple cadena perpetua desde 1997 por tres asesinatos cometidos en París en 1975.
En su misiva, el hombre de 60 años que estuvo en el centro de la historia del terrorismo internacional entre los años 1970 y 1980 le pide al hombre que lo interpreta en «Carlos, el terrorista que hizo temblar al mundo», la serie televisiva y película de Olivier Assayas, que no se preste a la «propaganda».
Edgar Ramírez, de 32 años, cuya actuación sedujo a Cannes, optó por no responder a su compatriota, subrayando que el filme de Assayas es una ficción que no busca contribuir a un debate histórico o ideológico.
Tras una fiesta el miércoles por la noche en Cannes para celebrar el filme, Canal , coproductor de la saga, divulgó un comunicado al que se asocian Ramírez y Assayas, señalando que el filme «es una ficción que encarna el punto de vista de un gran autor a partir de hechos históricos».
En una entrevista con la AFP en Cannes, el actor, que se muestra afable, sencillo, simpático, insistió que «Carlos» es una ficción basada en entrevistas, documentos, que «trata de descifrar al hombre detrás de la leyenda», su «obsesión por entrar en la historia», sin caer en estereotipos.
«Explora la relación entre el poder y el sexo, el amor y el dinero, la ternura, todos ellos elementos que pertenecen al tejido de nuestras emociones, como seres humanos. Y Carlos no escapó de ese manejo de las emociones. Y eso me atrapó», declaró.
«Me siento intrigado por personajes que son llevados al límite, cuya naturaleza es puesta a prueba. Y Carlos es uno de esos personajes, lleno de contradicciones, de claroscuros. Creo que no hay blanco y negro en los seres humanos, sino que lo que nos define a todos son los matices», insistió.
Subrayó que la película de Assayas le abrió una «oportunidad maravillosa»: la de explorar «una naturaleza humana de una manera totalmente desprejuiciada, con una fascinación real por la condición humana».
Aunque le parece «muy emocionante» estar en Cannes y ser parte de la celebración, de la «fiesta más importante del cine en el planeta», Ramírez parece mantener la cabeza fría y los pies en la tierra, incluso tras los elogios, que han sido unánimes, a su actuación, calificada de «alucinante» por críticos franceses.
Tras haber trabajado en Hollywood, y después de terminar «Carlos», filmada en siete países, Ramírez sigue viviendo en Caracas y dice que «quiere tomarse un tiempo» antes de pensar qué desea hacer. «No tengo prisa», dijo.
«Obviamenente es un privilegio estar en Cannes, como latinoamericano, con una película europea que ha tenido tan buen recibimiento de prensa y crítica», señaló el actor, que trabajó en «Ché», junto con Benicio del Toro, y también con Matt Damon en «The Bourne Ultimatum», en el que interpreta a uno de los asesinos entrenados por la CIA.
El actor contó a la AFP que había empezado a trabajar en cine por consejo de un profesor que tuvo cuando estudiaba en México, que le sugirió que se presentara para un papel en «Amores Perros», del realizador mexicano Alejandro González Iñárritu.
El profesor, dijo, era Gonzalo Arriaga, autor del guión de esa película, que triunfó en Cannes hace diez años.
«En esos momentos no seguí su consejo, pero lo hice después», dijo el actor, recordando que su primer papel en el cine fue el un soldado colombiano en medio de la frontera entre Colombia y Venezuela, llamado Pedro Peinado. El filme, que transcurre en una villa miseria venezolana, es una adaptación de «Cyrano de Bergerac», del francés Edmond Rostand.
Otra coincidencia en esta historia: González Iñárritu presentó el lunes en Cannes «Biutiful», con Javier Bardem, que es su primera cinta tras su abrupto corte con su guionista estrella, Gonzalo Arriaga.
Y tres días después fue Edgar Ramírez quien se robó el show en Cannes.