Tratados de libre comercio, ¿a quiénes benefician?


Europa y América Latina dieron esta semana un fuerte impulso a sus tratados de libre comercio, que sus defensores creen que potenciará el desarrollo económico, frente a las advertencias de que ampliarán la desigualdad social latinoamericana y amenazarán a los agricultores de ambas regiones.


El crecimiento económico está «en la apertura, en la liberalización y no en las fronteras», sostuvo este martes el presidente del gobierno español, José Luis Rodrí­guez Zapatero, al abrir la cumbre eurolatinoamericana en Madrid.

España, que preside este semestre la Unión Europea (UE), cerrará esta cumbre habiendo cumplido sus objetivos comerciales con América Latina: la conclusión de tratados de libre comercio (TLC) con Centroamérica, Colombia y Perú y la reanudación de las tratativas para un acuerdo del mismo corte con el Mercosur.

Pero ese balance está lejos de reunir un entusiasmo generalizado en ambos continentes, empezando por el Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay).

La presidenta argentina, Cristina Kirchner, dejó claro en Madrid que las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur que se reanudarán en julio serán muy difí­ciles si Bruselas no corrige su polí­tica de ayudas agrí­colas, que penalizan la libre competencia y por tanto a los productores latinoamericanos.

Las tratativas deberán pasar por una revisión del «proteccionismo en toda su extensión», incluidos «los subsidios a las producciones», lanzó Kirchner junto a Zapatero, cuyo paí­s es el segundo mayor beneficiario de las ayudas agrí­colas de la UE.

Las divergencias están servidas, teniendo en cuenta que diez de los 27 paí­ses de la UE, a la cabeza de ellos Francia, que está «dispuesta a una crisis» en Europa por defender los subsidios agrí­colas, rechazan de plano negociar con Mercosur.

En un momento en que los agricultores europeos «atraviesan una de las crisis más graves que han conocido en los últimos 30 años», esa iniciativa «no es razonable», arremetió el ministro francés de Agricultura, Bruno Le Maire.

Si bien está por ver cuál será el desenlace de esas negociaciones, no va a haber en principio marcha atrás para los TLC que Europa firmará el miércoles con Centroamérica, Perú y Colombia.

Desde asociaciones internacionales hasta cooperativas de caficultores guatemaltecos, la oposición creció en las últimas semanas para denunciar estos acuerdos que «amenazan a los productores pequeños y medianos de ambos continentes».

«Los únicos beneficiarios son las transnacionales especializadas en la distribución y transformación y los exportadores, no los agricultores de América Latina o la UE», criticó este martes la asociación Ví­a Campesina Internacional.

El tratado atentará «contra nuestra dignidad y deja desprotegidos los intereses nacionales, particularmente los de los pequeños productores del campo, lo que pone en grave peligro a un sector estratégico para nuestro paí­s: su agricultura», protestó a principios de mes la Coordinación de Organizaciones No Gubernamentales y Cooperativas (CONGCOOP) en Guatemala.

Según un informe encargado a una consultora independiente por la propia Comisión Europea (ejecutivo de la UE), los TLC con Colombia y Perú pueden tener «impactos negativos» en la pobreza y el medio ambiente y atizar los conflictos sociales en la región andina.

El documento, difundido en junio pasado por varias ONG, avanzaba que con un escenario de «liberalización moderada», la contribución del TLC al Producto Interior Bruto (PIB) de Colombia y Perú equivaldrí­a en 2018 al 0,6%, y 0,3%, respectivamente, y cero para la UE.

No obstante, los nuevos intercambios comerciales supondrí­an para Europa, en 2018, unos 2.700 millones de euros en ingresos reales, frente a 1.200 millones para Colombia y únicamente 436 millones para Perú, siempre de acuerdo con ese informe.

Bolivia, participante en el arranque de las negociaciones con Perú, Colombia y Ecuador (todos ellos miembros de la Comunidad Andina), dio en 2008 el portazo a Europa al estimar que el acuerdo sólo recogerí­a las reglas del libre comercio. Quito le siguió unos meses después.

El presidente boliviano, Evo Morales, se refirió el martes en Madrid a las «diferencias ideológicas» que distancian a su gobierno de los paí­ses «de corte capitalista», reafirmando su decisión de mantenerse al margen de un acuerdo con Europa.

Pero Chile, que junto a México es el único paí­s latinoamericano que ya tiene un TLC con la UE, hace un balance satisfactorio.

«Chile predica y practica el libre comercio. Tenemos acuerdos con 56 paí­ses, sólo comparable a México e Israel. Nos ha ido muy bien con el libre comercio», dijo su presidente, Sebastián Piñera, para el que el librecambismo «a la larga, expande la riqueza y las oportunidades de todos».