La Iglesia de Brasil se prepara para acoger el 9 de mayo al Papa Benedicto XVI, que en su primera visita a América Latina impartirá orientaciones teológicas y pastorales a obispos de 22 países que concentran a casi la mitad de los católicos del mundo.
Benedicto permanecerá tres días en Sao Paulo y luego viajará 185 km hacia el Santuario Nacional de Nossa Senhora de Aparecida, en el mismo estado, en donde el 13 de mayo abrirá la V Conferencia del Episcopado de América Latina y el Caribe, la cual deliberará hasta el 31.
El Pontífice llegará a Sao Paulo el 9 de mayo y en los dos días siguientes se reunirá con las jerarquías católicas locales y celebrará dos encuentros multitudinarios, según la agenda divulgada por la Iglesia brasileña.
El 10 de mayo se encontrará con jóvenes en el estadio de fútbol Pacaembú y al día siguiente dará una misa en el aeródromo de Campo de Marte, en eventos en los que la Iglesia busca congregar a al menos dos millones de personas.
La noche del viernes 11 volará hasta Aparecida, una pequeña ciudad del interior de Sao Paulo, cuyo gigantesco santuario rinde culto a Nossa Señora de Aparecida, la patrona de Brasil. El sábado recorrerá Fazenda da Esperanza, un centro de recuperación de drogadictos fundado por un sacerdote alemán.
El domingo dará una misa en Aparecida y luego se reunirá con la asamblea de 270 prelados de 22 países latinoamericanos y del Caribe para orientar las discusiones de las que surgirán las directivas para la región.
Este viernes dos enviados de la Santa Sede comenzaron a recorrer los lugares que visitará el pontífice. La Iglesia brasileña dio a conocer un himno alusivo al Papa cuyas 12 estrofas concluyen con la frase «Dios es amor».
La presencia del Papa en Brasil es considerada como uno de sus primeros gestos de aproximación al ’rebaño’ de América Latina en sus casi dos años de Pontificado.
«La visita del Papa no es sólo una visita a Brasil. Es una visita a América Latina expresada en esta conferencia», dijo a la AFP, monseñor Geraldo Lyrio, obispo brasileño y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam).
«Desde la última conferencia, realizada en Santo Domingo en 1992, el mundo, la religiosidad y América Latina sufrieron grandes cambios y la Iglesia debe ponerse al día», agregó.
América Latina concentra aproximadamente el 48% de los 1.100 millones de católicos de todo el mundo pero viene sufriendo un fuerte éxodo de fieles hacia las confesiones evangélicas neopentecostales, según el prelado.
Brasil, el país con mayor cantidad de católicos del mundo, es ejemplo claro de esa sangría. «El 10% de los católicos se fue a otras religiones en los últimos 10 años», dijo Lyrio.
Encargado de resumir 2.500 páginas de documentos enviados por obispados, el sacerdote jesuita Mario Franí§a de Miranda dijo que los prelados regresarán a sus países decididos a dar más vigor a la «acción evangelizadora».
«La asamblea no terminará solo en un documento. Los obispos saldrán con objetivos y estrategias para alcanzarlos. Se fijarán metas, por ejemplo, en materia de evangelización y se expondrán estrategias», dijo a la AFP.
«Hay que repensar cómo presentar el mensaje. Habrá que buscar prácticas pastorales nuevas y eso se expondrá en Aparecida», añadió. «Habrá propuestas y los obispos decidirán, pero el tono de la conferencia lo dará el propio Papa», añadió.
Los obispos tomarán en cuenta los cambios políticos operados en la región, en buena parte gobernada por líderes provenientes de la izquierda y en algunos casos surgidos de minorías étnicas, como en Bolivia.
«Lo que más observamos es que en países como Bolivia, Ecuador e incluso Venezuela gobiernan quienes eran antes minoría. Es un fenómeno nuevo, pero incipiente. Por cierto que habrá que mirar hacia ello para saber qué tiene de bueno y qué tiene de malo», afirmó.
Al pisar América Latina, el Papa encontrará que muchas de las tensiones internas de las que fue protagonista se apaciguaron o directamente desaparecieron.
Como Prefecto de la Congregación de la Fe en buena parte del largo pontificado de Juan Pablo II, el actual Papa tuvo fuertes choques con los defensores de la Teología de la Liberación. Esa doctrina surgió en los años 60 y abogaba por un mayor compromiso de los católicos con la acción social y política, postura que a los ojos de Roma estaba teñida de marxismo.
«Ya pasamos por un período de exacerbación ideológica. Esas tensiones ya están en un segundo plano sin dejar atrás la opción preferencial por los pobres», dijo Franí§a.