Ehren Watada, de 28 años, fue un soldado ejemplar, pero se niega a combatir en Irak y enfrenta una corte marcial, convirtiéndose en el rostro visible de una creciente oposición a la guerra cada vez más tangible en la opinión pública norteamericana.
Pese a que el ejército insiste en que un soldado tiene que respetar la cadena de mando y no puede elegir en qué conflicto pelear, Watada asegura que bajo la Constitución de Estados Unidos tiene el derecho a rechazar una orden ilegal.
El proceso que sigue una corte marcial contra Watada fue declarado nulo el miércoles luego de una disputa sobre un acuerdo previo al juicio y se fijó el 19 de marzo para el inicio de una nueva corte marcial.
El lunes, al iniciarse la audiencia judicial contra Watada en Fort Lewis (Estado de Washington, noroeste), resguardado por un importante cerco policial, unas 20 personas se reunieron para expresar su apoyo al militar. Otra veintena de manifestaciones similares se llevaron a cabo desde Nueva York hasta Los Angeles, entre ellas una al frente de la Casa Blanca en Washington.
Nacido en Hawaii de padres japoneses y criado en Honolulú, Watada terminó en 2003 estudios de finanzas con notas brillantes y de inmediato se enroló como oficial del ejército.
Primero fue enviado a integrar el contingente estadounidense estacionado en Corea del Sur, donde el joven es apreciado por sus superiores, que le atribuyen, según su comité de apoyo, calificativos tales como «ejemplar», «potencial ilimitado», «gusta los desafíos y va al frente en combate».
Fue enviado en 2005 a la base militar de Fort Lewis, al norte de Seattle (noroeste). Al enterarse que su unidad sería desplegada en Irak, decidió informarse sobre el conflicto y resolvió negarse a combatir, con el argumento de que la guerra es ilegal porque el presidente George W. Bush mintió sobre los motivos.
En un mensaje enviado en enero de 2006 a su jerarquía, explicó que se negaría a ir, pidiendo poder renunciar al ejército. Su demanda fue rechazada en mayo, y su unidad recibió la orden de partir en junio. El teniente Watada escogió quedarse, y hacer pública su situación.
«No es una guerra de autodefensa, sino una guerra escogida, para el provecho y la dominación imperialista», critica en un discurso publicado en el sitio de internet de su comité de apoyo, que reúne numerosas asociaciones y personalidades como el premio Nobel de la Paz sudafricano Desmond Tutu.
Luego de aparecer en múltiples actividades públicas, el militar, elegante y elocuente, se convirtió con rapidez en una estrella entre los activistas por la paz.
«Yo no soy un héroe», respondió en un discurso citado por el acta de acusación, «soy un dirigente de hombres que dijo basta (…) Nunca más dejaremos reinar a los que amenazan nuestro modo de vida, sean unos terroristas o dirigentes elegidos».
Su discurso cae muy mal en el ejército y entre las familias de los soldados que murieron en Irak, pero no en su familia. «Lo que vemos hoy es el milagro de la conciencia, estoy tan orgullosa de él», declaró su madre, Carolyn Ho, consejera de orientación en un liceo japonés de Honolulú.