El general estadounidense David Petraeus, de 54 años, asumió el sábado el mando de la Fuerza Multinacional liderada por Estados Unidos en Irak en una ceremonia cerca de Bagdad.
«Es tiempo para todos los iraquíes de rechazar la violencia, el crimen y la corrupción y enfrentar a quienes emplean tales métodos para lograr sus objetivos», dijo en la ceremonia, frente a varias personalidades estadounidenses e iraquíes.
La ceremonia se desarrolló en un antiguo palacio del ex presidente Saddam Hussein en Camp Victory, una gran base estadounidense en la periferia de la capital iraquí.
El general Petraeus reemplaza a David Casey al frente de unos 140.000 soldados estadounidenses y aliados desplegados en la Fuerza Multinacional en Irak.
«La responsabilidad es muy grande. En realidad, es demasiado grande para una sola persona y debemos repartir el fardo y avanzar juntos», dijo Petraeus.
Pero pese a todo, «las posibilidades de éxito son buenas», acotó.
«En caso de fracaso, Irak se verá condenado a una continuación de la violencia», anticipó el militar, quien prometió el «mejor liderazgo» posible.
El general Petraeus, que llegó el jueves a Bagdad y se reunió con el presidente iraquí Jalal Talabani para discutir cómo garantizar el éxito del plan de seguridad destinado a pacificar la capital, conoce bien el país, donde pasó dos años y medio tras la invasión estadounidense de marzo de 2003.
Su llegada al cargo tiene lugar tras una semana particularmente sangrienta tanto para los iraquíes como para las tropas estadounidenses.
El 3 de febrero, Bagdad fue sacudida por uno de los ataques más mortíferos desde 2003: la explosión de un camión bomba en un mercado que mató a más de 130 personas. Desde entonces, cientos de personas han sido víctimas de atentados y ejecuciones sumarias en todo el país.
Al menos 16 soldados estadounidenses también murieron esta semana, la mitad de las pérdidas estadounidenses desde comienzos de año (33), lo cual eleva el saldo de muertos entre las tropas estadounidenses y personal asimilado a 3.109 desde marzo de 2003.
El general Petraeus, un militar fornido y deportista, calificado por sus colegas de intelectual, es uno de los artífices de la nueva estrategia estadounidense en Irak.
El ejército estadounidense anunció esta semana el comienzo de la aplicación de un plan de seguridad en Bagdad, donde cerca de 17.000 personas murieron en 2006 en enfrentamientos entre chiitas y sunitas, según la ONU.
La estrategia, calificada muchas veces de «plan de último recurso» por los propios iraquíes, prevé el despliegue en la capital de 35.000 militares estadounidenses y 50.000 soldados y policías iraquíes.
Antes de entregar la comandancia de las tropas, su predecesor, el general Casey, fue consultado por la prensa sobre cuál era su mayor temor sobre Irak. «Que el pueblo iraquí no llegue a dar vuelta la página del pasado», respondió.
«No es un secreto: el ataque dramático de la mezquita de Samarra cambió las cosas», dijo en alusión a la violencia confesional desencadenada tras el atentado contra uno de los lugares santos chiitas más importantes de Irak, perpetrado en febrero de 2006 en dicha ciudad sunita al norte de Bagdad.