Miles de peregrinos de todas las nacionalidades llegaron al santuario de Fátima este miércoles para conmemorar con el papa Benedicto XVI la primera aparición de la Virgen, un 13 de mayo, a los niños pastores en esa pequeña localidad del centro de Portugal.
«Siento una emoción muy fuerte y estoy segura que voy a llorar cuando vea al Papa», confiesa Caridade, una haitiana de 59 años, quien viajó con un grupo de compatriotas desde Nueva York.
«Que suerte que el Papa venga a Fátima justo el día de mi primera peregrinación», sostiene la caribeña, que se unió a la muchedumbre de creyentes de todo el mundo que cada año visitan Fátima para pedir la intercesión de la Virgen, que según la tradición se le apareció en 1917 a tres pastorcitos en seis ocasiones.
Pese al cielo cubierto que reina en Fátima, la muchedumbre ondea cientos de banderas de al menos unos treinta países, entre ellas numerosas de Brasil, España e Italia.
Benedicto XVI, que llegará en la tarde en helicóptero desde Lisboa, visitará inmediatamente la Capilla de las Apariciones, donde cientos de personas asisten a las misas organizadas en varios idiomas y la recorren arrodillados para postrarse ante la imagen de la Virgen, a la que Benedicto XVI donará una rosa de oro.
Para la anciana pareja francesa Maryvonne Mahé y Joí«lle Grignon, que viajó con otros 260 compatriotas, «hay que apoyar el Papa pese a todo lo que se dice».
Como muchos católicos, preocupados por los escándalos de pedofilia en el seno de la Iglesia, es admirable la condena del Papa pronunciada ante la prensa durante el vuelo papal, en la que admitió que es «realmente terrible» el «sufrimiento» actual que padece la Iglesia por «sus propios pecados».
«El Papa tiene que decir la verdad, hay que asumirla y pedir perdón a Dios y a las víctimas», aseguró una monja española que encabeza un grupo de religiosas ante los micrófonos de la televisión portuguesa.
«Este Papa ha llegado en un momento de gran crisis. Pero con su sabiduría logrará unirnos como al otro… Necesita tiempo», comenta otra española, Angela Vizcaína, de 56 años.
«Hace doce años que vengo cada año. Venimos ante todo para ver a la Virgen, pero hoy en particular tenía muchas ganas de ver a Benedicto XVI, me hace mucha ilusión», sostiene la española Pepita Maldonado, de 70 años.
«Cuando llegó Juan Pablo II fue una explosión de emoción, es que era único, era el Papa de la juventud», recuerda la señora al rememorar los 400.000 feligreses que invadieron entonces el santuario.
Algunos grupos de italianos, –cerca de 35.000 deben participar según los organizadores–, deambulan, cantan y rezan por Fátima, a la espera del jueves, la gran jornada, cuando unas 500.000 personas asistirán a la gran misa conmemorativa oficiada por Benedicto XVI.
Mientras, se intensifica el olor de cirio, el viento frío sopla y algunos fieles lloran, sobre todo los enfermos, tras formular sus votos y adquirir los cientos de objetos de cera que se venden como ofrenda, entre ellos piernas, brazos, corazones y hasta bebés y senos.
El papa Benedicto XVI instó este miércoles en Lisboa al mundo de la cultura portuguesa a mantener los valores cristianos, antes de emprender viaje en la tarde a Fátima, uno de los grandes santuarios de peregrinación del catolicismo, donde se cree que la Virgen se apareció en 1917.
Ante un grupo de más de mil personalidades y representantes del mundo de las letras y de las artes, entre ellos el legendario cineasta Manoel de Oliveira, de 101 años, congregados en Lisboa en el Centro de Cultura de Belén, el Papa llamó al mundo de la cultura de Portugal a mantener los valores cristianos.
«Para una sociedad compuesta en su mayoría por católicos y cuya cultura ha sido profundamente marcada por el cristianismo, sería dramático intentar encontrar la verdad fuera de Jesucristo», dijo el Papa.
«Un pueblo que deja de saber cuál es su propia verdad, termina perdido en los laberintos del tiempo y de la historia, sin valores claramente definidos y sin grandes objetivos», agregó.
En su discurso, el pontífice citó al renombrado poeta portugués Luis de Camoes y dirigió unas palabras de «admiración y afecto» al anciano cineasta Oliveira, autor de más de cien filmes en su larga carrera, quien se conmovió visiblemente.
Luego el Papa se encontró en la sede de la anunciatura apostólica con el primer ministro socialista, José Sócrates, artífice de la importante introducción de la ley que deberá legalizar el matrimonio homosexual, con el que celebró una reunión que tuvo sobre todo un carácter protocolario.
En la tarde, el Papa se trasladará en helicóptero al santuario de Fátima, para celebrar el décimo aniversario de la beatificación de los pastorcillos Francisco y Jacinta Marto.
En el emblemático santuario, donde lo esperan el jueves de 300.000 a 500.000 peregrinos y creyentes de todas las nacionalidades, visitará la Capilla de las Apariciones y celebrará las Vísperas con sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y agentes de pastoral.
El Papa alemán concede notable importancia a la veneración popular de la Virgen María, por lo que programó la visita para el 13 de mayo, día en que los creyentes conmemoran la primera aparición en 1917.
«Vengo como peregrino de Fátima», advirtió durante el vuelo papal, en el que asoció indirectamente el tercer secreto de Fátima con los «sufrimientos» que padece actualmente la Iglesia por el escándalo de haber encubierto por años los abusos sexuales cometidos por sacerdotes a menores.
«En el mensaje de Fátima hay indicaciones sobre realidades del futuro de la Iglesia», dijo a los periodistas durante el vuelo papal.
En las visiones del tercer secreto «se habla de la pasión de la Iglesia y se anuncian sufrimientos de la Iglesia. El Señor dijo que la Iglesia sufrirá hasta el fin del mundo y esto lo vemos hoy de modo particular», comentó.
El texto del tercer misterio se mantuvo en secreto por décadas y sólo fue revelado en el 2000, precisamente en Fátima, por deseo de Juan Pablo II.
Un mes después, el entonces cardenal Joseph Ratzinger y actual Papa, quien ejercía como prefecto para la Doctrina de la Fe, publicó una explicación teólogica del secreto, en la que excluía que se tratase de revelaciones apocalípticas.
La jornada del Papa se concluirá con la bendición de las antorchas y con el rezo del rosario.
El jueves, presidirá la segunda misa multitudinaria en la explanada del santuario y, por la tarde, se reunirá con los obispos portugueses.