El nuevo primer ministro conservador británico, David Cameron, se puso a trabajar hoy al frente de una histórica coalición de centro derecha con los liberal demócratas de Nick Clegg, tras poner fin a 13 años de Nuevo Laborismo.
Cameron, que se convirtió ayer en el jefe de gobierno británico más joven desde 1812, empezó a establecer el primer gobierno de coalición desde la Segunda Guerra Mundial, que tendrá cinco ministros liberal demócratas, incluyendo a Clegg como número dos con rango de viceprimer ministro.
Los dos mediáticos líderes de 43 años se dieron a primera hora de la mañana un apretón de manos y posaron brevemente para los fotógrafos ante el número 10 de Downing Street, sellando públicamente una alianza que muchos consideran contra natura, incluso dentro de los propios partidos.
El nuevo primer ministro ha convocado una rueda de prensa a las 14H15 locales (13H15 GMT) para anunciar la composición del gobierno y el programa acordado por estos dos partidos que tenían importantes diferencias en temas como Europa, la Defensa, la inmigración o la reforma del sistema electoral.
«Va a ser un trabajo duro y difícil. Una coalición producirá todo tipo de retos. Pero creo que juntos podemos asegurar el gobierno fuerte y estable que nuestro país necesita», advirtió Cameron en su primer discurso pronunciado la noche del martes.
El acuerdo de coalición, alcanzado tras cinco días de arduas e intensas negociaciones, puso fin a la incertidumbre provocada por unas elecciones generales que dejaron un parlamento sin mayoría absoluta.
Mientras los analistas se interrogaban este miércoles sobre su resistencia a largo plazo, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, William Hague, insistió en que el pacto resistirá a la prueba del tiempo.
«No creo que sea una coalición débil. Será un gobierno fuerte, es más, será el más fuerte que hemos tenido en mucho tiempo», afirmó a su llegada al Foreign Office para tomar posesión de sus oficinas.
Además de Hague, otros ministros confirmados fueron Liam Fox como titular de Defensa y George Osborne al frente de la crucial cartera de Finanzas.
Este brillante y astuto político de 38 años, que ya estaba a cargo de los asuntos económicos en el gabinete de oposición, suscita dudas en los círculos financieros sobre su capacidad para sacar a la frágil economía británica de la crisis y enderezar las maltrechas finanzas públicas.
«Ha llegado la hora de remangarse y poner a Gran Bretaña en funcionamiento», declaró este miércoles por la mañana.
El popular veterano liberal demócrata Vince Cable, encargado de asuntos económicos en su partido, debería tener un alto cargo en ese ministerio.
La prioridad absoluta del nuevo gobierno será la reducción del déficit público, que aumentó a 163.000 millones de libras (190.000 millones de euros, 250.000 millones de dólares).
Los conservadores deberían imponer su programa de recortes del gasto público por valor de 6.000 millones de libras este mismo año, cuando los liberal demócratas preferían esperar al próximo para apuntalar la recuperación.
Para consumar esta alianza, los progresistas y pro europeos liberal demócratas tuvieron que comprometerse también a abandonar sus planes de meter a Gran Bretaña en la zona euro y a aceptar un referéndum sobre cualquier nuevo traspaso de poderes a Bruselas.
Aceptaron asimismo aceptaron establecer cupos para los inmigrantes extraeuropeos y renunciaron a oponerse a la modernización del sistema de disuasión nuclear Trident, según los primeros detalles del acuerdo.
En cambio, además de las carteras ministeriales, obtuvieron que se fijen las legislaturas a cinco años para impedir la convocatoria de elecciones intempestivas y sobre todo la organización de un referéndum para cambiar el sistema electoral vigente, que ha sido su gran caballo de batalla, aunque la propuesta no introduce la proporcionalida que deseaba Clegg.
En un mensaje tranquilizador dirigido esta madrugada a sus «siete millones» de votantes, muchos de los cuales ven con malos ojos esta alianza, Clegg admitió que habría «fallos» pero alabó este «nuevo tipo de gobierno».
«Quiero asegurarles que no habría aceptado este acuerdo si no estuviera genuinamente convencido de que ofrece una oportunidad única para hacer el tipo de cambios en los que creo», declaró.
La llegada al poder en Gran Bretaña de una coalición de conservadores y liberal demócratas alivió hoy a los círculos económicos que la creen capaz de sanear las finanzas públicas del país, aunque también se interrogan sobre su duración.
«El nuevo gobierno representa de lejos el mejor acuerdo posible para los mercados financieros en las circunstancias actuales», señaló Rossa White, de la firma irlandesa Davy Research.
La libra y el Footsie-100, el índice principal de la Bolsa de Londres, estaban sin embargo dubitativos tras un primer repunte. La divisa británica se despertó de buen humor y ganó dos centavos hasta los 1,5045 dólares, antes de volver a caer a 1,49. El Footsie ganó hasta 0,71% antes de caer a -0,45%. Sólo las obligaciones parecían serenas, con un rendimiento que retrocedía a 3,815%. contra 3,886% la víspera.
El Banco de Inglaterra (BoE) publicaba al mismo tiempo perspectivas trimestrales, ligeramente más pesimistas que en febrero: «los riesgos que pesan sobre el crecimiento a largo plazo aumentaron un poco», advirtió la institución, que no descartó tener que inyectar otros miles millones de libras en la economía, un movimiento generalmente desfavorable a la moneda.
El gobernador Mervyn King, que sabe que su institución tendrá más competencias con los conservadores, aprovechó la rueda de prensa para señalar con agrado que los proyectos de acuerdo del nuevo gobierno mostraban «un acuerdo muy fuerte y poderoso para resolver el déficit británico».
La patronal británica también se mostró aliviada tras la formación de la coalición.
«Estamos impacientes de trabajar con el nuevo gobierno de coalición en este periodo crucial para la economía», subrayó David Frost, director general de la Cámara de Comercio Británica (BCC).
Según él, «poner orden en las finanzas públicas debe ser prioritario en la agenda» y la coalición «debe ser absolutamente clara en los sectores donde se van a llevar a cabo los recortes presupuestarios, y sobre la necesidad de controlar el crecimiento continuo del tamaño y del coste del servicio público».
Richard Lambert, director general de la Confederación de la Industria Británica (CBI), primera patronal británica, también saludó la alianza: «las empresas quieren un gobierno estable que tenga autoridad para tomar las decisiones difíciles que serán necesarias para mantener encarrilada la recuperación económica y para luchar contra el déficit presupuestario», afirmó. «Esta coalición debería tener los escaños y el mandato para hacerlo».
La coalición tendrá una «cómoda» mayoría de por lo menos 80 escaños y 59,1% de los votos, estimó Michael Saunders de Citigroup. El problema, señaló el economista, «es que no son aliados naturales y tienen diferencias notables» en sus políticas, y en consecuencia «se plantea el problema de la longevidad de este problema».
Howard Wheeldon, de BGC Partners, era mucho más optimista. «Bienvenidos a la nueva era de la política británica, bienvenidos a la nueva era de la austeridad», declaró convencido de que el pacto «se negoció bien y debería funcionar». «O esperemos, porque de todos modos no tenemos elección», concluyó.