Un problema dramático con poca atención


No importa hacia dónde se dirija la mirada. El problema salta a la vista en las calles y avenidas, en casi todas las ciudades del paí­s. Sin embargo, el abandono de la niñez «de la calle» permanece entre las sombras para el gobierno y las organizaciones estatales dedicadas a la protección de los menores de edad.

Flor de Marí­a Ortiz
florortiz@lahora.com.gt

TIENE EL ROSTO SUCIO, GOLPEADO Y MALTRATADO POR VIVIR EN LA INTEMPERIE, QUE REFLEJA UNA PROFUNDA TRISTEZA. SOBREVIVE A MALOS TRATOS, DUERME EN LA CALLES, COME LAS SOBRAS QUE OTROS DEJAN EN LOS BASUREROS Y HASTA LLEGA A DROGARSE. ESA ES LA DESCRIPCIí“N DE UN NIí‘O EN SITUACIí“N DE CALLE, PERO PARA SINDI Lí“PEZ ES UN RECUERDO DE SU PASADO.

«Mi vida fue muy difí­cil. Al principio yo viví­a con mi abuelita, iba a la escuela y todo estaba bien, hasta que mis papás se acercaron a mí­. Descubrí­ que eran drogadictos pero aún así­ pensaba que con ellos tendrí­a amor, así­ que me fui a vivir con ellos», cuenta Sindi, acerca de su vida a los 10 años.

Pero la esperanza de encontrar el amor de una familia se desvaneció en poco tiempo. Los padres de Sindi no la enviaron más a la escuela y, en cambio, la obligaron a trabajar y a pedir limosna en la calle. El dinero serví­a para comprar drogas y alcohol.

«Si no lograba reunir la cantidad de dinero que me pedí­an a diario, me golpeaban bien duro», recuerda. «Una vez fui a parar al hospital porque mi papá me pegó con la hebilla del cincho y luego me intentó tocar».

Luego del incidente, Sindi y su abuela denunciaron la agresión, y el padre de la niña fue detenido. «Me dijo que cuando saliera de la cárcel me buscarí­a y se las iba a pagar todas juntas».

La situación se complicó, más, debido a la situación económica de la familia, así­ que desesperada, Sindi buscó la ayuda de la organización Casa Alianza, una entidad que se dedicaba a atender a la niñez en situación de calle. Pero los problemas se complicaban cada vez más.

La madre continuaba explotándola, «peor de como sucedí­a antes», así­ que la joven decidió hacer de las calles su hogar y aprendió a vivir en un ambiente lleno de dificultades para un menor de edad.

«APRENDí MUCHAS COSAS MALAS, DE LAS CUALES ME AVERGíœENZO», RELATA. «ME OFRECIAN TODA CLASE DE DROGAS Y LAS CONSUMí, ME ENSEí‘ARON A ROBAR, A PEDIR DINERO, PERO A PESAR DE TODO, ME DABA MUCHA TRISTEZA QUE NO HUBIERA ALGUIEN QUE ME DIJERA «TE QUIERO», ESO ES MUY DIFICIL.

La situación era en extremo hostil, al punto que Sindi no sabí­a si estarí­a viva para contar lo que estaba viviendo; temí­a que las personas a quienes robaba la reconocieran y le hicieran daño. Otro temor eran las palizas que propinaban los agentes de policí­a a los niños desamparados.

«LOS POLICíAS SIEMPRE NOS GOLPEABAN Y LO DENUNCIAMOS, PERO NADIE NOS CREíA. NO NOS CREEN PORQUE DICEN SOMOS LA ESCORIA DE LA SOCIEDAD; Y LA GENTE PENSABA: IMPOSIBLE QUE LOS AGENTES DE `SEGURIDAD´ NOS HICIERAN ESAS COSAS, SEí‘ALA.

RESCATE

La situación de Sindi parecí­a no tener una solución; por el contrario, corrí­a el riesgo de resultar embarazada y que su futuro hijo sufriera al igual que ella, de la dura vida en la calle y los abusos de las autoridades.

Pero todo cambió cuando la joven encontró la Asociación Movimiento de Jóvenes de la Calle (Mojoca), en la que conoció a más personas con problemas similares y opciones para encontrar la ruta a una nueva vida.

«A mí­ me ayudó mucho Mojoca, ellos me dieron la oportunidad de salirme de la calle, me han dado trabajo, y ahora estoy ayudando a otros niños, niñas y jóvenes».

Sin embargo, no todos corren con la suerte de Sindi, pues las oportunidades de dejar la calle son escasas, ya que la mayorí­a de esfuerzos se concentran en organizaciones no gubernamentales que funcionan con aportes privados.

Mientras tanto, son pocos los esfuerzos estatales y de gobiernos locales para combatir el problema de la niñez en la calle, lo que provoca que la problemática vaya en aumento.

MOTIVOS

En Guatemala existe un aproximado de mil 500 niños, niñas y jóvenes viviendo en las calles, de acuerdo con estudios y monitoreos de organizaciones sociales.

Los motivos que llevan a los niños a la calle son varios, pero los principales son las adversidades económicas en que la que viven millones de familias y la desintegración de los lazos familiares.

Por otro lado, estiman que en América Latina y los Estados Unidos, entre el 20 y el 25 por ciento de los menores de edad en «situación de calle son niñas», que en su mayorí­a se ven obligadas a ejercer la prostitución.

En América Latina la mayorí­a de los «niños de la calle» nacen de madres solteras, pobres o abandonadas; esta situación conlleva el abuso fí­sico y emocional por parte de los padres, generalmente padrastros o padres de paso, explica Elubia Velásquez, de la Asociación para la Prevención del delito (Aprede).

Los niños escapan y toman las calles donde viven, eventualmente con otros chicos, con quienes forman unidades sociales jerárquicas y relativamente cerradas, refiere.

El estudio de la forma de vida de estos niños en Guatemala ha mostrado que muchos de ellos conocí­an niños de la calle antes de separase de su padres, de modo que cuando abandonan su casa logran incorporarse a grupos ya formados.

Las causas que llevan a los niños a la calle en los paí­ses ricos son similares a las que prevalecen en la periferia: los desacuerdos familiares, la violencia doméstica y la pobreza son las causes más comunes de escape en el caso de los niños. En el caso de las niñas la causa más común para escapar es el abuso fí­sico y sexual que sufren a manos de sus padres o padrastros.

LAS CONDICIONES

Las condiciones de vida de los niños de la calle en los paí­ses en ví­as desarrollo son muy duras: asegurar un lugar para dormir -usualmente en edificios, casas o carros abandonados-, debajo de puentes, estaciones de tren o autobús, aceras o en los umbrales de las casas.

De esa forma los niños de la calle forman parte del ambiente urbano de casi todas las ciudades del mundo. Alrededor del 90 por ciento de estos niños se ven obligados a trabajar para asegurar su propia subsistencia y en ocasiones se ven obligados a ejercer una jornada laboral de aproximadamente diez horas al dí­a.

Esta necesidad determina que los veamos en todas partes realizando actividades como el lavado de carros, lustrando el calzado, recolectando latas, papel, vidrio y plástico para el reciclaje, comerciando en la calle, pidiendo limosna, cometiendo pequeños robos, vendiendo flores así­ como empleándose en la prostitución, refiere Osman Villela, de la Asociación de Movimientos de Jóvenes de la Calle.

También los vemos estacionando y cuidando vehí­culos, vigilando quioscos, asistiendo en pequeños talleres mecánicos informales y transportando las compras de los clientes de los supermercados.

La segunda dimensión es su participación en redes criminales manejadas por adultos o adultos jóvenes. En este caso, los niños son presionados a cometer delitos aunque en algunos casos buscan participar en la red criminal de manera voluntaria.

Para ingresar a la banda los niños deben participar en rituales de iniciación que demuestren su astucia y su valentí­a para enfrentar riesgos. Los niños que entran a las bandas criminales reciben un amplio apoyo de los lí­deres del grupo.

A su vez, los niños desarrollan capital social mediante variadas estrategias como llevar alimentos, drogas y otros bienes a los miembros del grupo que cumplen sentencias. Ello les asegura una buena imagen a los ojos del grupo y un paso menos áspero por la prisión cuando los niños mismos sean capturados y procesados.

Con respecto a las niñas de la calle, podemos decir que algunas de ellas practican la prostitución por cuenta propia, mientras que otras ingresan en redes comerciales que las explotan sexualmente, en relación con la estructura social de los niños de la calle, hay que hacer referencia al hecho de que estos trabajan y viven en grupos caracterizados por un alto grado de división interna de las labores, esta estrategia les permite maximizar el desempeño económico, ganar amigos y soporte mutuo; los principios de esta división interna del trabajo son la edad y el género.

LA EXPERIENCIA DE LOS NIí‘OS EN AMí‰RICA LATINA ES QUE PERMANECEN EN LA CALLE, NO ASISTEN A LA ESCUELA, REALIZAN PEQUEí‘OS TRABAJOS Y ROBAN. SUELEN TRABAJAR EN LOS MERCADOS URBANOS DONDE ESTABLECEN RELACIONES DE AMISTAD CON LOS VENDEDORES Y OBTIENEN ALGUNA AYUDA DE ELLOS. DUERMEN JUNTOS EN ALMACENES Y DEPí“SITOS. LOS NIí‘OS MUESTRAN UN ALTO GRADO DE SOLIDARIDAD SOCIAL Y OCASIONALMENTE ATACAN A LOS VAGABUNDOS PARA GANAR ESPACIO EN LA CIUDAD.

Entre la desprotección del Estado, la amenaza de la calle y la indiferencia de los ciudadanos, Sindi asegura que los niños de la calle no son distintos a otras personas.

«A veces robamos y nos drogamos, hacemos cosas malas, pero en medio de todo sufrimos, lloramos y le pedimos a Dios todos los dí­as por tener una familia que nos dé amor», asegura. «No, no somos una escoria».

Jí“VENES ESPERANZA


Mojoca, Asociación de Movimientos de Jóvenes de la Calle, atiende aproximadamente a 50 jóvenes que viven en las calles.

Osman Villela, activista de Mojoca, aseguró que «no solo atendemos a la juventud si no también a jovencitas embarazadas que no tienen donde estar, les damos acompañamiento hasta que tienen a sus hijos, algunas sí­ entienden y buscan trabajo para mantener a sus hijos, pero sí­ es difí­cil atender a todos los que nos piden ayuda, porque a veces no nos damos abasto con las personas que trabajan en el movimiento».

«Hay jóvenes que sí­ ponen de su parte para salir de las calles, y retomar la vida trabajando y estudiando, pero esto sucede solamente cuando se quiere porque de lo contrario se ponen violentos y eso sí­ es peligroso, es mejor dejar que ellos tomen la decisión de cambiar y para eso estaremos ahí­, esperándolos para el cambio,» aseguró Villela.

ATENCIí“N OPORTUNIDADES


La Asociación para la Prevención del de Delito (Aprede), trata de ayudar a los niños de la calle, brindándoles atención, estudio, capacitaciones y distracción.

ELUBIA VELíSQUEZ, REPRESENTANTE DE LA ORGANIZACIí“N, MANIFIESTA QUE «NOSOTROS LES DAMOS INSUMOS PARA AYUDARLOS A DEJAR LA CALLE, PERO SOLO LOS CHICOS Y LAS CHICAS SABEN EN QUí‰ MOMENTO QUERRíN ELLOS DEJAR LA CALLE, LES DAMOS OPORTUNIDADES DE ESTUDIO, AYUDAMOS CON SUS PAPELES SI EN DADO CASO NO TUVIERAN O LOS PIERDEN, LES DAMOS ACOMPAí‘AMIENTO JURíDICO, ASí COMO ACTIVIDADES DONDE ELLOS EXPRESEN SUS SENTIMIENTOS».

«NUESTRA ORGANIZACIí“N NO CUENTA CON UNA SEDE DONDE TENERLOS POR ESO SOLAMENTE NOS REUNIMOS CON ELLOS EVENTUALMENTE LOS FINES DE SEMANA EN LAS ESCUELAS ABIERTAS, QUE CONSIDERAMOS SON BUENAS PARA «ALGUNOS»; TRATAMOS LA MANERA DE HABLARLES Y CONTARLES QUE NO ES NADA BUENO ANDAR EN LAS CALLES», CONCLUYí“.