De pedófilos y otras lacras


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Mynor Berganza denuncia en un artí­culo de ElPeriódico un hecho digno de un mejor espacio en todos los medios de comunicación; el caso de una jovencita que con engaños fue llevada a un lugar para sostener relaciones sexuales con un diputado, se mencionan nombres y apellidos y se da a conocer que existe toda una organización, que así­ como venden productos por catálogo, llevan las fotos de las jóvenes a los diputados para que escojan el “producto”, y se cierra la negociación.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

 


Aquí­ existen varias aristas que se deben analizar, 1) ¿Por qué Norma Cruz se hace cargo solamente de los casos en los que va a tener un rédito mediático?, porque existiendo otros casos no les ha tomado importancia, por no tener connotaciones noticiosas. Siendo en su momento ella partí­cipe de un caso similar con el agravante que su propia hija fue la violada y hasta que se peleó con su pareja hizo el escándalo. 2) ¿Qué hace el MP en este caso, ya que de oficio deberí­a existir una investigación, no solamente contra este diputado sino contra todos los que han tenido negociaciones con la persona mencionada en el artí­culo? 3) ¿Cuántos funcionarios públicos más, así­ como personas de la iniciativa privada, jefes religiosos, polí­ticos, y más están involucrados en este tipo de hechos?

Somos una de las sociedades más hipócritas que existen, en donde los valores tradicionales se han trastocado, reconocido nuestro paí­s, como un paraí­so de todo lo corrupto, en donde desde hace mucho tiempo se sabe de la pornografí­a infantil, pero nadie habla sobre el tema, me pregunto y me da miedo la respuesta ¿Cuántos ombres (sin h) que usted ve en la televisión, en los medios impresos, en internet, o en la calle comiendo o de compras con su familia son parte de estos enfermos mentales que viven viendo pornografí­a, que es tan solo uno de los sí­ntomas de los pedófilos, porque el pedófilo tiene varias caracterí­sticas, que en muchas ocasiones sus cercanos no quieren aceptar, pero aunque sea una enfermedad, el daño que causa es irreparable para el infante que sufre este tipo de actos que deberí­an ser criminalizados no solamente con las penas legales, también con las morales, aunque la mayorí­a tenga tergiversados los valores, es el momento de volver a los mismos, está en mí­ y usted la obligación de hacerlo, lo invito a tomarse un minuto y evaluar la conducta de su padre, esposo, hijo, hermano, amigo y tratar de, objetivamente, descubrir si tiene este problema, al ayudarlo a él, ayuda a todos los niños y niñas que son sus próximas victimas.

Investigando sobre el tema, me encontré con que, según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, en el capitulo IV páginas. 44-45; escrito por Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, la pedófilia consiste en que la excitación o el placer sexual se obtienen, principalmente, a través de actividades o fantasí­as sexuales con niños de, generalmente, entre 8 y 12 años.[] A la persona que padece pedofilia se le denomina pedófilo, un individuo de, al menos, 18 años que se entretiene sexualmente con menores de 13 y respecto de los que mantienen una diferencia de edad de, por lo menos, 5 años. Enrique Echeburúa y Cristina Guerricaechevarrí­a, en su obra Abuso Sexual analizan: “Cognitivamente, el pedófilo se caracteriza por no considerar inapropiada su tendencia o conducta, por lo que no suele presentar sentimientos de culpa o vergí¼enza; en ocasiones, incluso, apelan a la seducción del menor como causa de la misma o a que su comportamiento se puede entender como una forma de educación sexual de los menores.”

Por lo anterior es sumamente fácil deducir que en Guatemala, puede ser hasta un orgullo el cometer estos actos, PERO LA VERDAD ES OTRA, no existe peor sentimiento en un ser humano que el sentirse acosado, o utilizado, más aún cuando se trata de algo tan sagrado y propio como es el cuerpo, se acepta que el pedófilo pueda ser un enfermo, pero su ví­ctima no tiene la culpa de que este no acepte su enfermedad, por lo tanto es una obligación y un deber cuidar dentro del entorno por los menos cualquier signo de pedofilia, y si amamos a alguien, y vemos en esta persona este problema, no le justifiquemos, busquemos ayuda como para cualquier enfermo, si no acepta o no se cura, hay un deber que va más allá de lo moral, y hay que denunciarlo, no es posible seguir cerrando los ojos ante todas nuestras pobrezas de todo tipo, hay que afrontar nuestras realidades, y luchar por cambiar lo que se puede cambiar, al contrario de lo que dice la oración, lo que no se puede cambiar, hay que enfrentarlo y cubrir al débil, porque la responsabilidad es muy grande para cada uno de todos los seres humanos, no se cómo lo ve usted, pero yo me siento responsable de todo mi alrededor, no solamente de mis hijas, que son mi alma, también los demás jóvenes sean o no familia mí­a, porque soy responsable del mundo que les lego, del que no estoy especialmente orgullosa, pero se que aún tengo tiempo de cambiar algo, y sea cual sea la herramienta que utilice, siempre la tendré al alcance de mi mano para lograrlo. Si dentro de los que me hacen el favor de leerme conocen a alguien con tendencias o caracterí­sticas de pedofilia no lo piense un segundo más, busque ayuda o denúncielo, la vida misma se lo agradecerá. Pero ya basta de cerrar los ojos y aceptar cualquier actitud indigna por sentimientos, como la lástima, la ternura, o cualquier nombre que le pongamos, yo me considero más responsable de lo que dejo de hacer que de lo que hago, así­ que no dejemos que los jóvenes y niños/as sufran lo que no tienen por qué sufrir, en nombre de sus hijos/as, sobrinos/as, nietos/as, amigos/as, se lo pido, un auxilio a tiempo es mejor que una condena después, cierre sus ojos y piense en los de un niño o una niña, ¡Merecen el castigo de no ser respetados en su cuerpo y en su mente? ¡NO!