Desde hace años Evo Morales viene desplegando destellos de originalidad; se viene perfilando como líder autóctono en un país de mayoría indígena que llegó -con mucho mérito– hasta la presidencia de su país donde ejerce actualmente. Es el único Presidente realmente indígena en la América indiana. Es un excelente líder, un buen político, un aceptable presidente, mediocre orador, pésimo jugador de futbol (lo he visto en unas chamuscas) y un emergente científico cuya calificación aún está pendiente.
Sus últimos aportes a la ciencia han dado la vuelta al mundo. En el lenguaje sencillo a que nos tiene acostumbrados (a veces la jerga científica es muy compleja) hizo referencia a los pollos alimentados con hormonas. Con sus palabras abrió un doble debate: uno de hermenéutica y el otro puramente científico. Dijo don Evo que «el pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres.» Y a esto me refiero como el primer debate. Por un lado dice «que comemos» (o sea él incluido) pero después se refiere a terceros, aquellos hombres que «comen esos pollos». Pero dejando de lado esa cuestión de sintaxis cabe preguntar
¿Qué se entiende por desviaciones? Nos asalta la mente la idea de la homosexualidad que los medios sensacionalistas inmediatamente explotaron para furor de grupos liberales que reclaman una rectificación o disculpa del Presidente. Pero otros estudiosos (algunos galardonados con el Nobel) opinan que se trata de mera impotencia o diferentes grados de dificultad en la erección. Que conste que no estamos impulsando ningún producto ni se trata de publicidad encubierta. Otros sostienen que se trata de infertilidad (impedimentos para fecundar); y finalmente algunos opinan que es un mero desinterés, un desgano del que muchas pacientes del expositor seguramente se habrían quejado. Mejor ver el futbol o jugar cuchumbo con los cuates. Sin llegar a esas intimidades cualquier vecino distingue la diferencia entre los pollos «de fábrica» y los suculentos pollos de corral o de patio. Y es que los segundos picotean la tierra y tienen una vida más normal, desarrollan una actividad más natural, incluyendo la sexual. ¿Cómo desligar la imagen del gallo brincón que atiende a todo un séquito de gallinas?
Esa energía de alguna forma se transmite con el gallo en chicha, subanic o la mera pechuga asada. Por otra parte don Evo dijo, sacudiéndose la tupida melena, que dichos pollos también provocan calvicie. Dicha afirmación contradice la idea general de que la alopecia es un signo de testosterona, o sea de la hormona predominantemente masculina. Realmente el expositor tiene que aclarar esas dudas técnicas asimismo explicar cómo afecta el consumo de los dichos pollos a la mitad de los consumidores: las mujeres. ¿Acaso también provoca en ellas desviaciones en su ser como mujeres?