J. Scott Armstrong es cofundador de «Journal of Forecasting» (que es un periódico sobre prognóstico), y notable experto mundial en «marketing». Es autor del libro «Long-Range Forecasting» (o «Prognóstico de Largo Alcance»), el más frecuentemente citado sobre métodos de prognóstico. También es autor del libro «Principles of Forecasting» (o «Principios de Prognóstico»), que el Instituto Internacional de Prognóstico ha declarado «libro favorito». Durante casi cinco décadas Armstrong se ha especializado en métodos de predicción; y dotado de esa especialización decidió intervenir en el debate sobre el clima del planeta.
Armstrong elude afirmar que el calentamiento global es un fraude, como afirma John Coleman, fundador de Weather Channel. Empero, lo insinúa, con esta afirmación: el calentamiento global «es una falsedad interesada», de la cual se benefician «miles de burócratas y políticos que intentan convencernos de que el mundo está en peligro y de que los necesitamos para salvarnos, y de que tenemos que pagar sus sueldos.» El calentamiento global es, pues, un negocio de burócratas y políticos (aunque no sólo de ellos). La tesis de Armstrong es que «no hay ninguna prueba sólida de que la Tierra se calienta»; y afirma que, «en realidad, la temperatura del planeta está disminuyendo desde el año 1998, como lo ha demostrado el científico Robert Carter…» Una prueba de esa disminución es que «en la Antártica hay más hielo que el que hubo durante el último siglo». Adicionalmente, no hay «excesivo dióxido de carbono en la atmósfera». Y durante los próximos años la temperatura puede, con igual probabilidad, aumentar o disminuir. Un reporte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, patrocinado por la Organización de Naciones Unidas, pronostica que durante el resto del siglo presente habrá un catastrófico calentamiento global. Armstrong argumenta que el reporte «emplea modelos de predicción adornados con matemática gratuita, que son meras conjeturas.» Esos modelos transgreden varios principios científicos de prognóstico. Y le sorprende a Armstrong, no el discutible producto de esos modelos, sino que ese producto sea aceptado dogmáticamente, y constituya el fundamento de decisiones políticas carísimas. Armstrong argumenta que los autores de ese reporte opinan sobre el clima futuro del planeta; pero esas opiniones no son prognósticos científicos. Adicionalmente, es difícil prognosticar el clima que habrá durante un largo período de tiempo. Y aún si fuera posible prognosticarlo, todavía sería necesario prognosticar el efecto benéfico o maléfico que ese cambio provocaría. Por ejemplo, el calentamiento podría ser más benéfico que el enfriamiento. Aún si hubiera un efecto maléfico, sería necesario prognosticar el costo y el beneficio de reducirlo. En el año 2007, Armstrong desafió a uno de los más notables predicadores del calentamiento global, Al Gore, con este prognóstico: el valor promedio de la temperatura planetaria no variará durante los próximos diez años. Si acertaba, Al Gore (que ha prognosticado un aumento de la temperatura planetaria) le pagaría 10 mil dólares. Si no acertaba, le pagaría a Al Gore esa misma cantidad de dólares. Al Gore ignoró el desafío. Post scriptum. Armstrong afirma que «el principio de precaución», que invita a prepararse para un calentamiento global, aunque finalmente no sucediera, no es científico sino político. Y si es político, también debería invitar a prepararse para un enfriamiento global, aunque finalmente no sucediera.