La piñata de Gobernación


Da más cólera que pena apreciar el desfile de ministros que palo en mano se colocan debajo, con los ojos descubiertos, intentando darle duro a la piñata de Gobernación, pero sin acertar siquiera un leve rozón. Si es para nombrar al director de una dependencia clave, como es la Policí­a Nacional Civil, estas son las horas que siguen buscando al mejor prospecto, cual fuera una aguja en el pajar. Si es para depurarla de sus corruptos miembros ¡peor todaví­a! El otro dí­a me fui de espaldas cuando leí­ en un matutino que andaban buscando cómo subirle el sueldo a los agentes y la primera pregunta que me hice fue -¿a todos?, sí­, -¿incluyendo a los corruptos, a los que tienen procesos judiciales pendientes o a quienes hayan sido señalados de cometer tantas más faltas y delitos? Ahora bien, aquello de intentar sacarla de ser una lacra para pasarla a ser una eficiente y cumplida dependencia al servicio de la comunidad ¡ni soñarlo!

Francisco Cáceres Barrios

Así­ las cosas ¿qué están esperando?, ¿que a los delincuentes les reconozcan los derechos humanos que les asisten para salir de las cárceles del paí­s a dictarle a toda la población cuánto, cómo y dónde debemos de pagar cada quien la cuota o impuesto que mejor les parezca? No, no lo digo con sorna o con deseos de ridiculizar la ineficiencia de nuestras instituciones y la incapacidad de nuestros funcionarios, sino porque a todos consta que empezaron con extorsionar a los choferes y propietarios del transporte urbano y luego pasaron con los almacenes, las tiendas, los puestos en los mercados y hasta cuanto vendedor informal abunda por las calles, no digamos en los apartados caminos vecinales, hasta llegar a las más encopetadas áreas residenciales.

-Tengo la impresión, me dijo un dí­a de estos un lector, -que el tacuche le quedó demasiado grande al actual ministro del ramo. Yo opino distinto, que ni siquiera se lo ha puesto y que a pesar de los lamentos del presidente Colom porque se pasa más tiempo en el Congreso que dirigiendo los asuntos de su despacho, el delicado cargo no está hecho para que cualquier inexperto en materias jurí­dicas, penales, criminológicas, técnicas y administrativas agarre el palo y se ponga a tirarle, como caiga, a la piñata. Aunque parezca fácil, cualquiera que quiera hacer el intento necesita al menos conocer las mañas, la idiosincrasia chapina y sobre todo, el modo que cada quien tiene de matar las pulgas.

Los errores garrafales que ha venido cometiendo el actual gobierno, así­ como el incumplimiento de sus tantas promesas hechas durante tres campañas electorales se deben a la falta de equipo capaz, competente, honorable y sobre todo experto, llegando a importantes cargos públicos no a poner en práctica sus conocimientos y habilidades sino a satisfacer, cada quien, sus intereses personales. Así­, ¡jamás vamos a poder llegar a cualquier parte!