Ya ni gracia tienen…


Bien sabemos que la polí­tica no sólo es ciencia sino también es arte, puesto que conlleva la habilidad y creatividad en la práctica de quienes ejercen su profesión, aunque muchos olvidan que el arte también es el conjunto de normas para hacer bien las cosas. Ejemplo contrario es la última gí¼izachada del gobierno de Colom, al remover a la Primera Dama del cargo para el que fue nombrada como Presidenta del Consejo de Cohesión Social, en el supuesto afán de quitarle el riesgo corrido por su altivez y prepotencia de no informar a los representantes del pueblo, evitando con ello fiscalizar su manejo de fondos públicos, aunque no haya firmado ni un cheque.

Francisco Cáceres Barrios

¿Por qué digo «ya ni gracia tienen»? Porque ni uno solo de los habitantes de este paí­s, incluso muchí­simos extranjeros, confí­an en que la señora de Colom deje de ser la que lleve los pantalones en el actual gobierno mucho menos, en cuanto a su invento politiquero electoral de «cohesión social» y porque desde que tengo uso de razón, jamás habí­amos visto tal arrogancia, prepotencia y vanidad hasta pretender pasar sobre la Constitución y demás disposiciones legales que nos rigen. Para el Presidente podrá ser importante la promesa que le hiciera a su esposa, tal y como lo declarara públicamente, de permitirle hacer lo que le dé la gana en su gobierno, pero una cosa son las conversaciones í­ntimas dentro de un matrimonio y cosa totalmente distinta es el ordenamiento jurí­dico de la nación, como el cumplimiento de un mandato otorgado por el pueblo. Por lo que vale aclarar que mandatario no es quien manda, sino quien está obligado por mandato.

A mi manera de ver las cosas, la demanda entablada por el Partido Patriota debe seguir su curso, porque ahora más que nunca hay que sentar precedentes y su salida no la exime de responsabilidad. Aquí­ no rige la monarquí­a; nadie es tan grande y poderoso que no deba cumplir con la Ley; como que todos los seres humanos somos libres e iguales en dignidad y derechos. Quien asume un cargo público está obligado a cumplir con sus deberes y responsabilidades, empezando por informar el qué, cómo, cuándo y dónde se gastan o invierten los fondos públicos. Que en el gobierno haya gente que permita que su dignidad la pisoteen, es cosa muy de ellos, pero eso no basta para que todos, sin excepción alguna, tengan la gorda obligación de informarle al pueblo ¡el soberano! Aquí­, el Presidente es quien coordina en Consejo de Ministros la polí­tica de desarrollo de la nación, por lo que también resulta absurdo y redundante que se auto nombre «Presidente del Consejo de Cohesión Social», para que lo siga haciendo su esposa tras bambalinas pero, ¿que la responsabilidad presente o histórica de su buen o mal manejo ambos se la puedan quitar de encima? ¡Ni soñarlo!