El liberal demócrata Nick Clegg resistió ayer a la dura ofensiva del líder conservador David Cameron y del primer ministro Gordon Brown en un segundo debate electoral que lo confirmó como un serio candidato para las elecciones generales británicas del 6 de mayo.
Clegg, gran revelación de la primera contienda, volvió a imponerse en este segundo debate dedicado a los temas internacionales para el 33% de los 2.691 televidentes sondeados por el instituto ComRes para la cadena ITV, por delante de Cameron y Brown, empatados en segunda posición con un 30%.
Cameron, el que tiene más que perder con la ascensión del liberal demócrata, salió por su parte ganador de otro sondeo inmediato realizado por You Gov para el diario The Sun, con un 36%, frente a 32% para Clegg y 29% a Brown.
Consciente de la amenaza que representan sus dos jóvenes -ambos tienen 43 años- y telegénicos rivales, Brown empezó el debate organizado por la cadena Sky News en Bristol (suroeste de Inglaterra) urgiendo a los votantes a no abordar estas elecciones como un «concurso de popularidad».
Como estaba previsto, el tema de Europa fue uno de los que suscitó mayor polémica entre Cameron, líder de un partido tradicionalmente euroescéptico, y Clegg, ex diputado en Bruselas, de madre holandesa, esposa española y políglota.
El líder Tory insistió en su deseo de recuperar algunos de los poderes que se traspasaron a Bruselas, y prometió referéndums en cuestiones puntuales, mientras que el liberal demócrata le respondió que si había un referéndum tenía que ser para saber si Gran Bretaña se iba o se quedaba.
«Â¿Saben a quién me recuerdan estos dos? A mis dos hijos pequeños peleándose a la hora del baño», bromeó el jefe de Gobierno, que en este tema en particular coincidió bastante con Clegg.
En otros asuntos, como la renovación del sistema de disuasión nuclear Trident -que Clegg considera demasiado costoso cuando la amenaza no son los misiles sino las bombas sucias de los terroristas-, fueron los aspirantes laborista y conservador los que se aliaron contra el liberal demócrata.
«Nunca he pronunciado estas palabras pero «estoy de acuerdo con Gordon», dijo Cameron provocando risas entre las 200 personas que asistieron al debate y formularon las preguntas. «Creo profundamente que estamos más seguros con un sistema de disuasión nuclear independiente en un mundo inseguro e incierto. No se pueden asumir riesgos con esto», agregó.
Otros temas provocaron menos debate, como la lucha contra el cambio climático o el apoyo a la visita que el papa Benedicto XVI efectuará a Gran Bretaña en septiembre próximo.
Aunque el tercer y último debate, el próximo jueves, estará dedicado a los asuntos económicos, Brown trató de llevar la discusión hacia el tema principal de esta campaña, con el que espera hacer la diferencia entre los votantes, y acusó a Cameron de «poner en peligro la economía».
Según el último sondeo YouGov/The Sun, si las elecciones se celebraran hoy, los conservadores obtendrían un 33% de los votos, contra 31% para los liberal demócratas y un 27% para los laboristas, aunque debido a las particularidades del sistema electoral los últimos serían los que obtendrían más escaños.
Ante la perspectiva cada vez más creíble de un «hung parliament», un parlamento en el que ningún partido tenga mayoría absoluta, Clegg podría aliarse con los laboristas y dejar fuera a Cameron, el candidato que lideró los sondeos durante dos años y hasta hace poco se veía ya en Downing Street.
Por eso, la prensa conservadora somete desde hace días al líder «LibDem» a un intenso escrutinio. Clegg calificó esta noche de «noticia sin sentido» las acusaciones publicadas esta mañana en portada de The Daily Telegraph diciendo que tres donantes de su partido ingresaron directamente sus contribuciones en la cuenta personal de Clegg. Previamente había dicho que el dinero fue «declarado de manera apropiada» y que iba a «publicar las cifras para demostrarlo».
Aunque rehúsa las comparaciones con Barack Obama, Clegg, que se presenta como la gran alternativa al tradicional bipartidismo británico, terminó su intervención en el más puro estilo del presidente norteamericano. «Algo realmente extraordinario está empezando a pasar. No dejen que les digan que no puede pasar. Sí puede».
La economía británica, que salió a finales de 2009 de una profunda recesión, sufrió un frenazo en el primer trimestre, un golpe para el primer ministro Gordon Brown que ha hecho de la recuperación el caballo de batalla de su campaña para las elecciones generales del 6 de mayo.
El Producto Interior Bruto (PIB) británico registró un crecimiento de sólo 0,2% durante los tres primeros meses de 2010, lo que supone una contracción interanual de 0,3%, según la primera estimación divulgada este viernes por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS).
Para los economistas, que esperaban en promedio un incremento de 0,4%, este dato confirma la perspectiva de un crecimiento lento y frágil en 2010, aunque todos ellos confían en que sea revisado al alza en los meses sucesivos.
A menos de dos semanas de los comicios más reñidos en casi dos décadas, este resultado es también una mala noticia para Brown, que antepone sus tres años de experiencia al frente del gobierno y otros 10 como ministro de Finanzas para presentarse como el único candidato capaz de consolidar la incipiente recuperación.
Su gobierno laborista ya tuvo que hacer frente a otros datos económicos mensuales negativos para marzo: un incremento de la inflación (0,6% mensual, 3,4% interanual), la mayor tasa de desempleo en 14 años (8%) y un incremento, aunque menor de lo previsto, del déficit mensual a 25.800 millones de libras (29.700 millones de euros, 39.600 millones de dólares).
Tanto Brown como sus rivales, sin embargo, utilizaron el resultado del PIB para atacarse mutuamente en el tema central de la campaña.
Brown declaró que demostraba que la «recuperación está definitivamente en marcha». «Creo que sólo hay un líder en esta campaña con la experiencia, la sensatez, los antecedentes y el equipo al que se le pueda confiar la recuperación en este momento de incertidumbre y fragilidad», agregó durante una rueda de prensa en la que calificó a sus rivales el conservador David Cameron y el liberal demócrata Nick Clegg de «principiantes».
Los «Tories», que encabezan los sondeos de intención de voto pero no deberían disponer de una mayoría suficiente en el parlamento para poder gobernar, criticaron la política económica actual.
«Después de la recesión más larga, ahora tenemos una recuperación sin empleo de un gobierno débil», afirmó George Osborne, responsable de asuntos económicos del partido conservador.
Mientras los laboristas quieren consolidar antes la recuperación, los conservadores abogan por una reducción más drástica del déficit público, que alcanzó el 11,8% del PIB en el ejercicio fiscal que terminó en marzo, con recortes previstos de hasta 6.000 millones de libras rápidamente.
Por su parte, los liberal demócratas liderados por Clegg, la gran revelación de la campaña y que podría tener la llave de un cada vez más posible gobierno de coalición, advirtieron por su parte de una posible caída de la economía en el decrecimiento.
El analista de Ernst and Young, Hetal Metha, como otros analistas, coincidió en «los riesgos para la economía, sobre todo dependiendo del alcance del endurecimiento de las medidas fiscales que veamos después de las elecciones».