En Chile recientemente asumió como Presidente de la República Sebastián Piñera, quien por segunda vez fue candidato presidencial y ahora triunfó superando al ex presidente Eduardo Frei, el candidato de los partidos de la Concertación, quienes gobernaron ese hermano país durante cuatro períodos consecutivos.
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Piñera no es una persona que de la noche a la mañana apareciera en el panorama político, fue Senador y como ya lo indicara, dos veces candidato presidencial, además, es uno de los multimillonarios que el desarrollo económico de Chile ha permitido que existan.
Durante su campaña política se comprometió a vender su participación accionaria en Lan, que sobrepasa los mil millones de dólares; también ha puesto a la venta su propiedad en la Clínica Las Condes, evidenciando con ello que como un Hernán Cortez moderno quema sus naves como empresario y se convierte en un político de tiempo completo.
Para admiración y sorpresa de los conservadores (neoliberales), en su reciente visita a los Estados Unidos con motivo de la Cumbre sobre seguridad atómica, Piñera en una de las entrevistas que concedió a CNN, de difusión a nivel mundial, manifestó enfáticamente que los intereses individuales no pueden privar sobre el interés colectivo, evidenciando que él, los empresarios en Chile, los políticos de derecha, de centro y de izquierda tienen totalmente claro cual es el deber del Gobierno en una sociedad democrática.
Manifestó, además, que para enfrentar la reconstrucción que se requiere de viviendas, infraestructura y puentes que ha producido el reciente y severo terremoto, como Presidente aumentará la carga tributaria (de las más altas en América Latina) utilizará los ahorros del Estado que sabiamente acumularon los últimos cinco gobiernos gracias a ser el principal propietario de la minería de cobre en ese país.
Indicó, asimismo, que no privatizará la industria minera del cobre que posee el Estado, lo que indudablemente contrasta con lo que las cúpulas centroamericanas opinan. Estas palabras evidencian que es un multimillonario con conciencia social, que no jugó a la política de forma personal, ni para la búsqueda de beneficios individuales, sino como buen patriota reitera que los intereses de la mayoría y las necesidades de éstas deben estar antes que el lucro o el enriquecimiento a base de no pagar impuestos.
Interesante sería que al igual que en 1990 al finalizar el Gobierno de Pinochet, Fundesa comisionara a alguien, igual que lo hizo conmigo, para llevar un grupo de guatemaltecos dirigentes y representantes del sector sindical, de los partidos políticos, de los tanques de pensamiento y análisis, de las cámaras que integran Cacif a hacer en Chile una evaluación y comprobación que el progreso de esa nación es el resultado de las políticas adecuadas, tanto de Pinochet como de los cuatro gobiernos de la Concertación que se dedicaron a producir el desarrollo social, las mejoras económicas que han permitido la elevación de la educación pública, la infraestructura y los programas de seguridad social que hacen hoy a Chile un ejemplo social y económico en Latinoamérica que se traduce en la mejor producción interna y para la exportación.