Actuemos como ciudadanos ante la violencia


Todos los dí­as ocurren crí­menes que enlutan a hogares guatemaltecos de todo estrato social porque la violencia no discrimina y afecta por parejo, lo que nos coloca en la posición de ser testigos del llanto y dolor de los que en cada uno de nuestros dí­as tienen que llorar la muerte de un ser querido. Algunas veces nos conmueve alguno de esos asesinatos pero por lo general los vemos como algo natural, como una desgracia terrible, quizás, pero contra la que nada podemos hacer.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Ejercer ciudadaní­a es una tarea pendiente para los guatemaltecos porque no nos decidimos a actuar, a manifestar nuestro rechazo e indignación por esa vorágine violenta que ocurre ante la pasividad de las autoridades que no atinan ni a prevenir el delito ni a castigar a los delincuentes, haciendo de todo el territorio nacional el paraí­so mismo de la impunidad. Cuando la violencia nos toca de cerca o afecta a algún conocido, el pequeño cí­rculo tiene un aire con remolino que dura lo que un chupón de puro. Enterrado el muerto todo vuelve a la normalidad y todos olvidamos que tenemos un papel que jugar para exigir justicia, para demandar seguridad. Le pedimos a Dios, los que creemos en í‰l, que nos proteja y nos libre a nosotros y a nuestros familiares de la desgracia de la violencia, pero esa actitud es tan torpe como la de los combatientes de la Guerra Civil Española que llamaban «Detente Bala» a la imagen del Corazón de Jesús que se colgaban en el pecho cuando se enfrentaban al bando republicano. A Dios rogando y con el mazo dando, dice el refrán, y nosotros ni tenemos mazo ni disposición de hacer absolutamente nada para ejercer presión, para obligar a las autoridades a salir de su modorra e indiferencia. Con razón se dijo que los medios protestaron y se movilizaron cuando fue el ataque a nuestro respetado y querido amigo Luis Felipe Valenzuela, mientras que todos los dí­as hay ví­ctimas anónimas que dejan su vida en circunstancias idénticas a las que casi matan al de mente ágil. Aquí­, en este diario, creemos que ha llegado la hora de actuar y que así­ como en otros lugares del mundo la violencia es capaz de provocar masivas movilizaciones de la sociedad para exigir justicia y seguridad, en Guatemala los ciudadanos tenemos que ejercer ciudadaní­a y reclamar, con constante firmeza, que se haga algo porque no es posible que trece millones de guatemaltecos honrados permanezcan de rodillas ante la acción de unos cuantos millares de malvados que imponen el terror a toda la población. Porque si algo nos falta como paí­s es tener un pueblo capaz de reaccionar, de ser solidario con el dolor y la necesidad ajena, que pueda ejercer la necesaria presión para que los funcionarios sientan que no pueden seguir actuando con tan grave indiferencia porque enfrente hay un colectivo dispuesto a exigirles que cumplan con su deber. De las lamentaciones y las quejas sordas tenemos que pasar a la expresión consistente y permanente de civismo para ser factores del cambio del paí­s. Ese cambio no llegará nunca mientras nosotros sigamos siendo un dechado de indiferencia y la sangre de horchata siga recorriendo nuestras venas. No esperemos a que nos toque la violencia para reaccionar, sino demandemos acciones preventivas y correctivas para contener el delito y la inseguridad. Sinceramente, ese desborde de violencia nos marca un deber y por ello es que, ciertamente, llegó la hora de actuar.