Los alcaldes no son los dueños de los municipios


Si bien es cierto que el municipio tiene personalidad jurí­dica y capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones, su naturaleza es la unidad básica de la organización territorial del Estado y espacio inmediato de participación ciudadana en los asuntos públicos; se caracteriza por sus relaciones permanentes de vecindad, multietnicidad, pluriculturalidad y multilingí¼ismo, organizado para realizar el bien común de todos los habitantes de su distrito. No es entonces un cacicazgo en donde el jefe tiene toda la autoridad o poder para exigir o fastidiar a los vecinos, como tampoco es un reinado en donde los demás son súbditos del soberano para obedecer el pago de impuestos. Lo anterior nunca debieran olvidarlo nuestros alcaldes, empezando por el de Guatemala, quienes echan en saco roto el término de ayuda mutua.

Francisco Cáceres Barrios

Estoy seguro que nadie discute los buenos deseos por mejorar los parques Central y Centenario de la ciudad capital, pero toda persona consciente y respetuosa de los derechos de los demás está en completo desacuerdo que por capricho se haya alterado de tal forma la circulación de vehí­culos automotores, con chapuces o arreglos decorativos innecesarios que, en vez de beneficiar perjudican a la población, contaminando y terminando de hacer pedazos sus ví­as de comunicación en varias cuadras a la redonda. Es por ello que repito, insisto y a las pruebas me remito, que el Centro Histórico sigue yéndose por el despeñadero de la suciedad, del abandono, de lo antihigiénico como de la ausencia total de un buen y planificado mantenimiento.

Don Quijote aconseja a Sancho que «para ganar la voluntad del pueblo que gobierna, entre otras has de hacer dos cosas: la una ser bien criado con todos, y la otra, procurar la abundancia de los mantenimientos; que no hay otra cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el hambre y la carestí­a». De ahí­ que el bien común no sea otra cosa que el conjunto de condiciones necesarias para que los hombres, las familias y las instituciones puedan lograr su mejor desarrollo. Por ello es importante para quien gobierna no solo satisfacer su ego, sino vaya más allá, a buscar el bienestar de los demás.

¿Por qué entonces nuestro Alcalde Arzú en vez de fustigar a la Directora de la Hemeroteca Nacional por un justo reclamo, quitándole el parqueo para su vehí­culo, no se acerca a tan noble entidad para atender debidamente los requerimientos de salubridad y ornato del edificio que la aloja, lo que tanto tiempo tiene de estar justificadamente clamando, no que han pasado tres años soportando polvo y lodo provocado por la colocación de ladrillos y abriendo hoyos por todas partes, a más de hacer caso omiso de la hediondez que satura el ambiente por las excretas humanas que desesperan a los transeúntes, no digamos a quienes laboran por sus alrededores?