La familia Bin Laden en Irán


Poco antes de que las bombas estadounidenses empezaran a caer sobre Afganistán en octubre de 2001, una caravana salió sigilosamente de Kandahar con destino a Irán. La CIA ha mantenido desde entonces que una docena de miembros de Al Qaeda, incluidos algunos hijos de Osama Bin Laden , habí­an cruzado la frontera y permanecí­an en territorio iraní­. Las autoridades iraní­es siempre lo han negado. Sin embargo, a finales del pasado noviembre una de las hijas del famoso terrorista, Iman, se presentó en la embajada saudí­ en Teherán diciendo que habí­a escapado de la vigilancia de sus anfitriones.


Iman Bin Laden tení­a apenas nueve años cuando se separó de su padre en Kandahar, la ciudad del sur de Afganistán donde el famoso terrorista viví­a amparado por los talibanes. La muchacha es hija de Osama y su primera mujer, la siria Najwa al Ghanem, que poco antes habí­a regresado a su paí­s con tres niños más pequeños. Junto a Iman, se ha confirmado ahora, escaparon al menos otros seis hijos y otra de las cuatro esposas de Bin Laden, Um Hamza. Los chavales (Saad, Osama, Mohamed, Fatma, Hamza y Bakr) estaban entonces entre los 20 y los siete años de edad.

De las declaraciones de varios de sus familiares a la prensa saudí­ se desprende que los Bin Laden cruzaron a pie la frontera iraní­, provistos de pasaportes sudaneses en los que sus nombres habí­an sido alterados para que no fueran reconocibles. Aún así­, los servicios secretos iraní­es terminaron dando con ellos. Apenas un año después, sus agentes les instalaron en un recinto amurallado y vigilado a las afueras de Teherán, que no les permití­an abandonar «por su propia seguridad». De vez en cuando, sin embargo, podí­an salir escoltados a hacer compras, lo que da una idea de su ambigua situación en Irán.

Fue en una de esas ocasiones cuando Iman logró escapar y refugiarse en la embajada de su paí­s. Desde allí­, llamó por teléfono a Abdalá, uno de sus medio hermanos que vive en Arabia Saudí­ y la familia se movilizó.

«No sabemos cómo ha entrado en nuestro paí­s, ni de qué forma ha llegado a la embajada saudí­», declaró el ministró iraní­ de Exteriores, Manuchehr Mottaki, cuando la noticia se conoció en diciembre y los periodistas le preguntaron. Tres meses después, sin embargo, su Gobierno ha permitido que la chica se reúna con su madre, a pesar de las tensas relaciones que mantiene con Riad. Al Ghanem viajo a Teherán para recogerla y se la llevó de vuelta a su Lattakia natal el pasado 18 de marzo.

Todaví­a hay algunos detalles contradictorios. Según el relato de Omar, el cuarto de la veintena de hijos del lí­der de Al Qaeda y uno de los primeros en acudir a la prensa, sólo supo que sus hermanos y hermanas estaban aún con vida cuando Iman le llamó por teléfono a finales de noviembre. Sin embargo, su mujer, la británica Zaina Alsabah, ha declarado que desde hace dos años las autoridades iraní­es habí­an permitido que la chica telefoneara a su madre de vez en cuando. Además, unos meses antes que ella, también consiguió escapar Saad quien, según Jaled, otro de los vástagos del terrorista, les contó «las tragedias y penurias» vividas por la familia en Irán. Jaled ha escrito al lí­der supremo, Ali Jameneí­, pidiendo la liberación del resto de sus parientes.

Aunque tanto las autoridades iraní­es como las saudí­es han declinado hacer comentarios, los familiares aseguran que una treintena de personas permanecen en la misteriosa casa de Teherán. Además de Um Hamza y los cinco medio hermanos de Iman, hay varias hijas polí­ticas y hasta 11 nietos de Bin Laden, algunos nacidos durante estos ocho años de cautiverio. Queda la duda de si junto a ellos están también Saif al Adel (el que fuera número tres de Al Qaeda) y Suleiman Abu Gaith (portavoz del grupo), a los que la CIA perdió la pista en la frontera iraní­ en octubre de 2001 y a los que se ha vinculado con los atentados terroristas de 2003 en Arabia Saudí­.