El cambio político que se dio en Chile con la elección de Sebastián Piñeira obligó al abogado Jorge Mario Saavedra, Embajador de ese país en Guatemala, a presentar su renuncia, por lo que en breve estará partiendo de vuelta a su país, en donde goza de mucho prestigio por su papel como abogado criminalista de destacada participación, sobre todo, en cuestiones relacionadas con el espinoso tema de los derechos humanos que en esa nación sudamericana fueron tan conculcados durante la dictadura.
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Con Jorge Mario llegamos a cultivar una interesante amistad que me permitió conocer su enorme interés por las cuestiones de nuestro país, mucho más allá de las puras formalidades diplomáticas o de los temas de la relación bilateral. Hablando alguna vez de la debilidad de nuestras instituciones, yo le decía que eso no era casual, sino producto de una sistemática campaña realizada en el transcurso de los últimos 50 años durante los que se vilipendió todo lo público, empezando por el Estado y sus instituciones, en aras de lo privado; se desprestigió todo esfuerzo colectivo bajo la prédica de un individualismo que a partir del egoísmo fuera capaz de sumar hasta generar prosperidad, otras palabras para explicar la economía del derrame «trickle down», tan impulsada en tiempos de Reagan y que aún tras su estrepitoso fracaso, aquí sigue siendo dogma. Y empezamos a conversar sobre un esfuerzo académico para devolver su peso al Estado y sus instituciones, a partir del tema de la impunidad y la incapacidad para proveer de justicia y seguridad. No fue casualidad que ambos termináramos siendo impulsores tenaces de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala. Jorge Mario Saavedra se ganó fama en el cuerpo diplomático por ser quizá el menos diplomático de todos los embajadores acreditados en nuestro país. Con muchos pelos en la barba, no los tiene en la lengua cuando siente que debe decir algo y muchos de sus comentarios levantan polvo y sorprenden a sus interlocutores que están acostumbrados a un lenguaje menos directo cuando un miembro del servicio exterior aborda temas de alguna conflictividad. Para Jorge Mario la única forma de abordar las cosas es diciéndolas como las siente y eso, por supuesto, no es común entre sus colegas porque, además, muchos lo consideran impropio. A lo largo de tantos años de ejercicio del periodismo he conocido a muchos diplomáticos y algunos de ellos simplemente pasan por este destino como parte de su carrera y esperando a que llegue próximo el fin para aspirar a una representación de más importancia. Otros se enamoran de Guatemala y aprovechan todo el tiempo para impulsar proyectos, para alentar cambios positivos y, por qué no decirlo, para frustrarse por la forma en que actuamos los guatemaltecos. Dentro de estos últimos ubico al abogado Saavedra que ha recorrido el país y lo ha llegado a conocer intensamente por su gran red de amigos de distinta posición y pensamiento que comparten el aprecio que genera esa magnética personalidad suya. Parte Jorge Mario por absoluta congruencia con sus ideas. Miembro de la Concertación en Chile, al retirarse del ejercicio de su profesión con una hoja brillante como abogado litigante, cabrón como diríamos en Guatemala, es nombrado Embajador en Guatemala por su amistad y vínculos con los dirigentes de la izquierda de su país. En esas condiciones no sentía que podía continuar representando al nuevo gobierno producto de la derecha y, con dolor de su corazón, presentó su renuncia que le fue aceptada. Deja, sin embargo, tantos amigos, que seguramente le veremos por aquí con frecuencia y ya habrá forma de continuar con las gratas tertulias.