La toma de los medios: la nueva estrategia polí­tica 


            Ahora que un tal Sinibaldi ha tomado las calles para anunciar un programa de televisión (porque quiere ser alcalde de Guatemala), ahora que un humilde siervo de Dios llamado ílvaro Arzú no deja de anunciar sus exiguos logros ví­a canales de televisión (los que ya todos conocemos), ahora que los polí­ticos se han tomado los medios para apoyar sus candidaturas electorales, no queda sino reflexionar para que la ciudadaní­a preste oí­dos sordos a las propuestas vací­as de quienes cada cuatro años piden el voto. 

Eduardo Blandón

           Es crucial ponerse pilas frente a los cantos de sirena de los demagogos de profesión, porque las fórmulas para inducir al voto se han refinado y si no hay una actitud despierta acabaremos por dejarnos convencer por propuestas mentirosas y sofí­sticas que sólo nos conducirán a una mala elección en las próximas justas cí­vicas. 

 

            Pero el llamado de atención no sólo va en la ví­a de no dejarse persuadir con facilidad, usando la sensatez y los tres dedos de frente que el Creador nos dio, sino a cultivar una crí­tica inteligente frente a la actitud mercenaria -mercantil- de los medios de información que ceden sus recursos, los venden o los ofrecen con interés velado o manifiesto, para la promoción de cualquier candidato. 

 

            Nuestras elecciones se han pervertido (entre tantas depravaciones) por la venalidad de las justas.  En realidad no se puede competir si no se tienen los suficientes recursos para hacerlo.  En la consecución del objetivo, por esta causa, los candidatos se venden y se ofrecen al mejor postor para realizar sus sueños y llegar a ser Presidentes de Guatemala.

 

            Al Gore reflexionando sobre el mismo tema, lo dice de la siguiente manera: «Cuando solo los ricos pueden permitirse entrar en el foro principal, donde la mayorí­a de la gente recibe la información, los que pueden pagar el precio de admisión ejercen más influencia de manera automática.  Sus opiniones llegan a ser más importantes que las opiniones de los demás.  Entonces, las prioridades de la nación cambian».

 

            El ex presidente norteamericano critica, por ejemplo, que en Estados Unidos actual, el candidato que reúne la mayor cantidad de dinero dominará la apariencia del discurso polí­tico utilizado por los votantes como base de su decisión.  «La comunicación entre los candidatos a la Presidencia y los votantes estadounidenses se basa casi por completo en anuncios televisivos de treinta segundos, carí­simos espacios comprados por los candidatos con dinero donado por las élites, muchas de las cuales están interesadas en comprar resultados polí­ticos especí­ficos con sus contribuciones».

 

            Entonces, la lógica del desconocido Sinibaldi y del mí­nimo ílvaro Arzú sigue el razonamiento de los tiempos (al menos no podemos acusarlos de desactualizados, timoratos o ingenuos), esto es: aprovecharse de los medios, venderse a las élites y mantenerse en el poder todo el tiempo posible, sin apenas preocuparse por el bienestar de los ciudadanos.

 

            En resumen, hay que estar alertas, leer mucho, pensar bastante, cultivar la suspicacia e incluso vivir el escepticismo metódico.  No se crea muy listo ni inteligente, no se fí­e, porque su sabidurí­a frente a los medios puede fracasar.  Termino con las palabras del mismo Gore: «Por sí­ sola, la educación es necesaria pero insuficiente. Una ciudadaní­a más instruida tiene más posibilidades de ser una ciudadaní­a bien informada, pero se trata de dos conceptos sin relación entre sí­.  Se puede ser una persona instruida y al mismo tiempo poco o mal informada.  En la Alemania de las décadas de 1930 y 1940, muchos miembros del Partido Nazi eran personas muy formadas, pero sus conocimientos de literatura, música, matemática y filosofí­a solo sirvieron para aumentar su eficacia como nazis.  Por muy instruidos que fueran, por muy profundamente que hubieran cultivado su intelecto, no dejaban de estar presos en una red de propaganda totalitaria que les movilizó con objetivos perversos».