Pertenencia e identificación de clase


Para quienes provienen de las capas medias de la población, su situación y perspectiva depende de lo que hacen y se proponen. Son las capas de la sociedad con más arraigado individualismo. Entre los segmentos medios altos, están los que se proponen ascender a toda costa, son arribistas y acomodaticios. Por igual y desesperadamente, tienden a identificarse con los oligarcas y potentados a sabiendas que nunca llegarán a formar parte de sus privilegiados cí­rculos periféricos ni que se los permitirán ni dejarán que lo consigan.

Ricardo Rosales Román
rosalesroman.cgs@gmail.com

Las capas medias bajas, son las que más parecieran estar condenadas a padecer y soportar ésta su injusta condición social. Son derrotistas, conformistas y pesimistas. Entre los segmentos medios -propiamente dichos-, están quienes van tomando conciencia de que ni el ascenso a como dé lugar y el conformismo, son el camino a seguir y optan por identificarse con la clase obrera y su lucha, proletarizar su manera de pensar y proceder. Tal es la decisión que asumí­ en 1951, y empezó a concretarse dos años después con mi ingreso y militancia en el destacamento organizado de la clase obrera del paí­s, el Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT. A las obreras y obreros les son intrí­nsecas cualidades y virtudes, rasgos y caracterí­sticas que les diferencia de las demás clases sociales. Una de ellas es su sentido de organización. En tanto que son objeto de la explotación patronal y laboral, su solidaridad y camaraderí­a los une e identifica como clase. Como dijera Marx, nada tienen que perder a no ser las cadenas de la opresión y explotación capitalista. Las clases y sectores de la sociedad que más cerca están del proletariado son el campesinado pobre y sin tierra, las y los indí­genas discriminados y explotados, la población en situación de pobreza y pobreza extrema, otras capas trabajadoras de la ciudad y el campo, intelectuales y artistas revolucionarios y progresistas, la juventud y el estudiantado. Es en el curso de la lucha que pasan a ser sus principales aliados y por sus coincidencias y unidad -en lo teórico y en la práctica- constituyen la fuerza principal de la Revolución social, democrática y popular. Es lo que la teorí­a indica y la práctica enseña, aunque no sea así­ como estén las cosas en el paí­s. La contrainsurgencia como polí­tica de Estado, en nuestro caso y en relación al movimiento sindical, alcanzó su objetivo de descabezarlo, dividirlo y obligarlo a replegarse. A una liquidada dirigencia consecuente la sustituyen dirigentes que propician -consciente o inconscientemente y, para el caso, es lo mismo- el desclasamiento y desideologización de lo que quedó del sindicalismo organizado, limitar su acción y abandonar la lucha polí­tica y antipatronal. Institucionalmente la oligarquí­a y su empresariado organizado se encargan de algo más: desvirtuar la relación obrero patronal reduciéndola a una relación entre empleado y empleador y cercenar el derecho a su libre e independiente organización. Es lo que en parte explica -más no justifica-, que predominen sindicatos de empleados del Estado, sean contados los sindicatos fabriles, industriales y agrí­colas, de servicios y comercio y que, además de su disminuida acción clasista, hayan pasado a constituirse en agrupamientos gremiales de cuello blanco. Son raras pero sí­ importantes las excepciones. Este no es un fenómeno que solamente se esté dando en nuestro paí­s. En otros paí­ses, tiene sus propios rasgos, caracterí­sticas y peculiaridades. Mayo de 1968, en Parí­s, marca uno de los momentos más conflictivos de la lucha de clases en un paí­s capitalista, con una alta dosis de voluntarismo y espontaneidad. En aquel momento -no sin razón- los privilegiados estratos de la intelectualidad francesa, con el estudiantado como lo más visible, levanta consignas tan impactantes y agitativas, como distractoras. Recuerdo dos. Una, «Â¡La imaginación al poder!»; la otra, «Â¡No te fí­es de alguien que tenga más de treinta años!». Problemas propios de la clase obrera francesa, su debilitamiento y diferencias internas, cuestiones de organización, ideológicas y polí­ticas no resueltas en el Partido Comunista Francés, PCF, la polémica chino soviética, y el eurocomunismo y revisionismo en varios partidos comunistas y obreros de Europa occidental y oriental (empezando por el PCUS), contribuyeron a que al proletariado se le relegue como clase llamada a emancipar a los pueblos y paí­ses explotados y oprimidos. Son estas experiencias y otras más, de las que hay que extraer lecciones y aprender si es que revolucionariamente se está en disposición de corregir el rumbo, no volver a repetir y reproducir errores del pasado, refundar lo que haya que refundar y unir lo que hay que unir, desde la izquierda. http://ricardorosalesroman.blogspot. com/