David Cameron, el joven y mediático líder que ha renovado el Partido Conservador británico, se juega en la recta final de la campaña electoral volver a llevar al poder a los «Tories» tras 13 años ininterrumpidos de laborismo o dejar escapar una victoria cantada.
Durante meses, los sondeos anunciaban su mudanza a Downing Street, pero la situación cambió en el último mes con la recuperación del primer ministro Gordon Brown, lo que augura una contienda reñida.
«No me metí en política para hacer cosas pequeñas», advirtió recientemente.
En los cinco años transcurridos, desde que asumió el liderazgo, Tory, con sólo 39 años y siendo prácticamente un desconocido, el desenvuelto Cameron ha hecho olvidar los tiempos de la implacable Margaret Thatcher y transformado el partido en una alternativa creíble al laborismo.
Emprendió un viaje al centro, modernizó la agenda conservadora centrada en los impuestos y la inmigración agregándole temas más vendedores como el medioambiente o los servicios públicos, y abrió los cargos de responsabilidad a jóvenes, mujeres y otras minorías.
Sin embargo, sus detractores le reprochan su falta de experiencia -sobre todo en el contexto actual de frágil recuperación económica tras 18 meses de recesión- y la falta de sustancia tanto personal como de su programa electoral, sin perder nunca una oportunidad de recordar sus orígenes aristocráticos.
Descendiente directo del rey Guillermo VI, David Cameron nació el 9 de octubre de 1966 en una familia acaudalada encabezada por un padre corredor de bolsa y se crió en una pequeña localidad del condado de Berkshire.
Como sus tres hermanos, gozó de un educación privilegiada. A los siete años ingresó en la escuela Heatherdown, que tuvo entre sus alumnos a los príncipes Andrés y Eduardo de Inglaterra, luego en el prestigioso Eton College y finalmente en la Universidad de Oxford, de donde salió en 1988 licenciado en Filosofía, Política y Economía.
Aunque no militó políticamente en la universidad, entró a trabajar de inmediato en el Partido Conservador. Tras colaborar con el primer ministro John Major en la preparación de sus comparecencias en el parlamento, asesoró a varios ministros.
En 1993, sin embargo, dejó temporalmente el partido para ser director de comunicación en el grupo de medios Carlton, donde perfeccionó sus dotes de relaciones públicas y aprendió a lidiar con la prensa.
Su experiencia en el sector privado concluyó en 2001 cuando ganó un escaño parlamentario. Su ascensión en el partido «Tory» fue meteórica. En 2004 entró en el gabinete de oposición y en 2005 obtuvo el liderazgo gracias en parte a un discurso sin notas -pero aprendido de memoria- en el que abogó por «una nueva generación de conservadores».
El cambio de estilo del que una vez se presentó como «heredero de Blair» no se limitó a la política. Cameron dejó que los medios exploraran su faceta de padre de familia casado desde 1996 con Samantha -de más alcurnia que él- y con tres hijos, el mayor de los cuales, Iván, seriamente discapacitado, falleció en 2009 a los seis años.
Y en la estela de Blair, cuyo cuarto hijo nació en Downing Street, Cameron acaba de anunciar que su esposa espera otro bebé para septiembre, una noticia que podría rentabilizar en las urnas.