Una carta de la Agencia Federal de Protección al Medio Ambiente de los Estados Unidos provocó enorme conmoción en una pequeña comunidad de Estados Unidos, puesto que se anunciaban multas y sanciones a la ciudad por descuido malicioso en el manejo de asbestos durante la ejecución de un proyecto hace una década. Ayer asistí a la sesión del Concejo Municipal en la que se discutió el tema y pude presenciar la práctica de una esencial democracia en la que los contribuyentes, cuyo dinero tendría que ser utilizado para pagar las multas de la EPA, se plantaron para exigir al Gerente de la ciudad y a los concejales que les rindieran cuentas y les informaran con la más absoluta transparencia.
ocmarroq@lahora.com.gt
El común denominador de las exposiciones fue la presentación de cada uno de los oradores como contribuyente que paga sus impuestos, altos por cierto, demandando a sus servidores públicos transparencia y rendición de cuentas. Y vaya que a las autoridades de la ciudad les dijeron todo lo que quisieron, porque muchos de los vecinos recordaron cómo fue que se manejó ese proyecto en el que se utilizaron los desechos de asbesto sin ningún cuidado y exponiendo a la población a los efectos cancerígenos de ese material. Con energía y determinación, los mandantes, en este caso los electores y contribuyentes, fueron señalando los vicios en la gestión pública, al punto de que la posición del gerente de la ciudad se fue debilitando de tal manera que resulta a estas alturas imposible pensar que pueda seguir ejerciendo su cargo. Y mientras veía el desfile de ciudadanos ocupando el estrado de los oradores que disponían de cuatro minutos para realizar su exposición y encarar al Concejo de la ciudad, pensaba en cuán importante es ese papel de los ciudadanos al asumir su responsabilidad exigiendo transparencia. Mientras un concejal respondía diciendo que no había que creer todo lo que decían los periódicos y que el tema no era para alarmarse tanto, los vecinos decían que de no ser por la Prensa no se hubieran enterado del riesgo en que se encuentra su dinero porque la millonaria multa que la EPA puede poner a la ciudad tendría que ser pagada con el dinero del fisco. La verdad es que en todas partes del mundo se cuecen habas y corrupción hay en todos lados. Me quedó claro que el Gerente de la ciudad y al menos uno de los concejales estaban apañando un sucio negocio que se hizo cuando se contrató la sustitución del asbesto y no se impusieron condiciones para una disposición adecuada de los desechos, lo cual cuesta dinero y por supuesto que hubiera reducido las ganancias del contratista. Pero también vi a las autoridades arrinconadas por la presión pública y cómo fue cambiando su actitud al tener que enfrentar la justificada ira de contribuyentes que no están dispuestos a permitir que ni un centavo de sus aportes sirva para cubrir una multa derivada de corrupción. Exigieron que se deduzcan responsabilidades y que, de haber multa o para pagar a los abogados que tengan que contratarse, se demande a quienes fueron responsables de las decisiones tomadas hace cinco años. Aun con controles severos, la corrupción se produce porque es parte de la naturaleza humana la búsqueda de dinero fácil y rápidas ganancias. Pero una buena combinación entre la Prensa que informa y un pueblo que reacciona, es capaz de ponerle coto a los desmanes y abusos.