Gabriel Morales Castellanos
Universidad de San Carlos de Guatemala Corrían los últimos días del mes de enero del año de 1996, cuando los miembros de una familia de apellido Rodríguez de la ciudad de La Antigua Guatemala, entregaban al reverendo Padre de la Compañía de Jesús Danilo Sanchinelli Parra, una pequeña imagen escultórica de un Niño Jesús Nazareno, la cual pasaría a formar parte de los tesoros artísticos del Colegio San Estanislao de Kostka, con el compromiso de ser procesionada durante la época cuaresmal de cada año en esa histórica urbe del Patrón Santiago El Mayor.

Ese primer año, nos indica el Padre Sanchinelli, iniciar la tradición del cortejo fue difícil, no se tenía un mueble adecuado para que las niñas y los niños lo portaran en sus hombros, pero teniendo el compromiso de llevar a cabo la procesión, se hizo uso de una andaría que se utilizaba para las posadas del mes de diciembre, la cual facilitó el hotel Casa Santo Domingo, y amenizó la misma la banda de Gobernación departamental de Sacatepéquez, en esta ocasión el artista ílvaro Lara arregló la túnica y confeccionó las flores que ornamentaban su anda. Por muchos años el cortejo salió del Colegio San Estanislao de Kostka, y en el año dos mil cuatro salió del Templo del Convento de las Capuchinas, siendo cargado en todas sus procesiones anuales por los frágiles hombros de niñas y niños de varios centros educativos de la ciudad colonial, las cuales siempre se realizaron en horas de la mañana al medio día, cada quinto sábado de cuaresma. Es importante indicar que en varias ocasiones este cortejo estuvo acompañado por una banda de músicos dirigida por el Maestro Willver Johann Hernández Castillo y en la organización de estos se contó con la colaboración del Lic. Luis Manuel Muñoz y del señor José Antonio García quien tuvo a su cargo la elaboración de bellos adornos. Así también se pudo solventar muchas dificultades por la ayuda que se tuvo de varias asociaciones y hermandades de pasión de algunas colonias y templos como la Recolección y la Candelaria. La pequeña imagen escultórica, está en muy buenas condiciones, la cual fue diagnosticada por el profesional de la restauración de obras de arte colonial; el licenciado Javier Fernández, quien le hizo un trabajo de limpieza, colocación de pestañas y reposición de líneas de expresión, ésta es una talla completa, pero su menudo cuerpo está solamente encarnado en las partes visibles; sus pies van parados sobre una peana fina que simula un camino empedrado y tiene adosada a la misma una ramita de rosal. Más que caminar el divino infante va dando saltitos – nos indica el Padre Sanchinelli -, reuniendo a la vez en sí el párvulo otra situación, siendo nazareno que carga su cruz, como primera premonición, tiene una segunda más, ya que el poseer llagas en sus manitas y piecitos nos indica una posterior resurrección; y lo convierten en un resucitadito. Su temporalidad de factura por lo limpio de su cuerpo lo ubican en el estilo neoclásico, es muy escasa la presencia de hilos de sangre y su rostro a criterio del Padre Sanchinelli, proyecta más que dolor la tristeza de un factible regaño, evocando toda su figura la de un infante de escasos seis años de edad, mide cuarenta y tres centímetros de alto, gira su cabeza hacia derecha y porta su cruz sobre el hombro izquierdo. Cuando el Niño Jesús le fue trasladado al Padre Danilo, esta imagen solamente poseía una coronita hecha de lazo, por lo que fue necesario que le hicieran una corona y sus potencias, atributos iconográficos que fueron trabajados por el señor Luis Ovando, a la vez un pin para la cruz, el cual tiene la forma de un pajarito que mira al Niño, esta pequeña ave fue elaborada en plata y se le colocaron ojos de rubí. Su primera cruz fue realizada por el señor Gregorio Sánchez, quien a la vez fabricó el anda de cuarenta brazos, la segunda cruz la trabajó don Carlos Cojtí en madera de ébano y en forma octogonal con cantoneras de plata y resinas de ámbar las cuales obsequió al Niño un joyero mexicano que vendía joyas en la Antigua Guatemala. El señor Rubén Márquez doró el mueble para cargarlo y la cruz. En relación a los orígenes del Niño conocedores de imaginería coinciden en varios aspectos, uno es que le encuentran rasgos similares al Niño Dios de la Capilla del Señor de las Misericordias, así mismo mucho parecido con Nuestra Señora de la Soledad del Templo de la Recolección realizada por el Maestro Larrave a finales del siglo XIX, por lo que estas personas le llaman al Niño, el hijo de la Soledad de la Recolección. El pintor guatemalteco Manolo Gallardo pintó el estandarte y a la vez lo obsequió para las procesiones, las monjas de Santa Clara de la Antigua Guatemala le bordaron una túnica, y la cortaron y cosieron las monjas de la misma orden de la sede de Puerta Parada, otra túnica se la confeccionaron en Sevilla, España, las monjas Carmelitas de Utrera, y así mismo el licenciado Javier Fernández traspasó unos bordados con formas de trigo a una túnica nueva. La primera marcha que tuvo el Niño Nazareno del Colegio San Estanislao de Kostka la compuso el maestro Carlos Enrique Beteta titulándola «Divino Infante», músico que integraba la banda del Director Willver Hernández. También la banda del Director Carlos Gómez ha tenido a su cargo acompañar y amenizar el cortejo procesional, él habló con la familia del Maestro Pedro Donis, para que donara al Niño la marcha titulada «Infancia de Jesús»; pieza musical de muy buena calidad y poco conocida que el Maestro Donis compusiera en sus años de juventud, cuando tenía quince exactamente; manifestación artística rítmica que ante abogado la familia obsequió al Divino infante. A esta imagen le ha escrito varios poemas e igualmente cuentos como el que le hiciera el señor integrante de la Casa de la Cultura de Santo Domingo, Mixco Osberto Gómez, así este pequeño ha motivado la creación de leyendas como la que refiere una señora cristiana evangélica que en una oportunidad durmió en el cuarto donde estaba colocada la imagen, señora que en cierto momento de la noche observó como el Niño bajaba de la mesa por medio de la silla y luego al llegar al piso dio una vuelta alrededor donde ella estaba acostada. Otra situación les sucedió a dos jóvenes miembros de la Hermandad de Jesús Nazareno y Señor Sepultado del templo de la Recolección, quienes por muchos años ayudaron al padre Sanchinelli en este cortejo, ellos indican que en una ocasión cuando colaboraban como timoneles en la parte de atrás del anda, el párvulo volteó hacia ellos y mirándolos les dijo: ¡Gracias!, a partir de esto ellos se ofrecieron para continuar colaborando, y siempre preguntan cuándo volverá a salir esta procesión. Así mismo sucedió en una oportunidad -informa el Padre Sanchinelli- que su rostro de color rosado palideció y a la vez frunció su seño, avisando con esto que se estaba dando un robo en la casa; su rostro cambia de color cuando algo grave está sucediendo. Esta procesión salió por última vez a recorrer las calles de La Antigua Guatemala en el año 2004, los habitantes de esta ciudad solicitan que vuelva a formar parte de los cortejos de esa urbe, para eso hay que hacerle varias modificaciones al mueble que lo porta como bajarle al tamaño, quitarle unos centímetros de largo y así disminuye el peso. Es importante indicar que ya se tiene la escultura de la Santísima Virgen de Dolores para cuando se vuelva a realizar la procesión, ella es una obra del Maestro Ramiro Valladares; quien se inspiró en la talla de la Dolorosa de Murcia. La Virgen de Dolores lleva cuatro angelitos que lloran, solo uno está terminado, los otros tres están inconclusos por la muerte de don Ramiro, siendo necesario indicar que el nieto del maestro Valladares trabajó las cuatro esquinas del anda con imágenes de los cuatro evangelistas, además que se ha quedado en proyecto el trabajo de los Pasos del Vía crucis para la procesión. Este cortejo ha sido acompañado por una ambulancia con un médico general, un médico pediatra y una enfermera y a la vez con guardaespaldas que han facilitado agencias especializadas en este servicio, para resguardar la seguridad de los pequeños participantes y cuidar la imagen. Al haber llegado a las últimas líneas de este artículo quiero dar mis más expresivos agradecimientos al Padre Danilo Sanchinelli Parra, por su espontánea colaboración, sin la información que me brindó este escrito no hubiera sido factible, ¡Mil gracias por todo Padre!; así mismo a mis particulares amigos Licenciado Javier Fernández y Maestro Willver Hernández por todos los datos que aportaron, al señor Ronald Fernández por su amistad y compañía en mis viajes recabando datos para construir mis artículos y finalmente por interesarse en lo que escribo, así mismo por motivarme y entusiasmarme en los afanes de este particular y guatemalteco ciclo litúrgico y folklórico a quien reúne las calidades de mi alumno, amigo y compañero en las vivencias de Cuaresma y Semana Santa; a Derek Szentgaly.