Gerardi: un canto a la vida


Fui al estreno de la producción cinematográfica guatemalteca Gerardi y hubo dos momentos que me dieron ganas de llorar. Los ojos se me llenaron de lágrimas en una escena cuando un muchacho universitario, según el guión cinematográfico, le anuncia a su madre que se unirá a la guerrilla.

Edwin Marroquí­n Navas
enavas1313@yahoo.com

Y también me puse melancólico cuando se unen dos madres en un cementerio. Ambas perdieron a sus hijos: uno luchó por defender a su patria y el otro por sus ideales revolucionarios. Dos momentos, quizás: de los mejor logrados dentro de la trama.

La pelí­cula narra la vida de Monseñor Gerardi, desde su niñez hasta sus últimos dí­as de vida. Los pormenores de su servicio como sacerdote y obispo en las Verapaces y el altiplano, en los años más cruentos del conflicto armado.

í‰l estuvo en medio de dos fuegos, puesto que los guerrilleros consideraban que no estaba del lado del pueblo y los militares que era colaborador del movimiento rebelde. Sin embargo, queda claro que estuvo siempre apegado a los principios doctrinarios de la Iglesia católica: servir a Dios y buscar el bienestar de su congregación por medio de la paz.

En relación a aspectos técnicos, cabe destacar el trabajo de la actriz Yolanda Coronado, y de los actores Manuel Lisandro Chávez y Roger Ovalle, entre otros, que durante los breves momentos de su actuación le imprimen fuerza escénica. Lo que contrasta con el trabajo actoral de otros y otras participantes en la cinta que, por su falta de experiencia en las tablas o de dirección, no logran impactar con sus personajes.

Me dio gusto ver en la pantalla a dos grandes valores del arte guatemalteco: Othmar Sánchez y Boris Castillo, quienes también tuvieron destacada participación, pero debieron darle más vida a sus caracterizaciones.

La fotografí­a, la música, los escenarios, el maquillaje y el vestuario, entre otros elementos clave en las producciones cinematográficas, están a la altura de cualquier pelí­cula de producción extranjera.

El mensaje de la pelí­cula destaca la importancia de conocer el pasado, sanar las heridas que nos dejó el conflicto armado, perdonar y empezar a forjar una Guatemala en donde se viva en paz, sin discriminación, con oportunidades para la educación y sin impunidad.

Es de aplaudir el esfuerzo realizado por todos los que estuvieron involucrados en la producción de esta cinta, que deberí­a ser promovida para su análisis y discusión en todos los sectores de la sociedad, en especial las escuelas secundarias. La pelí­cula Gerardi, no es más que un canto a la vida, pero también un homenaje a los caí­dos durante el conflicto armado.

* ¡Qué boquita! «Ese c… chocó mi carro. Lo hizo m… el muy c….Es una m… El muy c… no sabí­a manejar. Pero mi abogado se c… en él». Es parte de una plática que escuché en una universidad privada. Esa «chulada» de vocabulario lo manifestó una jovencita de aproximadamente 19 años. Cuando era pequeño mi madre decí­a que a los «malhablados le salí­an sapos y culebras de la boca», a esta patoja, en esa época, hasta dinosaurios le hubieran salido.

* Buena letra.- A los jóvenes les sugiero escuchar la canción El Progreso, de Roberto Carlos, acompañado de un buen fresco de súchiles pa´l calor.

* Mucha bulla.- Varios amigos que viven cerca de esos grandes edificios de apartamentos se quejan porque la bulla no los deja dormir. Las fiestas se prolongan hasta las tres de la mañana. Ellos denuncian que ninguna autoridad es capaz de incidir para que los enfiestados le bajen volumen a sus aparatos de sonido.