Batallas decisivas de la corrupción y el narcotráfico


Como ya se volvió costumbre, las opiniones que escribo no me son publicadas en la mayorí­a de medios, más o menos me publican una de cada 30, pero hay algunas que sí­Â hay  posibilidad de que las publiquen, y es el blog de la Revista La Razón, salvo que interfiriera con algunos otros planes, entonces no lo harí­an. Pero aunque no me sea publicada yo la guardo para que cuando se descubra lo sucio que se está dando en esta dura contienda de corrupción y de asesinatos y la lucha por el control del Gobierno por las bandas de narcotraficantes,  entonces me podré jactar de decir: yo lo dije y no me lo creyeron y creyendo que era una calumnia no la publicaron tales y tales diarios.

Guillermo Castañeda Lee, CUI 1996 53836 1905

«Todos lo vemos como un ministro destituido por corrupto o porque permitió la corrupción, un jefe de la PNC destituido con otros dos subalternos, una denuncia de sicarios incrustados en la PNC contratados por una ex jefa que fue pasada a viceministra, un jefe del Ministerio Público que no acciona contra el ex ministro Argueta, etc.  La interrogante es: ¿Son hechos aislados o todos son parte de la misma trama?

Para saberlo hay que remontarse a un mes antes de la captura de los sicarios que asesinaron a Rosenberg, que muchos eran policí­as. Curiosamente en esos dí­as el presidente Colom declara que cuando capturen a los asesinos de Rosenberg se va a demostrar que está limpio. ¿Cómo sabí­a de la posible captura? Habiendo policí­as implicados unos de alta y otros de baja, era lógico que se pensara en la implicación de la jefa de policí­a, Blanco Lapola.

Curiosamente es removida, como quien dice alejarla de toda sospecha de que tuviera relación con los policí­as sicarios. Pero no es removida para irse a su casa, es removida para colocarla como viceministra, como quien dice para que no esté tan lejos que pierda el control, ni tan cerca que se vaya a quemar. Capturados los sicarios, Castresana haciendo el papel de juez exime al presidente del asesinato de Rosenberg y todo queda en paz, pues todos salen limpios.

Se viene el problema de la gasolina de la PNC, hay una repartidera de dinero, el Presidente sale apoyando al ministro y todo queda calmado. Posiblemente todo hubiera quedado allí­, pero Cuevas apoyado por Velásquez echa toda esa tranquilidad por tierra y le dan parte al presidente que la ex jefa de la PNC habí­a dejado organizado un escuadrón de sicariato  de esa banda de nacidos para matar que existí­a en la policí­a y quienes eran los responsables de su existencia.

La reacción del Presidente fue coordinar para que fueran a dar la información a la CICIG, supuestamente para que iniciara la investigación. Aquí­ se acabó el apoyo del Presidente hacia el Ministro de Gobernación y le empiezan nuevamente con lo de la gasolina como justificación para su despido. Ministro y viceministro conociendo las razones reales de su despido, por bocones, no se quedaron callados y dieron al público la primicia que era exclusiva del Presidente y de Castresana. Es tan complicada la trama, que hasta pareciera que Castresana está implicado, pues primero sale declarando en forma desdeñosa que le habí­an pasado una información y cuando vio que tení­a el control de la situación, dio la estocada final diciendo que la información de Cuevas y Velásquez, no serví­a.

Un dí­a después de nombrado el nuevo ministro para que no se siguiera con las especulaciones de las declaraciones de Cuevas y que éstas pasaran a segundo plano, se da la captura del jefe de la PNC, el señor Gómez, y aquí­ se han concentrado todas las baterí­as, para que se olvide  todo. Que el sicariato sea como plato de segunda mesa y que sólo se hable de la destitución del jefe de policí­a. Yo no sé que dirá el lector, pero todo lleva un orden tan matemático que sólo se pudo dar si hubiera sido planificado.»