Tz´ikin Jaay


Pek noq e´la utz chipaam qak´aslemal chik rara´taq xtoq k´iiya kiy laj taq achnaq nqawil, «es importante el estudio porque a través de él podremos ayudar en el futuro a la comunidad y así­ educar a los niños y niñas del mañana» aseveró Verónica Del Carmen Damián, una estudiante de 15 años, en relación a la importancia de recibir una educación bilingí¼e integral.

Juan Manuel Castillo, Agencia La Nana

Taq anen xtinkiya`, kenoto´je´wachalal je´ek´ola chpaam nitnamit, chaqa´ kenyariij keno´ka jun k´omoy b´eey, jun winaq tijoneel qas ritquiin otzlaj taq naoj, «mi meta es, poder educar a los niños y niñas necesitados y ayudar a las personas de escasos recursos», relata Ana Marí­a Mendoza, de 12 años, con cierto brillo esperanzador en sus ojos, al referirse a lo que puede lograr a través de la educación.

Tz´ikin Jaay, fue inaugurada en el año 1997, «La escuela bilingí¼e integral Santiaguito nace a través de la necesidad de crear un centro de

estudio bilingí¼e intercultural» afirma Gaspar Reanda, director del Centro de Estudios, quien también explica que imparten una educación ocupacional, para que simultáneamente los infantes puedan formarse, como artesanos, pintores, tejedores y escultores, para que a través de estas actividades brinden un apoyo económico en sus hogares.

Actualmente, los niños y niñas también reciben clases en idioma inglés, lo que les favorece por vivir en lugar turí­stico, debido a que esto promueve un intercambio cultural. Kirstin Maria Jones, una voluntaria estadounidense, es quien junto a otra compañera imparte las clases ad honórem, «trabajar con estos niños y niñas ha sido una experiencia maravillosa» asegura, aunque reconoce que ha sido una tarea difí­cil por la diferencia que existe entre ambas culturas.

Juan Tiney Ixbalam, docente de sexto primaria, comenta que muchas personas cuestionan la funcionalidad del aprendizaje en idioma tzutuhil, él por su parte asegura que educar a los infantes en su idioma materno, contribuye a preservar la identidad de los pueblos indí­genas.

Daniel Reanda, asistente administrativo de la escuela, asegura que Tz´ikin Jaay, es el único centro de estudios de Santiago Atitlán, que brinda una educación bilingí¼e para las áreas de preprimaria y primaria.

Construir la paz a través de la educación

Gaspar Reanda por su parte relata, que la escuela también surgió, para brindar educación a niños y niñas ví­ctimas del conflicto armado interno, «Santiago Atitlán fue uno de los 19 municipios del departamento de Sololá afectados por la guerra» relata. También asegura que muchos infantes padecieron de traumas psicológicos a consecuencia del enfrenamiento bélico en aquella época.

Además, el mentor asegura que la paz es un proceso, el cual se construye a través de la educación, pues la guerra dejó un legado mortal de centenares de infantes huérfanos y madres viudas, por lo que muchos de los niños que iniciaron su proceso de formación en Santiaguito, son jóvenes lí­deres del presente, que encontraron en la instrucción académica una subvención a las cicatrices del pasado.

Un sueño truncado

Para los alumnos, maestros y padres de familia, de la escuela Santiaguito, el 5 de octubre de 2005, vivirá siempre en su memoria, como uno de los dí­as más difí­ciles para la comunidad de Santiago Atitlán. Muy poco, o mejor dicho casi nada, quedó de aquel sueño iniciado ocho años atrás, pues la tormenta tropical Stan se llevó todo, sin compasión alguna.

«La escuela fue muy afectada, entró mucho lodo y se arruinaron los jardines, el Gobierno no nos ha ayudado en nada, hemos recibido ayuda de las personas de buen corazón» relata con tristeza Verónica Del Carmen Damián, al recordar los estragos hechos por la madre naturaleza aquel dí­a.

Por lo que fue la misma comunidad quien se organizó, para afrontar la emergencia. Gaspar Reanda resalta la colaboración de otras escuelas, donde pudieron recaudar: comida, ropa y otros insumos básicos para contrarrestar la catástrofe natural.

A más de un año que Stan golpeara fuertemente la comunidad de Santiago Atitlán, la escuela Tz´ikin Jaay ha vuelto a ver la luz del sol, la penumbra dejada por el lodo, las cátedras, aulas y material didáctico totalmente destruidos, han quedado en el pasado, gracias al esfuerzo de maestros, empresas privadas y padres de familia que se unieron por una sola causa: proporcionar una mejor educación a sus hijos e hijas.

Un futuro incierto?

Aunque las instalaciones están del todo reconstruidas y remodeladas, el futuro de 75 niños y niñas de Tz´ikin Jaay pende de un hilo, pues la escuela no es autosostenible, y no todos los padres de familia cuentan con los recursos económicos necesarios para el pago de cuotas mensuales, pues como no se cuenta con el apoyo del Mineduc, la escuela depende de las aportaciones de personas particulares y empresas privadas.

Reanda relata que la escuela que preside, no fue beneficiada con ningún tipo de ayuda tras la tormenta Stan, pues las autoridades del Mineduc se empecinaron en negar cualquier tipo de aporte, aduciendo que se trataba de una escuela privada y que por tal razón no aplicaba para ningún programa de apoyo.

«Es un derecho de los niños y niñas, el poder estudiar, el Estado tiene como obligación ayudar a estos infantes, nosotros no lucramos con la educación, somos una escuela comunitaria por cooperación», reclama Reanda.

Por lo que las autoridades de la cartera educativa, insistieron en que solicitaran un subsidio al Centro de Estudios Mayas, Cenma, o que se convirtieran a una escuela del Programa de Autogestión Educativa, Pronade, lo cual les arrebatarí­a su autonomí­a, porque tendrí­an que someterse a la metodologí­a empleada por el Mineduc.

Reanda comenta que aunque actualmente cuentan con el apoyo de Bancroft y la Asociación Propaz, ambas organizaciones no gubernamentales, ONG’s, han perdido a dos empresas donantes, con las que cubrí­an los gastos de colegiatura e inscripción de los infantes becados.

«El dí­a que nos mandaron una beca, nosotros fuimos felices», recuerda Marta Elidia Mejí­a, una beneficiada por las becas conseguidas durante el 2006. «Actualmente no contamos con patrocinio para las becas de este año», comenta, decepcionado, Reanda.

«Sólo quiero que nos ayuden a seguir adelante, porque aquí­ estudiamos personas que no podemos pagar las cuotas de estudio, quiero que nos ayuden para que podamos ser profesionales, para devolver lo que se nos dio y ayudar a los demás», comenta Verónica Damián, quien se mostró triste y decepcionado tras conocer la negativa del Mineduc.

Estudiar en un entorno diferente

El verde de la vegetación, los hermosos jardines y senderos, el centro de acopio, la maravillosa vista al lago de Atitlán y un lugar destinado para hacer fogatas, son tan sólo una pequeña muestra de las maravillas que permite disfrutar este centro de estudios por cooperación.

«Me gusta la escuela porque tiene jardines y flores», asegura Pedro Mendoza Reanda, quien afirma sentirse orgulloso de estudiar en un lugar tan bello. Como Pedro piensan muchos niños y niñas, quienes encuentran en Tz`ikin Jaay un entorno natural, que los deslumbra.

¿Sabí­an que en la capital las escuelas son sólo edificios grandes, que no cuentan con un paisaje tan hermoso como el que tienen acá? Se les pregunta ante los niños, y todos los infantes respondieron con una sonrisa dibujada en sus rostros, mientras dirigí­an su mirada al imponente lago de Atitlán.

«La escuela siempre ha mantenido el programa ecológico área verde, donde los niños aprenden a clasificar la basura, a no tirar desechos en el patio y en el jardí­n; a respetar la naturaleza, el lago y participan en cuatro campañas de limpieza al año» relata Reanda, al hacer referencia sobre la importancia que tiene inculcar la protección del medio ambiente en niños y niñas.

«Aquí­ me enseñan a no tirar basura y no cortar flores», asegura Diego Ramí­rez Mejí­a, al lucir su uniforme de gala, el cual consiste en una camisa color rojo encendido, tejida a mano y un pantalón blanco, «el uniforme no es obligatorio, pues no todos tienen para comprarlo» comenta Juan Tiney.

«A mí­ me gusta el medio ambiente, sembrar árboles y no cortar», relata Magdalena Damián, de 14 años, una estudiante que se muestra complacida por la naturaleza que la rodea.

Es así­ como diariamente Tz´ikin Jaay forma a través de una educación bilingí¼e e intercultural, a los hombres y mujeres del mañana, los cuales han de transmitir toda esa serie de valores que aprenden en su escuela, además de respetar la naturaleza, la cosmovisión maya y por supuesto su identidad y la cultura de los pueblos indí­genas? ese es el fruto cosechado desde hace 10 años en Santiaguito? ojalá haya Tz´ikin Jaay para rato? pero eso, depende de usted y de su valiosa contribución.

El derecho a la educación

El artí­culo 36 de la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia, garantiza el acceso educativo a la niñez: «Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir una educación integral de acuerdo a las opiniones éticas, religiosas y culturales de su familia».

Constitución Polí­tica de la República de Guatemala

Artí­culo 73.- Libertad de educación y asistencia estatal. «La familia es fuente de la educación y los padres tienen derecho a escoger la que ha de impartirse a sus hijos menores de edad. El Estado podrá subvencionar a los centros educativos privados gratuitos y la ley regulará lo relativo a esta materia. Los centros educativos privados funcionarán bajo la inspección del Estado. Están obligados a llenar, por lo menos, los planes y programas oficiales de estudio. Como centros de cultura gozarán de la exención de toda clase de impuestos arbitrios.

El Artí­culo 74 por su parte se refiere a que la educación debe ser obligatoria y gratuita hasta el nivel básico, sin distinción alguna, además afirma que el Estado promoverá y proveerá becas y créditos educativos.

Regalar una sonrisa es fácil

Para ayudar a que 75 niños y niñas tengan una educación bilingí¼e integral, favor comunicarse a los teléfonos: 77217550, 77217124, 54741000, preguntar por el profesor Gaspar Reanda, o enviar un correo electrónico a: gasparreanda@yahoo.com. Cualquier aporte económico será bien recibido.