Un toque de queda total fue impuesto este viernes hasta nueva orden en la región de Nayaf, por miedo a un ataque de grupos armados cinco días después de violentos combates contra una milicia chiíta, mientras en Hilla la población se recupera del doble atentado del jueves.
Por otra parte, el ejército estadounidense investigaba sobre el posible accidente de un helicóptero, luego de informaciones del ejército iraquí indicando que un aparato se estrelló en la región de Taji, al norte de Bagdad.
Cinco días después de violentos combates entre una secta chiíta contra fuerzas iraquíes y estadounidenses, las autoridades de la provincia de Nayaf impusieron un toque de queda «hasta nueva orden» en la ciudad santa chiita, a 160 km al sur de Bagdad, y en sus alrededores.
Un portavoz de la provincia de Nayaf, Ahmad Duaibel, explicó que «las autoridades tomaron esta decisión después de recibir informaciones según las cuales unos grupos armados proyectaban lanzar ataques contra esa ciudad».
«Barreras policiales fueron erigidas para impedir la entrada y salida de la ciudad, y esa consigna se aplica también a los habitantes de la ciudad», precisó por su parte la policía.
La ciudad antigua, donde se sitúan las oficinas de las más importantes autoridades religiosas chiitas, en particular las del ayatolá Alí Sistani, fue totalmente acordonada y nadie puede entrar allí.
Los comercios, abiertos hasta antes de la oración del viernes, estaban todos cerrados y era prácticamente imposible ir de un barrio al otro debido a las estrictas medidas de seguridad impuestas por la policía.
Más de 200 miembros de la secta mesiánica murieron, otros tantos fueron heridos y unos 600 detenidos luego de enfrentamientos que duraron todo el domingo, a 20 km al norte de Nayaf, según un balance del gobierno iraquí.
Al menos seis miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes murieron en los combates, lo mismo que dos soldados estadounidenses, que perecieron al caer un helicóptero que apoyaba la tropas terrestres.
Finalmente, la intervención de aviones estadounidenses que bombardearon repetidamente a los miembros de la secta bien atrincherados, terminó con los combates.
Los miembros de esta secta mesiánica eran seguidores de un jefe que pretendía ser el Mahdi, una especie de redentor que según la doctrina chiíta debe venir en épocas de grandes crisis para restablecer un islam depurado.
En este sentido, los miembros de esta secta querían tomar por las armas el control de los santuarios en Nayaf, después de haber asesinado a los jefes religiosos chiitas, según las autoridades.
En Hilla, decenas de personas se congregaba el viernes en la mañana a la entrada de los hospitales, unas para tener noticias de sus parientes y otras, sobre todo jóvenes, para donar sangre.
El jueves en la tarde, dos terroristas se hicieron estallar en un mercado popular del centro de Hilla, dejando 73 muertos y 163 heridos, 25 de ellos graves según un último balance de fuente hospitalaria.
Cuando se produjo la primera explosión, los transeúntes se precipitaron en dirección opuesta, donde se había ubicado el segundo kamikaze que en ese momento hizo estallar su bomba, explicó un oficial de la policía.