No hay nada oculto entre el cielo y la tierra


Llevo tiempo de estar reclamando, en mi calidad de ciudadano raso, ser informado debida, detallada y puntualmente de todo ese fabuloso negocio en que el gobierno central, el municipal y los llamados «empresarios» del transporte público montaron para sustituir al actual que, como es sabido por todos está catalogado entre los peores del mundo, sin embargo, estas son las horas que seguimos esperando con paciencia franciscana, que deje de ser un secreto de «Estado» para que sea del dominio público todo lo relativo a su organización, negociaciones, compromisos, subsidios, contratos, en especial los ilegales como corruptos fideicomisos, porque insisto en decir que serí­a una barbaridad o fiasco que el pueblo se llevara otra decepción más por las falsas esperanzas que la casta polí­tica marrullera le ha estado recetando.

Francisco Cáceres Barrios

Pero tal y como anoté en el titular «No hay nada oculto entre el cielo y la tierra», por lo que debemos agradecer al licenciado Enrique Godoy, ex vicealcalde del municipio de Guatemala quien, por estar bien enterado de todas estas cosas, nos haya despejado buen número de dudas, lo que vino a confirmar que la mentira, el engaño y la falsedad siguen imperando en los negocios multimillonarios habidos entre altas esferas y que, en vez de cumplir el sagrado objetivo del bien común, únicamente sirven para satisfacer intereses personales. Me refiero a la entrevista hecha al licenciado Godoy, publicada en página 7 de elPeriódico del sábado 13 de los corrientes. Así­, confirmando el refrán: «Cuando el rí­o suena es que piedras lleva» en el Transurbano se van a invertir US $450 millones, que en números redondos significan Q3,712 millones, en un plan que contradice las conclusiones que por largo tiempo discutió la comisión «multisectorial». Vean qué caso. Con esto más, que hasta ahora pudimos confirmar que el Transurbano es un sistema cortoplacista, hecho por el gobierno con fines electorales para los transportistas, también financistas del actual partido gobernante y con el contubernio municipal, para otorgarles prácticamente un monopolio por 25 años, prohibido por la Constitución, integrando un grupo de empresas creadas para el efecto y con esto más, que para adjudicárselos, se utilizaron los consabidos procedimientos mañosos de sobra conocidos, obedeciendo así­ los dictados de la Señora Primera Dama. ¡Válgame Dios, se habla de «transparencia» y seguimos de mal en peor! Antes el subsidio para los transportistas era por Q335 millones al año ahora, serán aproximadamente Q590. Antes sabí­amos quiénes eran los beneficiados, ahora todaví­a ignoramos quiénes son los accionistas de las cuatro sociedades de cartón. Antes sabí­amos de qué pata cojeábamos, ahora seguimos manteniendo las dudas de siempre en cuanto a la calidad, confianza, seguridad y buen servicio que el Transurbano debiera prestar. Estimado lector, ¿cuántos dí­as más vamos a seguir recibiendo malas noticias, a ciencia y paciencia de nuestra actitud de ser simples espectadores, dejando hacer y dejando pasar?