La narcoópera llega a México


Actores participan en la presentación de la ópera

Una ópera basada en el mito de «Camelia la Texana», la amante de un narcotraficante al que mata de siete tiros, se estrenó en México agitando el debate sobre si los «narcocorridos», la música que narra las vivencias de los capos, constituye una apologí­a del delito.


Actrices forman parte del coro de la narcoópera. FOTO LA HORA: AFP LUIS ACOSTALa escena de la coronación de la reina de belleza. FOTO LA HORA: AFP LUIS ACOSTALa obra toca tangencialmente otros temas, como la migración y la coyoterí­a. FOTO LA HORA: AFP LUIS ACOSTAUno de los actores que personifica a un narco en la obra. FOTO LA HORA: AFP LUIS ACOSTA

«Si los argumentos de las óperas de finales del siglo XIX y principios del XX eran temas de nota roja, crimen y escándalo ¿por qué no hacer una basada en una tragedia en México que apareciera por ejemplo en una revista amarillista?», dijo a la AFP la compositora Gabriela Ortiz.

La obra fruto de diez años de trabajo inauguró la noche del jueves la edición 26 del festival cultural de Ciudad de México.

Sopranos y tenores entonaron en repetidas ocasiones y diversos tonos la palabra «narcotráfico», junto a una orquesta sinfónica acompañada por acordeones, tambores y guitarras eléctricas.

Al mismo tiempo una pantalla proyectaba imágenes de Ciudad Juárez, la urbe fronteriza con Estados Unidos donde la violencia del crimen organizado se cobra cada año un promedio de 2.000 muertos.

La compositora y su hermano, el artista visual Rubén Ortiz, decidieron acudir a los archivos de la extinta revista «Â¡Alarma!» para encontrar una tragedia mexicana susceptible de dar un buen argumento para una ópera.

Y la encontraron en un artí­culo sobre «Camelia La Texana», un mito que ya habí­a dado origen al narcocorrido «Contrabando y traición» que el grupo Los Tigres del Norte popularizó desde los años 70.

El mismo mito, que se ha mantenido vigente por 30 años, incluso dio pie a la novela «La Reina del Sur» del español Arturo Pérez Reverte.

La intención original, señala Ortiz, era «mostrar cómo se construyen y se mantienen vigentes los mitos a través de los medios de comunicación».

La ópera se divide en seis escenas. En una de ellas, un actor que interpreta al cantante principal de Los Tigres del Norte explica que el narcocorrido sigue teniendo vigencia porque habla sobre cosas que «han pasado y siguen pasando» y en el caso de Camelia, también porque habla de «una mujer valiente».

Al margen del mito, la obra constituye un abrazo de la música académica al vapuleado género del narcocorrido en momentos en que incluso algunos legisladores han propuesto penalizar a sus compositores por considerarlos cómplices de los delincuentes.

«Cualquier referencia musical, cultural o cinematográfica al narcotráfico debe incluir una advertencia de que lo que se mostrará es basura», comentó a la AFP el congresista oficialista Oscar Martí­n Arce, autor de un proyecto de ley que regularí­a los narcocorridos, que tienen su origen en los populares relatos cantados mexicanos (corridos).

Algunas radioemisoras del norte del paí­s, escenario principal de las pugnas entre narcotraficantes que dejan más de 15.000 muertos en tres años, han incluso prohibido la transmisión de este tipo de temas.

«Rechazo tajantemente cualquier intento de censura: los corridos y los narcocorridos retratan momentos históricos y al censurarlos no se resuelven los problemas de violencia», rebate con vehemencia la compositora Gabriela Ortiz, que es además una reconocida soprano.

En la última escena de la ópera, fuertemente ovacionada, la cantante Nieves Navarro, enfundada con pantalones, botas y sombrero texanos, interpreta el texto completo del narcocorrido «Contrabando y pasión».

«Sonaron siete balazos, Camelia a Emilio mataba, la policí­a solo halló una pistola tirada, del dinero y de Camelia nunca más se supo nada», canta mientras desparece en el puente metálico que constituye el único objeto sólido en la escenografí­a.