El «nuevo tango» se da cita dos jueves al mes en una sala de París, donde la asociación «Buenos Aires sur Scí¨ne» programa a artistas y grupos que renuevan el género nacido en el Río de la Plata a fines del siglo XIX.
«La fascinación por el tango (en Francia) es muy real», señaló el compositor y virtuoso de la guitarra Tomas Gubitsch, quien llegó a Francia en 1977, a los 20 años, como miembro del grupo del gran bandoneonista y compositor Astor Piazzolla, y que desde entonces se radicó en este país.
A fines del 2008, Gubitsch fundó el colectivo de músicos «Buenos Aires sur Scí¨ne», con los bandoneonistas Juanjo Mosalini y Matias Gonzalez, la pianista Andrea Marsili, Gerardo di Giusto y Llalo Zanelli, entre otros músicos.
Este colectivo se asoció con el Studio de l»Ermitage para atraer a los amantes del tango en París, un grupo cada día más numeroso, que viene a esta sala para escuchar un tango moderno, abierto al rock, al jazz, a la música contemporánea, a la música de los Balcanes y a otros géneros del folclore argentino, como la chacarera, la samba y el chamame.
Hace unos años, de 1981 a 1993, existía en París el «Trottoir de Buenos Aires», donde siempre se tocaba y bailaba tango, recordó Gubitsch, nacido en la capital argentina en 1957.
Pero «desde que desapareció ese lugar, no había otro sitio en París donde se podía escuchar tango con regularidad», agregó. «Habría sido una lástima no poder presentar a este grupo de músicos excelentes que forman un pequeño movimiento», agregó.
Este movimiento reúne desde músicos muy jóvenes hasta contemporáneos de Piazzolla, quien revolucionó la estética del género en los años «60, «70 y «80. Entre ellos se cuenta a Juan José Mosalini y Cesar Stroscio, maestros del bandoneón, y al pianista Gustavo Beteylmann.
Y entre los hijos de la revolución «piazzoliana» que participan en «Buenos Aires sur Scí¨ne» está el grupo Las Flores Negras, conformado por diez músicos, Juanho Mosalini, hijo de Juan José Mosalini, y el pianista Jerez Le Cam, que incorpora al tango ritmos balcánicos.
Gubitsch señala que cada vez hay más mujeres en este movimiento de renovación del tango.
«Las mujeres no sólo tocan, sino también componen», notó el guitarrista, insistiendo que esto es nuevo, ya que el tango es una música bastante machista, donde las mujeres tenían un rol sólo como cantantes.
El tango está siendo renovado «por músicos que han escuchado otras músicas: clásica, contemporánea, y que incorporan algunos de estos elementos en términos de orquestación, de colores y técnica instrumental, como fue el caso de Piazzolla, que escuchó a Bartok y Stravinski», explicó Gubitsch.
El bandoneonista Eduardo Garcia, cuyas composiciones son interpretadas por un cuarteto de cuerdas, el grupo Contramarca, del pianista uruguayo Gabriel Sivak, son algunos ejemplos del tango contemporáneo que se sigue nutriendo de otros géneros.
«Las diferentes emigraciones europeas aportaron cada una algo al tango, cuya pulsación es de origen netamente africana», subrayó Gubitsch, sin olvidar que el violón vino de Europa Central y que el bandonéon, que llegó de Alemania, no fue incorporado al género hasta en los años 1920.
«Buenos Aires sur scí¨ne» no es un proyecto sólo parisino, sino que tiene un capítulo en la capital argentina: la asociación «Tango Contempo», que reúne varias veces por semana a nuevas formaciones en el Cafe Vinilo, en el barrio de Palermo.