Con gritos de «Muerte a Estados Unidos», «Muerte a Israel», decenas de miles de chiítas conmemoraron hoy el duelo de la Achura en el suburbio sur de Beirut, bastión del Hezbolá, en un desfile en medio de edificios destruidos por la ofensiva israelí.
«La resistencia mostró a Israel que no puede humillar a nuestro pueblo», gritaban los libaneses que llevaban banderas verdes del color del islam, amarillas del Hezbolá, negras de duelo y otras libanesas.
Los hombres desfilaban de un lado y las mujeres del otro en los barrios de Haret Hreik y Bir al Abed, reiterando su lealtad a Hassan Nasralá, jefe del partido de Dios.
Grupos de jóvenes descalzos, la frente ceñida con una cinta negra o amarilla, se golpeaban el pecho exclamando «Hussein, Hussein», en referencia al imán nieto del profeta Mahoma, muerto decapitado en 680, a manos del califa omeya Yazid, después de la batalla de Kerbala.
Un poco más lejos, otros levantaban el puño en alto para lamentar la muerte de este tercer imán del chiísmo.
El desfile, que duró unas dos horas, recorrió las calles entre los inmuebles y puentes destruidos y aquellos que están en reconstrucción, antes de detenerse para escuchar el discurso de Hassan Nasralá, que dirige la oposición al gobierno de Fuad Siniora apoyado por los países occidentales, sobre todo Estados Unidos.
Nasralá atacó a Estados Unidos y al ex jefe del estado mayor israelí Dan Halutz, que renunció a su puesto a mediados de enero después de haber dirigido la fallida ofensiva contra el Hezbolá que devastó Líbano en julio y agosto del año pasado.
«Vencimos al ejército invencible (…) Somos una nación que no se somete», exclamó, refiriéndose a los combates en los que el ejército israelí fracasó en sus planes contra el Hezbolá.
«El futuro de Israel es la muerte y la desaparición. Muera Israel», declaró en un clamor que la multitud repitió en coro.
Esta guerra, desencadenada después de que el Hezbolá tomó prisioneros a dos soldados israelíes en la frontera israelo-libanesa, dejó 162 muertos en su mayoría militares del lado israelí, y al menos 1.200 del lado libanés, sobre todo civiles.
Israel lanzó bombardeos aéreos contra los barrios de viviendas del sur del Líbano, arrasando el «Complejo del Sayyed de los mártires», una gran sala donde los fieles se reunían para escuchar al jeque Nasralá.
El complejo fue reconstruido para recibir a los fieles con motivo del Achura.
Los fieles se reunieron allí desde temprano en la mañana, dirigidos por un imponente servicio de seguridad, en medio de grandes afiches mostrando a combatientes del Hezbolá, con la kalashnikov en la mano, partiendo al martirio en la lucha contra Israel.
«Achura: victoria del oprimido», señalaba un cartel bajo el cual hablaba el orador en una sala repleta dividida en dos para respetar la separación entre hombres y mujeres.
En una interminable endecha interrumpida regularmente por sus sollozos, un imán relata las últimas horas de Hussein durante la batalla de Kerbala en el año 680 en Irak, cuando según la tradición fue decapitado y mutilado.
Algunos comienzan a gritar, hombres y mujeres lloran, mientras los miembros de la seguridad pasan entre los asistentes distribuyendo pañuelos y botellas con agua.
«Que la paz sea con Mahoma y sus descendientes», exclaman en un último grito antes de salir en calma.