«La colonia dejó una sociedad en la cual se valora a las personas por su origen y su color.»
Exposición «Â¿Por qué estamos como estamos?»
ricardomarroquin@gmail.com
Las estadísticas y los informes de Desarrollo Humano no mienten cuando evidencian el racismo en Guatemala. í‰sta, una sociedad conformada por múltiples identidades, contempla de manera pasiva la exclusión manifiesta, latente y sistemática contra los pueblos indígenas.
Desde el propio Estado, conformado principalmente por hombres (en su mayoría) y mujeres (poquísimas) mestizos que responden (no se puede decir lo contrario) a los intereses de la oligarquía (terrateniente, financiera e industrial), la visión y participación de los pueblos indígenas se reducen a simples ventanas de intervención que no posibilitan la transformación del pensamiento colectivo que considera a un grupo poblacional como superior a otro.
Las diferencias enriquecen, pero el pensamiento heredado de la Colonia, desarrollado por el liberalismo y fortalecido ferozmente en las últimas décadas de capitalismo y neoliberalismo, infunde terror, recelo y desconfianza por la equidad e igualdad de oportunidades. En el vaivén de la historia de nuestro país, la diversidad se ha visto de muchas maneras pero nunca como una oportunidad, siempre como sinónimo de desigualdad y como excusa ante la exclusión económica, política y social.
«Si bien la desigualdad de ingreso es un producto inevitable de cualquier economía de mercado, cuando éstas son extremas y no operan mecanismos de regulación o son débiles, se crean tensiones sociales y se frenan las posibilidades de desarrollo», señala el Informe de Desarrollo Humano «Diversidad étnico-cultural: La ciudadanía en un Estado plural».
¡Vaya si Guatemala no presenta una situación extrema de desigualdad en cuanto a la distribución de la riqueza a partir de la pertenencia étnica!
El sistema económico que impera y que otorga las ganancias de la producción nacional a un número reducido de familias, necesita que las diferencias se traduzcan en inequidad. Por ello, la escolaridad en los pueblos indígenas es baja, al igual que lo es el acceso a la salud, a un trabajo digno y un salario justo, a recursos productivos como la tierra, a la justicia y a la participación política.
Una de las excusas más aberrantes de esta situación es el mantenimiento del «status quo» y la prevención ante la posibilidad de «darle la vuelta de la tortilla». «Los indígenas también discriminan», es una de las justificaciones comunes de personas que reproducen el racismo; intelectuales, investigadores y escritores se han unido públicamente a esta postura de reacción ante las supuestas intenciones de los pueblos indígenas por revertir el racismo que han padecido durante siglos por la población mestiza y criolla.
Seguramente los casos de exclusión existen en ambas vías, pero la magnitud de la problemática y las consecuencias no son las mismas. Además, no se puede negar que históricamente el Estado ha implementado políticas cuyo objetivo atroz ha sido garantizar el desarrollo de una mínima parte de la población a expensas de la pobreza y la explotación de la mayoría.
Quienes optan por el silencio como una estrategia de negación de la problemática, insisten en que no pronunciemos palabra alguna sobre el tema, pues de lo contrario se pone en peligro la construcción de un Estado-nación, unitario y con una población homogénea. Sin embargo, es imposible negar una de nuestras características tan evidentes: somos diversos. ¿Por qué no hablar de ello?
Una de las contribuciones en este sentido lo realiza el Instituto Internacional de Aprendizaje para la Reconciliación Social (IIARS) a través de la exposición «Â¿Por qué estamos como estamos?» que se presenta a un costado del Museo del Ferrocarril. A través de esta pregunta generadora, se aportan elementos para la reflexión y para el reconocimiento de cómo se ha construido la desigualdad en nuestro país a partir de las diferencias. Vale la pena visitarla, vale la pena atrevernos a discutir el tema y encontrar opciones para avanzar hacia una sociedad que reconozca que en nuestra diversidad se encuentra una gran riqueza.