Las fuentes más antiguas del baybayin, un sistema de escritura que se usaba en Filipinas al menos tres siglos antes de la conquista española, han desaparecido Âen su mayoría junto con los jarrones o trozos de bambú donde los antiguos habitantes de la isla asiática tallaban breves mensajes o poemas. El régimen colonial prohibió su uso y lo reemplazó con los caracteres latinos.
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Sin embargo, pese al desinterés de las academias y otras instituciones oficiales, la caligrafía baybayin sobrevive hoy en un soporte sorprendente: el tatuaje.
Como se observa en varios locales de la ciudad de Manila o en las páginas de Internet de muchos tatuadores filipinos, los tatuajes de leyendas o nombres en esta escritura prehispánica son cada vez más habituales entre los jóvenes. Los tatuadores, así, se han convertido en los últimos escribas especializados en este alfabeto. De algún modo, son ellos más que los lingí¼istas o académicos quienes salvan al alfabeto indígena del olvido. «No puedo evitar sentir algo especial cuando un cliente me pide un dibujo de baybayin», le confiesa a la agencia EFE Joe Saliendra, propietario de un local de tatuajes de Manila que se especializa en este tipo de diseños. Aunque no cree que el alfabeto vuelva a tener un uso extendido, él asegura que con los tatuajes él pone su pequeño grano de arena para que el alfabeto baybayin no desaparezca del todo.
En un país marcado por las invasiones extranjeras y con una enorme proporción de nativos que viven en el extranjero, el uso de esta caligrafía es también una marca de orgullo nacional. Es habitual que los clientes pidan, junto a sus nombres o breves frases escritas en baybayin, dibujos con símbolos nacionales como el sol y las tres estrellas que aparecen en la bandera. E incluso retratos de héroes nacionales como el líder independentista José Rizal o de Lapu Lapu, el hombre que mató a Fernando de Magallanes en 1521, poco después de que el portugués desembarcara en el archipiélago.
Baybayin significa «deletrear» en tagalo, el idioma más hablado de Filipinas. Se escribe en sentido vertical, cuenta con tres signos vocálicos y catorce consonantes.
Su uso oficial fue prohibido por los conquistadores españoles, que impusieron el alfabeto latino. Pero paradójicamente, buena parte de la documentación sobre esta escritura es la que dejaron los sacerdotes europeos que se acercaron en secreto a la lengua y a su caligrafía para poder extender la religión católica. La mayor parte de las fuentes escritas previas a la llegada de los españoles se perdieron debido a que eran en su mayoría textos breves tallados sobre soportes orgánicos como el bambú o la arcilla.
A principios del siglo XX, durante la ocupación estadounidense de Filipinas, hubo lingí¼istas como Norberto Romualdez y Bayani Mendoza que intentaron rescatar esa escritura inventando un sistema homogéneo de signos.
Sin embargo, su trabajo apenas tuvo repercusión fuera del ámbito académico. Ahora, la fiebre de los tatuajes ha logrado lo que no pudieron hacer ellos: el baybayin sobrevive en los cuerpos.