El fin de la administración Obama


En los Estados Unidos de América, es una tradición, el que a principios de año el Presidente enví­e un mensaje a su pueblo. Este mensaje se circunscribe como lo dice su nombre a establecer «El Estado de la Nación».

Carlos E. Wer

En éste, al contrario de lo que pasara con la Administración del presidente Kennedy que provocara un impulso poderoso al desarrollo al fijar en diez años la conquista del espacio, el presidente Obama desistió del sueño de conquistar a nuestro satélite, la Luna. Esta decisión, abandona también la opción de utilizar la alternativa del uso de alta tecnologí­a atómica, como medio de impulsa el desarrollo y devolver la perdida capacidad industrial a su paí­s.

En medio de una crisis económica que no acaba de producir sus nefastas consecuencias, convirtiendo al mundo en un caótico planeta, la decisión presidencial abandona esa alternativa, arrastrando a los paí­ses occidentales a seguir sus pasos, mientras el bí­blico «caballo amarillo» (no solamente China, sino prácticamente la zona oriental), apuesta al desarrollo de la alta tecnologí­a atómica, y termonuclear como medio para impulsar el propio.

Con una zona oriental, incluyendo a Rusia, que apuestan a esa opción, identificada con el progreso, no puede menos que notarse la diferencia (a pesar de que la crisis es global y como tal cubriendo las economí­as de todos sus miembros), entre quienes para salir de ella impulsan el movimiento «hacia delante», con aquellas derivadas de las insanas polí­ticas británicas, adoptadas por los Estados Unidos en su famoso Memorando de Seguridad 200, que al contrario apuestan a la reducción (mediante guerras, epidemias, peste, accidentes naturales (aló HAARP) de la población mundial y reducirla en un 60%, como medio de mantener su hegemoní­a económica y polí­tica sobre el globo terrestre.

Como apuntó el economista fí­sico, cientí­fico y polí­tico Lyndon LaRouche en su última conferencia, (de la cual extraigo el tí­tulo de esta columna), las aseveraciones del New York Times el pasado sábado acerca de la «recuperación económica» es una mentira. Mentira utilizada con frecuencia para favorecer los intereses de la gran oligarquí­a criolla y mundial, que apoya la visión británica. Visión que publicita por todos los medios la supuesta profecí­a maya del «final de los tiempos», como justificativo de su polí­tica de despoblación mediante aún, el uso de alta tecnologí­a para justificar, los desastres «naturales» que ella pronostica.

Contra tales aseveraciones de recuperación, pareciera que las mismas bolsas de valores europeas y japonesa (está poniendo en peligro la calidad de segunda economí­a mundial que ha ostentado su paí­s) se han encargado de negarlo. La crisis del gigante constructor automovilí­stico Toyota, ha hecho temblar los mercados financieros mundiales.

Internamente, el rechazo popular a las polí­ticas económicas propuestas por el presidente Obama, que más perecieran salidas de las que propusiera el presidente Bush II en su momento, llevaron el rechazo al punto de hacerle perder a su partido, el bastión demócrata de Massachussets, en donde el Clan Kennedy habí­a perpetuado el dominio demócrata.

La propuesta al sistema de salud, (que Larouche califica de fascista), a los «salvatajes» a las grandes corporaciones, la continua pérdida de puestos de trabajo las cada ves más numerosas pérdidas en las viviendas de los estadounidenses, hace prever que la sentencia de LaRouche parezca, razonable.