INTELECTUALES DEL C H Ante periódicos señalamientos, con matiz de denuncia y repugnancia, presentados en algunos medios por cierto columnistas, en el sentido de que supuestos intelectuales que deambulan por el Centro Histórico ostentan saco de corduroy (no sé si así se escribe) y anteojos de aros gruesos, indumentaria ésta más bien fraccionada, que al parecer disgusta y pone en serias dudas y sospechas a quienes reprueban a dichos escritores, poetas, pintores, críticos de arte, etcétera; durante una intensa semana me propuse la tarea ingrata de rastrear e indagar por las calles, avenidas, pasajes parques, plazas, centros comerciales, cafés, cantinas, librerías, bibliotecas, antros culturales, galerías de arte, y otros tugurios fronterizos, a ver si daba con los mencionados bichos raros, (saco de corduroy y anteojos de aros gruesos) en carne y hueso, o al menos con sus huellas o marcas registradas, pero nada, ni las sombras (si las hubiere). Por supuesto que dichos personajes, si es que en realidad existen, no anda en manada, y ni siquiera de dos en dos, ya que deben ser unos solidarios irredimibles y escurridizos, tal como correspondería a su condición. Una sola vez creí divisar a uno de esos intelectuales raros con saco de corduroy y anteojos de aros gruesos, en pleno Centro Histórico, pero lo perdí entre tanta venta callejera y camionetas y taxis descontrolados, más una manifestación campesina que en esos precisos momentos desfilaba de acera a acera en claro contubernio contra mis propósitos culturales. En tanto, seguiré mi búsqueda de esos intelectuales con saco de corduroy y anteojos de aros gruesos, aunque sospecho que deben haber emigrado, ya en masa, hacia el sur profundo de la metrópoli en busca del anonimato. O puede ser que, remisos y furtivos como puedo imaginarlos, hayan optado por ocultarse mientras pasa el efecto indeseable de haber sido descubiertos por algunos columnistas rencorosos. En fin.
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TERREMOTOS INTELIGENTES. Varios científicos internacionales consultados, que por razones de seguridad piden el anonimato, aseguran que hoy en día es un hecho la existencia de tecnología avanzada capaz de provocar terremotos inteligentes, o sea movimientos telúricos teledirigidos de forma electromagnética hacia un hipocentro enfocado artificialmente en un determinado territorio, que puede ser una isla caribeña o cualquier país situado en un continente (de preferencia asiático y musulmán). El terremoto inteligente es una creación eminentemente imperial (sic), indican los expertos; es decir, ligado al neocolonialismo, la geopolítica yanqui y la hegemonía capitalista neoliberal dominante en el planeta. Desarrollada por el Pentágono y la CIA, y con los auspicios del Gran Capital, el terremoto inteligente está en su fase final de experimentación aseguran los conocedores, pero constituirá un sucedáneo o sustituto de la guerra convencional o de un genocidio cualquiera (sic). Sin culpables humanos identificados pero con factura a la madre naturaleza. Y alguna ayuda humanitaria, según el caso.
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En un diálogo digno de tal nombre importa más lo que entra a los oídos que cuanto sale por la boca. (Benzoato de Potasio. Siglo IV a.C.)