Hace pocas semanas me escribió un profesional que contribuyó a establecer un nuevo sistema en el servicio del Centro de Atención Médica Integral para Pensionados (CAMIP) del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, en Pamplona, en torno a un artículo que publiqué acerca de la amabilidad que observé de parte del personal, cuando acompañé a un amigo a inscribirse de beneficiario del programa de IVS.
  Decía esa persona, cuyo nombre no recuerdo, que eran válidas las críticas contra segmentos del personal del IGSS, sobre todo en el caso de algunas secretarias y ciertos médicos de las policlínicas, que tratan con aspereza a quienes acuden en busca de ayuda para superar problemas de salud; pero que, en todo caso, es deber de los guatemaltecos asalariados preservar al régimen de seguridad social, porque en medio de sus deficiencias los afiliados, pensionados y beneficiarios cuentan con servicios hospitalarios que de no existir el IGSS, no estarían en capacidad de pagar sanatorios privados o tendrían que acudir a los hospitales nacionales colmados de pacientes.
  Cobra relevancia el caso de quienes padecen enfermedades malignas, es decir, terminales si no se atienden debidamente, o infectocontagiosas, como el VIH/Sida, porque requieren cuidados de especialistas y significan profusos desembolsos para el IGSS.
  Traigo a colación lo anterior en virtud de que el presidente ílvaro Colom se comprometió a que el Gobierno de la República pagará en especie y en forma paulatina la enorme deuda del Estado al Instituto, que se eleva a más de 15 mil millones de quetzales, porque desde que se instituyó el régimen de seguridad social, los gobiernos que se han sucedido se han hecho de la vista gorda para no cumplir con sus compromisos con el IGSS, a excepción del presidente í“scar Berger que abonó Q1,278 millones.
  Esa cuantiosa deuda, más las débitos millonarios de patronos particulares, inciden en que el IGSS no pueda realizar cabalmente todos sus programas de protección a sus afiliados, pensionados y beneficiarios, que se incrementan gradualmente en la misma forma como se acrecientan los gastos e inversiones de la institución en todos los rubros que caracterizan a un régimen de seguridad social.
  Corresponde a las autoridades del IGSS obtener el mejor provecho posible de los inmuebles estatales con los que el gobierno finiquitará su deuda, que constituye un alivio para el Instituto, para ampliar y mejorar sus programas de asistencia médica y de rehabilitación.
 (El paciente Romualdo Tishudo, recluido en un sanatorio privado, se queja: -Yo no me fío de los cirujanos; son expertos en manejar cuchillos, se ponen máscaras para que no los reconozcan y usan guantes para no dejar huellas).