Mariano Cantoral
«Los Jueces» de Arnoldo Gálvez Suárez, novela ganadora del Premio Centroamericano Mario Monteforte Toledo 2008, presenta una metáfora novelada del mundo, usando como referencia el cotidiano transcurrir de una colonia citadina, misma donde confluyen dentro de ella o a partir de ella, todos los elementos característicos de la sociedad actual: división de clases, ambición por el poder, discriminación clasista, dogmas que se contradicen a sí mismos, explotación, frialdad, megalomanía, acoso, y la pérdida de credibilidad en las instituciones oficiales como garantes de derechos
La trama es fragmentada y se nutre de tres subhistorias que parecieran inconexas, pero que en determinado momento se logra identificar el hilo común que comparten, sobretodo en la parte final, donde todos los nudos se desatan.
La narración, en tercera persona, se rompe en la parte final, desgarre que desconcierta al lector; el tipo de narración no es estrictamente lineal, aunque pareciera que sí se hallan las piezas de ese rompecabezas que se empieza a armar desde las primeras páginas.
La descripción psicológica se logra muy bien, pues el omnipresente narrador logra penetrar en las mentes de los personajes, no profundizando en ellas, ya que, en este caso, no es necesario, porque el mismo contexto social en que se desenvuelven permite intuir cada una de sus motivaciones y circunstancias.
Si yo tuviera que clasificar esta novela, diría que es una novela sociológica, porque retrata cada uno de los problemas socioeconómicos que azotan a países predesarrollados como el nuestro, la pobreza, el segregacionismo social, el caos, la corrupción, el antojadizo cumplimiento de la ley, la violencia barbárica, y el retorno a la Ley del Talión instrumentalizada ahora, con los linchamientos, entre otros.
El tremendismo de la narración hace recordar la Novela social española, conocida como realismo social, caracterizada por ser una prosa cargada de crudeza y dureza, y que por tratarse de un movimiento post-guerra hizo mutar las cualidades estéticas que se venían desarrollando, para en vez de procurar ese edulcoramiento romántico, pintar cuadros sociales verídicos que demostraran los desastres y perfidias de la sociedad, sin eufemismos ni atenuantes lingí¼ísticos.
Básicamente el epicentro de las subhistorias se ubica en un colonia , la cual está dividida por sectores, A, B y C, en donde el sector A, es habitado por personas pudientes (clase alta), el B, por medio pudientes (clase media), y lógicamente el C (clase baja) representa a las áreas marginales y paupérrimas, el siguiente párrafo de la novela lo explica mejor: «Invariablemente, la estratificación es idéntica en las cuatro colonias: las casas que se ubican cerca de las carreteras son las mejores, y de ahí comienza una degradación más bien drástica».
La discriminación sectorial alcanza el exorbitante nivel de planificar un genocidio, así: «Â¿Cómo arrasarlo?, Desaparecerlo, pues. ¿Cómo?, Con fuego, con qué más, con bombas hechas por nuestras propias manos» con la justificación de que todas las desgracias provienen de los habitantes de determinado sector.
La excelsitud que logra Arnoldo Gálvez Suárez con «Los Jueces» a través de la vida de cada uno de sus personajes, de cierto modo más afectados por su existencia que por su estrato social A, B o C y sus delirios colectivos, es describir el ser y no el deber ser, novelar la intolerancia social y la falta de confianza en un sistema institucional que pocos cambios ha logrado en beneficio de la sociedad y del país, lo cual provoca que la justicia sea procurada de manera extrajudicial, como se aprecia en esta novela.
No diré que es una novela que refleje la pérdida de valores, porque no existiría comentario más subjetivo que ése, y además, no hallé intención moralizante en ella, depende del lector formar su criterio en base a sus propios valores. Lo que sí demuestra es la degeneración social, la preponderancia de la superficialidad, la pérdida de sensibilización hacia la vida, el retorno al estado de barbarie y el dominio del poder económico, que eso sí es objetivo.
ALGUNOS PERSONAJES
Un personaje insólito, amante de la lectura y del análisis, identificado como «El hombre de las serpientes», es tachado de loco, místico y extraño por las supuestas anormalidades que los vecinos advierten en él, mismas que consisten en comprarle a un muchacho ratones y gallinas para alimentar a sus boas; más allá de que este acto podría reñir con la ley, no le veo ninguna locura, ¡Son sus mascotas!, ¿Acaso nosotros no comemos gallinas, vacas y pescados pues! Ah, pero es que nosotros las compramos congeladitas, empacadas y todo. Repito, el tema de los valores es algo muy subjetivo, determinado por contextos culturales. Dicho sea de paso, en cierto momento, este personaje, que pareciera ser insustancial para la trama, deja de serlo.
La Mujer Vendedora de Huevos sobrevive con su negocio de subsistencia, como los hay muchos, acongojada por sus razones y circunstancias de vida, sólo desea un mejor mundo, uno más tolerable para el futuro de su hijo.
Una Joven, también protagonista, es abatida por su condición existencial, sometida al acoso familiar, laboral y social inminente en un país como este, le pesa saberse parte de él, le duele inmiscuirse inevitablemente en él, como único modo de supervivencia, la que no siempre se logra.
El Presidente del Comité de Vecinos se presenta como un ambicioso de poder, pretendiendo ser el adalid de cualquier decisión que se adopte, goza de los correspondientes privilegios de cualquier gobernante y es arrogante e intransigente.
El Energúmeno es un desequilibrado mental que deambula por las afueras de la colonia, y que dentro de la historia principal funciona como un catalizador o eje rotor de las demás, es un ente urbano más, uno que nos parece terrorífico, quién sabe qué circunstancias biológicas, fisiológicas, psiquiátricas, psicológicas, sociológicas pesen en su historial de vida, pero a la postre ¿a quién le importa eso?
La colonia se presenta como alegoría de un mundo despeñado de otro mundo, pues la colonia es una de las tantas que hay en la ciudad, pero basta analizarla a ella, para inducir todo lo demás que sucede en las afueras.
COMENTARIOS FINALES
«Los Jueces» son palabras que se transforman en videos cerebrales, cada quien que la haya leído tendrá su significado y retrato mental del Energúmeno, de la infraestructura de la colonia, de la muchacha impelida al trabajo de edecán, de su papá, del jefe acosador y demás personajes, pues son muy bien caracterizados y su rol dentro de la historia general, se va delimitando perfectamente capítulo tras capítulo.
Los recursos narrativos son geniales, precisos, perfectamente colocados, como cada palabra, el argumento finalmente nos contiene a todos: a veces justos y a veces humanos, a nuestro país: a veces endeudado a veces soberano, a nuestro pueblo: a veces pueblo y nada más.
Quiero concluir compartiendo una frase que me surgió al finalizar de leer el libro y con la cual realizo mi propio resumen de la historia: «Queremos juzgar nuestros propios pecados y delitos, pero no ser nosotros quienes pagan por ellos, adjudicarlos a alguien más parece ser lo más conveniente».
GíLVEZ SUíREZ, Arnoldo. «Los Jueces». Guatemala: Letra Negra (Narrativa centroamericana Núm. 50), 2009. 145 páginas. ISBN: 9-78-9992-242575-40