Haití necesitará al menos una década de trabajos de reconstrucción, advirtieron expertos y los países implicados en la ayuda. Mientras tanto, los damnificados luchan para recuperar sus vidas.
«Nos esperan al menos diez años de trabajo en Haití», declaró en Montreal el primer ministro canadiense Stephen Harper, llamando a los «países amigos» de Haití a «invertir a largo plazo».
Las autoridades haitianas dejaron claro durante la conferencia de donantes de Montreal, que el país no cedería su soberanía durante el proceso de emergencia y reconstrucción.
Al término de la reunión, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, anunciaba un acuerdo «sobre los principios clave que guiarán nuestro esfuerzo, incluyendo el papel dirigente del gobierno haitiano y una cooperación estrecha en el seno de la comunidad internacional».
Por su parte, el jefe de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner, subrayó que la intervención internacional no tenía como objetivo «ocupar» Haití.
La conferencia de los «países amigos» suscita un optimismo moderado entre la población haitiana.
«Preferiría que la ayuda estuviera en las manos de las ONG y de los extranjeros, no tengo confianza en los líderes del país, no es la primera vez que hay ayuda y siempre hubo mala gestión», afirma Barbara, una empleada bancaria que pide que no se cite su apellido.
Los haitianos expresan su impaciencia y se dicen emocionados por el movimiento de generosidad internacional, sin embargo, quieren algo más que una simple ayuda de emergencia.
«Los occidentales han venido a ayudar: es extraordinario pero eso no va a durar. En vez de darnos pescado, que nos enseñen a pescar», resume el pastor evangélico Andre Muscadin.
Para los siniestrados, lo más urgente es encontrar agua, alimentos y un techo digno.
Los supervivientes de la catástrofe tienen la impresión de que no les llega nada de la ayuda extranjera.
En los precarios asentamientos de la capital todas las personas interrogadas afirman tener hambre. Nadie sabe donde están los lugares de distribución de agua o alimentos. En el resto del país, donde se han refugiado cientos de miles de personas, las familias que los reciben resuelven la situación por sí solas.
Según la ONU, 235.000 habitantes de Puerto Príncipe aprovecharon la oferta de autobuses gratuitos hecha por el gobierno para irse de la capital. Muchas otras personas se fueron por sus propios medios.
La directora del Programa Alimentario Mundial (PAM) de la ONU, Josette Sheeran, lanzó desde Nueva York una demanda de ayuda a los ejércitos de los países miembros para que donen raciones alimentarias. Sheeran indicó que el PAM había «prácticamente agotado todas sus reservas» de comidas preparadas.
Las autoridades haitianas afirman disponer de 400.000 tiendas de campaña familiares para acoger entre cinco a diez personas y pidieron el envío urgente de otras 200.000 tiendas antes de la llegada de la temporada de las lluvias. También se necesitan 36 millones de raciones alimentarias para un millón y medio de personas durante dos semanas.
En medio de réplicas del temblor casi cotidianas y del aumento de los saqueos, el jefe de la misión de estabilización de la ONU en Haití, Edmond Mulet, afirmó tener enormes necesidades de soldados, gasolina y vehículos.