Luego de muchos años de padecer serios quebrantos de salud que le minaron su calidad de vida, ayer falleció el doctor Roberto Valdeavellano Pinot, quien fuera Rector Magnífico de la Universidad de San Carlos de 1974 a 1978 e impulsor de los Centros Regionales en los departamentos para facilitar la formación de profesionales en carreras técnicas. Roberto había sido Decano de su facultad, la de Odontología, y docente por muchos años en Cirugía y Anestesia, especialidades para las que se formó en universidades de Columbia y Pittsburgh, en Estados Unidos.
Eran aún los tiempos en los que ocupar la Rectoría era básicamente una distinción y un verdadero honor reservado para personas de méritos indiscutibles. No se elegía al Rector de la Universidad de San Carlos mediante costosas campañas electorales financiadas por los partidos políticos o grupos de presión y hasta por mafias, sino que se hacía un intenso trabajo personal de contacto directo entre el candidato con los profesores, con los profesionales y con los estudiantes que conforman el cuerpo electoral en nuestra Alma Máter. Sustituyó Roberto al doctor en derecho Rafael Cuevas del Cid y lo hizo en condiciones realmente difíciles, en las postrimerías del gobierno de Carlos Arana Osorio y justo cuando se produjo la elección entre el general Laugerud y Ríos Montt. Hombre políticamente muy equilibrado, Roberto desempeñó un papel importante en la vida política nacional durante ese período difícil en el que no sólo le tocó lidiar con un gobierno que veía en la Universidad de San Carlos a un peligroso enemigo, sino que además también fue Rector durante el terremoto de 1976 y junto a profesores y estudiantes participó directamente en importantes tareas de reconstrucción del país. Pero considero que el mayor aporte que hizo Roberto en la gestión como Rector de la Usac fue precisamente ese enorme interés suyo por la descentralización de la enseñanza, tomando en cuenta que históricamente el acceso a la universidad se había limitado a la ciudad capital y los habitantes de los departamentos tenían que venirse al mayor centro urbano del país si querían lograr una formación universitaria. Gracias a la visión de Roberto y de su equipo de trabajo, empezó la creación de los Centros Regionales que llevaron la Universidad a los estudiantes a su propio lugar de residencia, facilitando así el acceso a quienes aspiraban a lograr una carrera. Otro aspecto de la vida de Roberto que vale la pena mencionar es que, como lo hizo mucha de la gente de su generación, actuó con mucha honestidad y así manejó los fondos de la Universidad, tanto que cuando empezó a sufrir dolencias serias que obligaron a muy costosas intervenciones quirúrgicas, no tenía un capital para cubrir los gastos médicos. Yo mismo tuve que hablar con el doctor Leal, anterior Rector, para que la Usac tomara cartas en el asunto a fin de ayudar a quien había sido su máxima autoridad durante aquel difícil período. Era un cirujano dentista que vivía de su trabajo y precisamente sus enfermedades le impidieron seguir trabajando y produciendo. Los últimos años de Roberto fueron muy duros por el efecto terrible que tuvo la enfermedad que le aquejó. Pero siempre acompañado de Regina, su esposa, le hizo frente a los problemas hasta que agravaron las dolencias y todo le empezó a fallar. Ayer por la mañana murió rodeado por su esposa, hijos y nietos, quienes sienten su ausencia pero tienen la enorme satisfacción de que la suya fue una vida de servicio y decencia.