Los latinos quedan en deuda en Australia


Juan Martí­n del Potro, tenista argentino, fue uno de los favoritos, hasta que fue doblegado por Marin Cilic. FOTO LA HORA: AFP WILLIAM WEST

La lucha grande, en la recta final por los puntos y cheques más suculentos y en especial por la gloria deportiva, se quedó sin presencia de tenistas latinoamericanos en el Abierto de Australia. Una pena. El primer Grand Slam del 2010 sólo tuvo a las estrellas de la región, Juan Martí­n del Potro y Fernando González, en los octavos, pero ninguno pudo meterse en los cuartos de final.


Fernando González, tenista chileno, cayó en cuarta ronda contra Andy Roddick. FOTO LA HORA: AFP TORSTEN BLACKWOOD

De esta manera, desde el 2002, esta es la segunda ocasión en que ningún tenista de América Latina llegó por lo menos a los cuartos de final en las canchas duras de Melbourne, sumada a la del 2008. Esta producción fue superior a la de hace dos temporadas, pero volvió a padecer la ausencia de sudamericanos entre los ocho mejores, tal como ocurrió en Wimbledon del 2009.

Si bien la superficie intermedia, con una velocidad parecida a la del cemento del US Open, en comparación con los otros Mayors, es positiva para los latinoamericanos, esta vez ni el gigante Del Potro pudo repetir otras jornadas brillantes. Así­, el argentino se quedó con las ganas de convertirse en el primer jugador en la era profesional -comenzó en 1968- en obtener sus dos primeros Grand Slam seguidos, tras su coronación en Nueva York.

Para repasar un poco lo mostrado por los colegas de la región en el Abierto de Australia, primero reparemos en la edición 2009, cuando precisamente Del Potro fue el que más escaló, al llegar a los cuartos de final. Antes, en el 2008 los mejores fueron sus compatriotas David Nalbandian y Juan Mónaco, más el chileno González, quienes sólo pudieron llegar hasta la tercera rueda.

Anteriormente, hubo seis versiones del primer Grand Slam del año con tenistas de América Latina haciendo ruido en serio. En el 2007, Feña González arribó a la final, en su mejor actuación en un Mayor en toda su carrera, tras vencer, entre otros, a nombres como los de Del Potro, Lleyton Hewitt, James Blake, Rafael Nadal y Tommy Haas, hasta perder la definición con Federer, nada menos. Y en el 2006 sobresalió Nalbandian al ser semifinalista.

En los tres años previos, el propio Nalbandian se instaló en cuartos, siendo una de esas temporadas, la del 2004, en la que fue superado por la colombiana Fabiola Zuluaga, quien arribó hasta las semifinales (fue su pico máximo como profesional). Y en el 2002 el chileno Marcelo Rí­os alcanzó la ronda de los cuartos de final.

Si miramos hacia atrás, esa racha se cortó en el 2001 y el 2000. Antes, hubo otros tres años con actuaciones muy destacadas de jugadores de la región. En 1999, el ecuatoriano Nicolás Lapentti fue nada menos que semifinalista (lo mejor que consiguió en certámenes Mayors). En 1998, el Chino Rí­os trepó hasta la finalí­sima. Y el mismo talentoso chileno se metió en cuartos en 1997.

Por todo esto, el tenis latinoamericano vení­a acostumbrado a disfrutar en la primera gran cita anual. Para colmo, Del Potro habí­a conquistado el US Open y, tras su acceso a la final de la Copa Masters, era uno de los máximos favoritos para el mundo entero y ni qué hablar para los fanáticos de Sudamérica. El N° 5 del mundo, que entró como 4° preclasificado por su ránking de la semana previa al torneo, no rindió como mejor sabe hacerlo.

De hecho, sufrió más de la cuenta en sus tres triunfos, perdiendo un set ante rivales claramente inferiores, como Michael Russell y Florian Mayer, en tanto que recién pudo imponerse por 10-8 en el quinto parcial frente a Blake, un ex top-ten, devaluado, que inclusive lo tuvo 1-2 en sets, y al que le ganó con oficio y corazón. La molestia que arrastra en una mano no lo ayudó y estuvo lejos del nivel con el que deleitó en Nueva York.

Pero no pudo contra Marin Cilic, un rival conocido de la época de juniors, contra el que el argentino tení­a un récord favorable de 2-0 entre los mayores. Sin ir más lejos, Del Potro venció al también alto y gran sacador croata en dos Grand Slam del año pasado: en los octavos del Abierto de Australia y en los cuartos del US Open. Con una coincidencia: en ambas victorias triunfó en cuatro sets y tras ceder el primero.

En esta oportunidad, se apoderó del capí­tulo inicial pero cayó en cinco. Terminó exhausto, tras otra batalla, como contra Blake, de más de cuatro horas. Y se quedó con las manos vací­as. Su objetivo inmediato está puesto en ver cuanto antes al médico, para recuperarse de la citada dolencia y volver a mostrar su mejor cara, siendo más punzante desde el servicio, pasando por su potente drive y su sólido revés.

El que igualó su tarea fue el vecino Feña González. Con la intención de copiar a Del Potro y adjudicarse una corona de Grand Slam por primera vez en su trayectoria, el chileno salió decidido en esta temporada, con esa meta entre ceja y ceja. Pero el primer escollo no lo sorteó, ya que se despidió en los octavos tras una durí­sima lucha ante Andy Roddick, un ex rey siempre de peligro, que también se basa en la potencia y saca aún mejor.

Al igual que Del Potro, a González, el 11° cabeza de serie, le faltó una mayor dosis de oportunismo y ser contundente en ciertos instantes claves. Así­ fue como perdió tres sets, dos contra Evgeny Korolev (estuvo 1-2 en parciales) y uno ante Olivier Rochus. Y así­, como su vecino sudamericano, llegó a octavos sin jugar realmente bien. Es cierto que ganar por esa ví­a tiene un valor extra, pero frente a rivales de gran jerarquí­a eso ya no alcanza.

Así­ le pasó contra Roddick, tras ir 2-1 arriba en sets. Y un desenlace exiguo en el cuarto, con un punto polémico, que enojó al chileno, lo sacó de partido, le costó en el decisivo y así­ se le escapó el tren. El estadounidense, quien en el 2009 fue finalista de Wimbledon y semifinalista de Australia, supo controlar las embestidas de González y anotarse un triunfo muy valioso, en cinco parciales, para quedar 9-3 en los duelos personales.

Con estas derrotas, se evitó por partida doble el gran cruce sudamericano y la chance de tener a uno en las semifinales. Y, una vez, Del Potro y González fueron los que marcaron el camino y la ilusión de los latinoamericanos. Pero no tuvieron el punch necesario ante adversarios de riesgo y eso se paga caro. Ya es sabido que se puede ganar jugando mal, aunque llega un punto en que eso resulta insostenible.

Detrás de la dupla de figuras de América Latina quedaron tres sudamericanos, eliminados en la tercera rueda, la previa a los octavos. Allí­ perdieron los argentinos Mónaco y Gisela Dulko y el colombiano Alejandro Falla. El primero igualó lo hecho en Melbourne dos años antes, mientras que Dulko y Falla cumplieron sus mejores desempeños en este certamen. Es más: el cafetero llegó a su pico en un Grand Slam. Igual, la deuda queda pendiente.