Cuando Barack Obama juramentó a la Presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 2009, más de un millón de personas se aglomeraron bajo un intenso frío alrededor del Capitolio para presenciar y festejar un momento histórico para el país.



El número récord de ciudadanos celebraba la inauguración del primer presidente negro en un país con una violenta historia de racismo, y para millones su llegada a Washington marcaba el comienzo de una nueva era de optimismo, cambio social y progreso.
Pero para muchos otros, en algunos casos por las mismas razones, la ocasión no era feliz.
Y, en el caso de una minoría, el rechazo se traduce en feroces ataques a sus propuestas, sus órdenes ejecutivas, e incluso amenazas contra su persona y su familia.
PARTIDISTA Y POPULISTA
Tradicionalmente, el partido que está fuera del poder se dedica a criticar todo lo que hace el presidente y a bloquear sus iniciativas en el Congreso con la intención de recuperar votos para la siguiente ronda electoral. Hasta el presidente más popular tiene que acoplarse a la maquinaria partidista de Washington, incluso a veces a las rabietas de su propio partido.
Sin embargo, la ferocidad de la oposición republicana contra Obama ha sorprendido y desilusionado al joven presidente, quien hizo campaña con el lema de dejar a un lado las divisiones políticas y trabajar juntos, estima William Galston, del centro de estudios de gobierno del Brookings Institute.
«No hemos visto una polarización política tan intensa en más de un siglo. Es impresionante. Ni un sólo voto republicano a favor del paquete de estímulo económico en la cámara, y ni un sólo voto en el Senado a favor del plan de salud», apunta.
Según Galston, quien fuera consejero del presidente Bill Clinton, la oposición a Obama tiene dos variantes específicas: la partidista encabezada por el partido republicano, y la populista, que va desde los vistosos «tea baggers» hasta los comentaristas de ultraderecha como el locutor Rush Limbaugh.
PRESIDENTE «MENTIROSO»
Tal vez el ejemplo más claro de esta polarización fue el grito de «mentiroso», lanzado al presidente durante un discurso al Congreso por el legislador republicano Joe Wilson de Carolina del Sur. Aunque llamar mentiroso a un político no tiene nada de inusual, gritarle directamente al presidente en un evento oficial sí lo es… tanto que generó el rechazo de ambos partidos y Wilson tuvo que pedir disculpas.
Pero en otras arenas, todo está permitido y Obama ha sido acusado de ser fascista, socialista, imperialista, nazi, racista y musulmán a la vez.
Estas afirmaciones son «increíbles e incompatibles», señala Galston, quien explica que la intención de estas manifestaciones es pintar a Obama como un extremista.
Las protestas, que no son muy concurridas pero que generan mucha prensa, son organizadas por los llamados tea baggers, porque su símbolo son las bolsas de té. Este símbolo hace referencia a una de las primeras acciones durante la guerra de independencia de Estados Unidos, en que los patriotas vaciaron un cargamento de té para protestar la imposición de impuestos de la realeza inglesa.
Además de la ferocidad de los ataques, Galston subraya que a Obama se llegó a cuestionar no sólo como ciudadano sino también como presidente.
Durante semanas las pantallas de televisión y los foros de internet no dejaban de mostrar a los integrantes de un grupo que «juraba» que Obama no había nacido en Estados Unidos y que su certificado de nacimiento era falso.
«Una de las características de estos grupos, son los ataques a su legitimidad personal. Detrás de la controversia ridícula sobre su certificado de nacimiento está el sentimiento de que Obama no es un «verdadero» estadounidense por su origen inusual», señaló Galston.
LOS PELIGROS DEL EXTREMISMO
El origen racial de Obama, de padre africano y madre blanca, ha generado su propia dinámica entre quienes no lo aceptan como presidente. Obama no sólo ha sido acusado de ser racista, si no que a su vez los grupos racistas lo odian por ser de «otra raza».
«Cuando el comentarista de Fox News, Glen Beck acusó al presidente de «odiar a los blancos», evocaba ciertos sentimientos en un país donde todavía existe el racismo», afirma Galston.
Para el experto, estas acusaciones extremas, gritadas a viva voz y parte del pan diario de algunos medios de comunicación de ultraderecha, son peligrosas y podrían llevar a algún incidente violento contra el presidente.
Este clima tóxico podría motivar a «algún loco» a tomar acción violenta contra el presidente, advierte Galston, quien explica que por eso mismo Obama está rodeado de medidas de seguridad sin precedentes.
EL FACTOR SARAH PALIN
Pero ninguna medida lo puede proteger de las palabras, particularmente las mentadas por quienes son capaces de disparar rumores, como las de la ex candidata a la vicepresidencia Sarah Palin. «Ella ha querido postularse como la cabeza de este movimiento de resistencia», dice el analista.
Palin acapara titulares cada vez que se lanza contra Obama. Su acusación, vía Facebook, de que el plan de reforma de salud del presidente iba a crear «paneles de la muerte» donde un grupo de burócratas se encargaría de decidir cuáles ancianos deberían de «pasar al más allá», fue catalogada como «la mentira de año», por parte de la organización no partidista factcheck.org. Sin embargo la noción persiste entre sectores de la población, hasta tal punto que el presidente Obama tuvo que negar la veracidad de ese rumor.
Palin ha tenido la habilidad de atraer a quienes se sienten desplazados y amenazados por los cambios que se están viendo en su país, y que quieren regresar a la seguridad de los «valores tradicionales» del pasado.
Se podría decir que opera como oposición populista y partidista a la vez. Por un lado, fue la candidata oficial a la vicepresidencia y gobernadora republicana del estado más grande del país, y tiene el apoyo de muchos republicanos electos; pero por otro lado, también ha sido acusada de dividir al partido y de llevarlo hacia el extremo.
A pesar de los ataques, críticas y amenazas, Obama todavía cuenta con el apoyo de la mayoría de la población. No obstante, tras un año en la Casa Blanca, se habrá dado cuenta que en Washington la luna de miel para un nuevo presidente dura poco más que la fiesta de su inauguración.
Como dijo el presidente Harry Truman en los años «50: «Si quieres un amigo en Washington, cómprate un perro».
A primera vista, todo en la comunidad hispana -como se denomina a la más grande mayoría foránea de Estados Unidos – parece estático.
Sin embargo, un año después de que el primer hombre de raza negra asumiera el poder, hay una mujer latina en la Corte Suprema de Justicia y el mandatario ha nombrado mayor cantidad de hispanos en puestos altos de su gobierno que cualquiera de sus predecesores.
El problema es que estos cambios sólo hacen mella a largo plazo.
Entre tanto, la propuesta de reforma migratoria del gobierno no se ha materializado y todo el impulso generado por la discusión sobre el tema durante la era del ex presidente George W. Bush se esfumó.
Pero dentro del tema de la migración hay un terreno en el que sí hay lo que algunos califican como avances y otros como retrocesos: en el primer año de Obama como presidente se duplicó el número de arrestos y deportaciones de indocumentados.
VIVIR CON MIEDO
El inmigrante indocumentado «Carlos» fue detenido hace dos años durante una redada a una fábrica de artículos de oficina en Van Nuys.
«Personalmente esta situación me ha afectado mucho. Una es el no poder trabajar, por lo que entonces dependo nomás del sueldo de mi esposa y tengo dos niñas, una de nueve años y otra de dos años.
Más que nada el miedo que siento es a la deportación.
Es una triste realidad que uno vive en este país, donde uno vive con la ilusión de regresar a nuestros países con algo para hacer.
De lo que pasé en la redada a nadie se lo deseo porque es una realidad muy fea la que se vive en las detenciones».
LA LEY
Robert Naranjo es el subdirector de la oficina de operaciones de detención y deportación área de Los íngeles del Servicio de Inmigración y Naturalización (ICE). Ha sido agente de detención y deportación de indocumentados.
«Cuando me encuentro ante inmigrantes indocumentados, yo aplico las leyes de inmigración, pero los trato de una forma humana y con justicia.
Yo siento una gran satisfacción por tener el privilegio de servir desde una posición como ésta. Siento que contribuyo al bienestar de la comunidad al identificar, localizar y remover físicamente a los individuos que se dedican a una vida de crimen y que significan una amenaza para Estados Unidos y la sociedad en general.
Cuando estoy haciendo cumplir las leyes de inmigración siento lástima por los hijos y las familias que están en esa situación, pero al mismo tiempo uno tiene que aplicar la ley».
QUEDARSE SIN FAMILIA
Katherine Ramírez nació en Estados Unidos hace 14 años. Su madre fue deportada hace aproximadamente tres años a Colombia.
«Es duro pensar cada día en lo que pasó. Ya hace tres años del día en que inmigración vino a mi casa y desde ese día he pasado por tantas cosas que nunca me imaginé que iba a pasar.
Desde entonces ha cambiado mucho mi vida porque he tenido que tener más responsabilidades.
Ahora tengo que cocinar cada día para toda la familia y yo soy como la mamá en la casa. Es muy diferente tener una relación con mi mamá por el teléfono, no soy como otras muchachas que pueden estar con sus mamás toda la vida.
Desde que estaba en sexto grado vinieron y ahora soy como una mayor de edad porque tengo tantas responsabilidades.
Lo que nos pasa a nosotros no nos debe pasar porque somos una familia estadounidense, vivíamos como estadounidenses, y mis padres vinieron para que nosotros tuviéramos una vida mejor que la de ellos.
Yo desgraciadamente no creo que el gobierno está ayudando a las familias, sino que está destruyendo a las familias».
PRESIONANDO EL CAMBIO
Enrique Morones es presidente fundador de la organización íngeles de la Frontera.
«En 2009, en todo el país había un entusiasmo increíble por nuestro nuevo presidente: Barack Obama, «nosotros lo elegimos», decíamos «Â¡es uno de nosotros!».
Durante la campaña (electoral) yo viajé personalmente 25.000 millas pidiéndole a gente que votara por él.
Yo conocí a Barack Obama y le dije: «Cada día que no tenemos reforma migratoria, dos personas mueren cruzando la frontera».
í‰l nos prometió que en el primer año tendríamos una reforma migratoria, pero el año se vence y ahora dicen que esta primavera.
¡Ya es hora! Cada día mueren dos personas…
Sí mejoraron varias cosas. Ya no hay nuevos muros, no hay redadas en casas, no hay redadas en negocios.
Claro, siempre hay excepciones pero yo sí siento que el presidente al fin de cuentas va a cumplir, pero tenemos que seguir presionando».
HACIENDO LO QUE SE PUEDE
Rosemary Esparza es abogada de inmigración en California desde hace más de 30 años.
«Es mucho lo que un abogado de inmigración experimentado puede hacer por los indocumentados.
Aunque a partir del 30 de septiembre de 1996, cuando se aprobó una nueva ley de inmigración, es menos lo que podemos lograr para ellos.
Las leyes de inmigración son muy complicadas y viven cambiando.
Incluso los jueces se sienten con las manos atadas.
Aún así podemos ayudarlos porque muchas veces el gobierno toma las decisiones equivocadas y si hay un abogado presente, puede explicar por qué.
Yo he logrado reabrir casos que tenían deportaciones pendientes y luego esos inmigrantes pudieron quedarse en el país».