Una serie televisiva sobre el abatido capo Pablo Escobar se estrenará este año en Colombia, luego de que varias telenovelas sobre narcos conquistaran en 2009 a los colombianos, que se debaten entre su repudio al negocio de las drogas y la fascinación que producen sus intimidades.



Series como «El Capo», «Las Muñecas de la Mafia», «El Cartel de los Sapos», «Sin Tetas no hay Paraíso», «Pandillas: Guerra y Paz» tienen un denominador común: recrean las intimidades, vivencias cotidianas, defectos, pero también virtudes, de los narcos, sus sicarios y las voluptuosas mujeres que los acompañan.
Según cifras suministradas a la AFP por los dos canales privados que emiten estas series en Colombia -Caracol y RCN-, alrededor de seis millones de hogares en este país, unos 17 millones de habitantes (sobre una población de 45 millones), siguen a diario las vicisitudes de estos delincuentes.
Tan sólo en 2009, la serie «Las muñecas de la Mafia» que relata la vida de seis mujeres jóvenes y de origen humilde seducidas por los lujos y excentricidades del negocio de las drogas, fue más vista en el país con 41,3% de sintonía.
A su turno, la adaptación de los libretos de «El Capo», que fue grabado en formato de cine, ya estaba vendida a una productora internacional antes de que la serie fuera emitida en Colombia.
El éxito de estas producciones lleva a que analistas se cuestionen por qué una sociedad como la colombiana, estigmatizada por el narcotráfico y víctima en de su cruenta violencia y descomunal poder de corrupción, a la vez logre ser seducida con facilidad por la «narco-cultura».
«No hay fórmula mágica. Los televidentes disfrutan conocer secretos de una realidad que está a la vuelta de la esquina. Se dieron cuenta que detrás de los desalmados delincuentes que muestran los telenoticieros se esconden seres complejos, de carne y hueso y eso los seduce», dijo el libretista Juan Ferrand.
Ferrand prepara el guión de una serie sobre Pablo Escobar que comenzará a grabarse en breve y debe estrenarse este año.
«No intentamos hacer apología del delito sino que los espectadores vean las equivocaciones que se pueden cometer en ese mundo y no las repitan», aseguró el libretista ante las voces críticas en su país.
«Conjugar violencia, sexo, bellas mujeres, armas e intrigas garantiza el éxito de sintonía a cualquier producción, pero genera un fenómeno cultural negativo, en especial en sectores vulnerables de la sociedad, como mostrar moralmente aceptable lo ilegal», dijo Jerónimo Rivera, analista de la católica Universidad de la Sabana.
Este estudioso se sorprende de que «mientras en los noticieros repudiamos lo que hacen los narcos, en las series aplaudimos sus éxitos. Sentimos alegría cuando se escapan de la policía o «coronan» (ingresan) un cargamento de cocaína a Estados Unidos».
A su turno, el analista de medios Omar Rincón sostuvo que las series «develan la influencia de la «narco-cultura» en la sociedad. Con la fascinación que generan reconocemos al fin ser parte de un eslabón más del narcotráfico y que no somos inmunes a éste», señaló.
La polémica no es de poca monta e incluso fue tratada por Antanas Mockus, uno de los intelectuales más connotados del país, quien admitió seguir «casi religiosamente» la serie «El Capo».
«No es fácil interpretar la popularidad de «El Capo». ¿Un guiño social en favor de los narcos? ¿Una señal de que nos encontramos ante una etapa superada y podemos mirar con indulgencia un terrible pasado? Yo me creía provisto de anticuerpos contra la ética y estética de los narcos pero terminé identificado con el Capo», dijo Mockus, ex alcalde de Bogotá y ex rector de la Universidad Nacional.
Según el intelectual, esta situación es producto de «esa mezcla de miedo y admiración que en sectores de la sociedad gozan los grandes barones de la droga», pero, advierte, «jugamos con fuego. La fórmula es exitosa pero al exportarla se consolidarán muchos prejuicios sobre Colombia».
Las historias sobre capos narcotraficantes le han abierto a Colombia el camino en la televisión internacional, con ventas que se multiplican en los cinco continentes, dijeron voceros de las programadoras Caracol y RCN.
Según Angélica Guerra, vicepresidenta de Caracol TV Internacional, 2009 fue un año «muy productivo» para esa compañía en cuanto a ventas internacionales de sus productos.
«Seguimos posicionados en América Latina. Conquistamos al público hispano en Estados Unidos y llegamos fuerte a otros mercados como Europa del Este y Asia. En ífrica cerramos por primera vez contratos con «El cartel», y «Las Muñecas de la Mafia» ha sido vendida en toda Latinoamérica», dijo.
«El cartel», pionera de las teleseries sobre la temática de las drogas ilícitas -basada en el libro «El cartel de los sapos», del ex narco y colaborador de la DEA Andrés López-, se exhibe en Argentina, México, Ecuador, Costa Rica, Venezuela, Honduras, Puerto Rico y más recientemente en Panamá.
«Estamos terminando de adaptar «El cartel» a varios idiomas y ya ha sido vendida a más de 50 países alrededor del mundo», enfatizó Guerra, que confía en que las series sean compradas la próxima semana en una feria mundial de programas de TV que se realizará en Las Vegas, Estados Unidos.
Además, «El cartel» recibió en 2009 el premio a mejor libreto original de televisión en el festival Mipcom (Mercado internacional de contenidos audiovisuales) en Cannes (Francia).
En España, el canal Telecinco presenta la tercera temporada de «Sin Tetas no hay Paraíso». Esta serie colombiana ha sido vendida en 50 países y adaptada a nueve idiomas. Según, Caracol «ha logrado posicionarse como uno de los productos de exportación más exitosos en la historia de la televisión colombiana».
Por su parte, Sara Gutiérrez, vicepresidente de programación de RCN, señaló que los productos de su canal también cuentan con gran acogida por parte de programadoras internacionales y que los libretos y la serie de «El Capo» ya estaban vendidos en muchos países, aún antes de comenzar las grabaciones.