Un dirigente de la derecha salvadoreña exigió la renuncia de la cúpula del principal partido opositor de esa tendencia, sumido en una prolongada crisis tras su derrota electoral ante el actual presidente de izquierda Mauricio Funes.
La pugna en la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que gobernó El Salvador entre 1989 y 2009, cambió de dirección cuando uno de sus ex presidentes, Antonio Salaverría, exigió la renuncia de la directiva.
Al mismo tiempo invitó a «irse a su casa» a tres líderes que intentan conducir las riendas del partido.
«El COENA (Consejo ejecutivo nacional de ARENA) tiene que renunciar y los presidentes irse a sus casas», declaró Salaverría al matutino La Prensa Gráfica.
ARENA vive «una verdadera y complicada crisis», afirmó Salaverría, y sugirió que la misma sea superada con la creación de una «comisión de emergencia» con plenos poderes y de carácter temporal, que nombre una nueva cúpula.
Tras la derrota electoral de marzo, que marcó el fin de 20 años en el poder, ARENA emprendió un traumático proceso de reacomodo encabezado por los ex presidentes de la República Alfredo Cristiani (1989-1994), Armando Calderón Sol (1994-1999) y Francisco Flores (1999-2004).
Las luchas intestinas incluso han provocado un descenso en la popularidad de ARENA, que se ubica por debajo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) con una diferencia de 20 puntos porcentuales.
En octubre, Cristiani fue ratificado como presidente de la agrupación y se hizo acompañar de un grupo de jóvenes militantes, pero un día después doce diputados, de los 32 que integran la fracción de ARENA en el Congreso, se declararon independientes.
Las pugnas continuaron y el 14 de diciembre el directorio del partido responsabilizó al ex presidente Elías Antonio Saca (2004-2009) de la derrota electoral y lo culpó del retiro de los parlamentarios, que ya dieron los primeros pasos para conformar el partido Gran Alianza de Unidad Nacional (GANA).
ARENA tiene «un escenario complicado» por cuanto no puede dirimir las diferencias con inteligencia y se impone «la intolerancia vocinglera» con el consecuente desgaste y una masiva migración de connotados e históricos militantes, según el analista político Juan Ramón Medrano.
«El país necesita una derecha fuerte para contribuir a la gobernabilidad frente a una izquierda que tiene estabilidad», enfatizó.