Ayer el Presidente de la Corte Suprema de Justicia volvió a demostrar que le cae como patada en la espinilla que el doctor Carlos Castresana se meta a hablar del sistema de justicia en nuestro país y dijo que el comisionado de la CICIG había exagerado al hablar de la crisis del sistema cuando equiparó la situación con la de un enfermo que se muere sin que los médicos tengan los instrumentos y medicinas para salvarle la vida. Castresana se refería así a la necesidad de disponer de leyes y prácticas administrativas que faciliten el combate a la impunidad.
El licenciado Erick ílvarez es producto de las comisiones de postulación tan cuestionadas por la sociedad y señaladas concretamente por el abogado español que dirige la CICIG y, por supuesto, sus reacciones son reflejo de esa disparidad de criterio que funciona como una especie de pecado original en la relación entre las autoridades judiciales y la Comisión Internacional Contra la Impunidad. Pero el presidente de la Corte Suprema de Justicia tendría que tener el mínimo sentido común para darse cuenta de que su defensa de un sistema que apesta por inútil y corrupto no le hace ningún bien al país ni a su prestigio profesional porque en Guatemala no sólo la opinión pública sino el mismo foro de abogados, sabe que somos un país sin justicia y que su administración se ve sometida más al criterio de la oferta y la demanda que al sólido criterio jurídico. Las cifras no mienten y mientras matan a más de seis mil guatemaltecos anualmente, lo que demuestra que Guatemala se está muriendo por culpa de la impunidad, las sentencias pronunciadas en un año apenas si pasan de doscientas. El mismo presidente de la Corte admite que tienen que hacer una depuración pero que la misma es difícil porque los depurables se acogen a la Ley para impedir las remociones y toma hasta cinco años implementar una acción de ese tipo. Justamente eso es lo que se ha señalado, que existen normas y procedimientos a favor de los mafiosos y que éstos pueden seguir haciendo micos y pericos dentro del sistema de justicia porque no se mueve un dedo para modificar procedimientos que no tienen otro fin que el de apuntalar la impunidad. Ojalá tuviéramos en Guatemala muchos ciudadanos exagerados que estuvieran clamando por justicia y por las reformas al sistema que evidentemente nos urgen. Pero desafortunadamente pueden más los que, como el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, defienden lo indefendible y se conforman con lo que tenemos y consideran de mal gusto hablar de los problemas. Son muchos los que en nuestro país se resienten porque un extranjero nos venga a decir que andamos mal, que somos un país sin ley y sin justicia y que los responsables somos los ciudadanos y esas autoridades que se resisten a implementar cambios urgentes. Es mil veces preferible alguien que exagere para sacudir la conciencia de un pueblo indiferente que un acomodaticio que todo lo ve bien, que se resiste a aceptar críticas porque tiene el deber y compromiso de defender su rancho a como dé lugar, aunque el rancho sea un nido de ratas y esté cayéndose por pedazos. ¿A quién representa el abogado ílvarez? Creo que es importante ver por qué llegó y a qué intereses sirve, porque así será más fácil entender su ardorosa defensa de lo indefendible.