Sin querer pecar de agorero


El terremoto de Haití­ ha sido un trágico y cruel recordatorio de la especial situación de nuestro paí­s en cuanto a las fallas geológicas que cruzan el territorio, constituyendo un permanente riesgo con el que debemos aprender a vivir y para el que tenemos la obligación de estar preparados. Creo que tras el terremoto de 1976 hubo un perí­odo de alta conciencia en el que se mejoraron las normas de construcción y la gente se preocupó por lo que significaba la condición telúrica de Guatemala, pero como siempre ocurre, poco a poco nos hemos ido relajando y al dejar de pensar en eso se cometen errores que al final nos pueden costar muy caros.

Oscar Clemente Marroquí­n

Según los cables internacionales, los expertos consideran que en el efecto devastador del terremoto en Haití­ hubo dos factores que incidieron en la cantidad de muerte y en la destrucción no sólo de las viviendas precarias, sino de edificaciones que se veí­an sólidas. El epicentro fue demasiado superficial y eso aumentó el impacto del movimiento sí­smico, pero además han podido comprobar mala calidad del hormigón y del hierro usado para la construcción en ese paí­s. La falta de supervisión y de controles de calidad es muy propia de los paí­ses en donde las autoridades no pueden ejercer verdaderas inspecciones y nunca faltan los que hacen su agosto utilizando materiales baratos, de mala calidad, o mezclas que también les dejan mayores utilidades, sin considerar el efecto que eso tendrá a la hora de un fenómeno natural.

Tampoco se ha visto en Haití­ capacidad para reaccionar ante la tragedia, ni para enterrar a los muertos ni para rescatar a los soterrados. Es más, ni siquiera hay capacidad para administrar la ayuda que está fluyendo y pese a que el mundo se ha volcado en la asistencia a un pueblo muy pobre y sufrido, entre los haitianos se están matando, literalmente hablando, al pelear por botellas de agua para mitigar la sed.

Desafortunadamente, en Guatemala viviremos una contingencia similar tarde o temprano. No hay forma de evitar que volvamos a sufrir un terremoto porque estamos marcados por la existencia de placas tectónicas que al moverse harán que tiemble fuertemente la tierra y hemos de sufrir destrucción y muerte. Pero sabiendo que estamos condenados a eso, es mayor la obligación de disponer de preparaciones adecuadas para mitigar el efecto del desastre y en ese sentido pocas instituciones tan importantes en la vida nacional como puede ser la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres. Y es que desastres vendrán, pero es fundamental todo el trabajo que hagamos para estar debidamente preparados.

Ayer por la mañana se sintió un fuerte temblor en todo el paí­s y algunas réplicas posteriores. Hace meses que algunos expertos hablan de la acumulación de energí­a en las fallas existentes en Guatemala y de la posibilidad de un gran sismo. Pero tanto si esos temores se concretan pronto o si toma mucho tiempo, es seguro que tendremos algún siniestro y por ello hay que estar preparados y todo constructor debe cumplir con las normas más exigentes en materia sí­smica. Los padres de familia, los maestros y la población en general tienen que mantener al dí­a sus planes de contingencia para reaccionar adecuadamente.

Repito que no es pecar de agorero, sino simplemente de ser realista y vivir todo el tiempo con la claridad de que aquí­ un terremoto es absolutamente probable.