«Â¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que hemos nacido para el exterminio mutuo, y que el exterminio mutuo es nuestro destino?»
-Eduardo Galeano-
La medianoche del 24 de diciembre de 2009, todo en el cielo era luz, color y truenos. Como de costumbre, la familia Sacahuí Reyes salió a la calle para observar los juegos pirotécnicos. Entre abrazos y bendiciones de Navidad, cayó desvanecida Elisa. Nadie comprendía lo que pasaba y entre la confusión, su familia la llevó cargada hacia el corredor de la casa, mientras de su cabeza salía sangre. La tomografía realizada en la emergencia del hospital, indicó lo repudiable: una bala en su cabeza.
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A pesar de la operación que le practicaron, Elisa no volvió. Falleció el 25 de diciembre, un día después de lo ocurrido, a sus 55 años de edad.
Elisa Reyes de Sacahuí, Trabajadora Social, esposa, madre, abuela, mujer, amiga, catedrática, asesinada por una «bala perdida». Una bala perdida provoca el mismo daño que una bala certera, he ahí el porqué de mi oposición al uso de estas. El derecho a la vida es inviolable. Esa inviolabilidad no descansa sobre una simple prohibición, no supone simplemente una acción vedada, sino que principalmente implica una posición radical a favor de la vida humana.
Y los resultados de luchar por el respeto a la vida humana en nuestra sociedad, se verían reflejados en el desarrollo de una cultura orientada en este sentido, a la cultura de la vida y al valor de esta, misma que se extienda a todas las circunstancias de la existencia y que asegure la promoción de la dignidad humana en cualquier situación.
Por lo tanto, una sociedad que promueva y respete la vida, garantiza ese mismo derecho inviolable, para quienes ya habitamos el planeta y para quienes lo ocuparán en el futuro. ¿O es acaso este mundo, la única opción que heredaremos a nuestras futuras generaciones? Yo esperaría que no.
Incluso, una cultura de amor por la vida, implica igualmente que se promuevan garantías legales, para su protección. Si el derecho a la vida no es promovido ni tutelado con oportunas garantías legales y políticas, la ofensa contra él adquiere entonces una relevancia contraria a la dignidad humana.
Moralmente, somos todos y todas responsables de obrar y transmitir esa cultura. Y esa misma responsabilidad es la que ha llevado a la familia Sacahuí Reyes a planificar un proyecto que incentive a quienes portan armas de fuego, a hacer uso racional de las mismas. Para ello han habilitado el correo electrónico porelisareyes@gmail.com, a donde, quienes así lo deseen, pueden escribir para sumarse a la propuesta. Considero que la oposición al uso irracional de las armas, merece la suma de millones y millones de personas, sobre todo en Guatemala. Además, el cuidado y el amor por la vida, deben ser los pilares fundamentales que nos muevan a protegerla. El cuidado nos permite la manifestación de la inteligencia y el amor es el orientador de todo comportamiento para que sea responsable.
Sin cuidado nada puede sobrevivir y es la fuerza mayor que retarda el desgaste natural de las cosas, pues todo lo que se cuida, no solo dura mucho más, sino se preserva mucho más.
Las personas que reconocemos el conflicto social y cultural actual en el que está inmersa Guatemala, debemos asumir una postura y un compromiso que permita transformar y crear la nueva sociedad, para salir sin el temor de ser alcanzados por la muerte violenta.