Poco alivio para familiares de desaparecidos durante la guerra


Durante 36 años de conflicto armado interno vivido en Guatemala hubo por lo menos 250 mil ví­ctimas mortales, de las cuales 45 mil fueron desaparecidas, miles de familias desplazadas y cientos de asesinados, masacres y torturas en todo el paí­s. De acuerdo con la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), se registraron por lo menos 669 masacres colectivas en diversos puntos de la República, contándose más en departamentos como Alta Verapaz, Baja Verapaz, Quiché y regiones en las que más conflictividad habí­a.

Luis Arevalo
larevalo@lahora.com.gt

La CEH estima que ocurrieron por lo menos 23 mil 671 ejecuciones arbitrarias de civiles y combatientes que se encontraban fuera de las filas, ya sea del Ejército o de la guerrilla.

Otro de los grandes problemas y que causó tanto dolor al pueblo guatemalteco fueron los desplazamientos obligatorios en los que se veí­an envueltos. Al huir de las balas y de tanto abuso de parte del Ejército, por lo menos millón y medio de connacionales tuvieron que dejar sus tierras y emigrar a otros lugares, en ocasiones refugiándose en las montañas, escondiéndose y cuidando sus vidas.

Miles de familiares, ví­ctimas sobrevivientes y retornados al paí­s, aún buscan a sus seres queridos, quienes desaparecieron, fueron asesinados o secuestrados por las fuerzas en combate; es en este punto de la historia en donde las exhumaciones juegan un papel muy importante como parte del resarcimiento para los familiares y para el esclarecimiento de la historia.

La Fundación de Antropologí­a Forense de Guatemala (FAFG) ha realizado desde 1992 hasta la fecha por lo menos mil 100 investigaciones o exhumaciones, con las que han logrado recuperar un aproximado de cinco mil cuerpos, los cuales fueron entregados a sus seres queridos para su respectiva inhumación.

RESULTADOS POSITIVOS

De acuerdo con José Suasnávar, representante de la FAFG, en un 90 por ciento de las investigaciones han logrado tener resultados positivos y entregar las osamentas a los familiares que acompañados por organizaciones sociales y por el Programa Nacional de Resarcimiento (PNR), buscan a sus seres queridos.

Los lugares más frecuentados para realizar exhumaciones, de acuerdo con Suasnávar, son el sur de Quiché, el área ixil del mismo departamento, Huehuetenango, Chimaltenango, Baja Verapaz, Alta Verapaz y Petén.

Según el entrevistado, para este año tienen programadas más de 150 exhumaciones en distintos puntos de la República, incluyendo un nuevo proyecto para realizar exhumaciones en el área urbana de la ciudad capital y en el cementerio la Verbena.

En este último prevén encontrar por lo menos 800 osamentas de personas desaparecidas forzadamente en aquella época.

Según Suasnávar, se basan en que las caracterí­sticas de personas ingresadas como XX en dicho cementerio variaron mucho durante el conflicto armado interno y entre los años 80 al 89 comienza a aumentarse el ingreso de personas no identificadas y con señales de tortura y muertas con arma de fuego, en comparación de años anteriores cuando los ingresos a este cementerio eran únicamente por muertes naturales.

Según el entrevistado, el trabajo de exhumación de ví­ctimas del conflicto armado interno podrá seguir por unos cinco años más únicamente, ya que el tiempo de vida de los familiares de estos está terminando y, además, la vida de los responsables también está acabando, por lo que de no hacerse justicia rápido con ellos nunca se hará.

«Hemos encontrado testimonios de madres que mueren sin haber encontrado a sus familiares perdidos durante la guerra interna», afirmó el entrevistado.

Agregó que el apoyo del Gobierno por medio del Programa Nacional de Resarcimiento ha sido poco y que muchas de las exhumaciones se han logrado llevar a cabo por la ayuda internacional que reciben organizaciones que trabajan el tema.

ACOMPAí‘AMIENTO

Ante esto, César Dávila, representante del PNR, afirmó que ellos han estado dando acompañamiento a los casos en que las comunidades lo solicitan. «Damos acompañamiento desde el momento que comienzan las investigaciones, cuando se realiza el trabajo de exhumación y en algunos casos hasta el momento de la inhumación con las respectivas ceremonias que cada familia desee darle a sus seres amados», expresó.

Agregó que para febrero de este año esperan publicar una compilación de todas las exhumaciones que se han hecho en Guatemala por diversas organizaciones y además junto con varias organizaciones y la FAFG prevén realizar una exhumación en territorio mexicano en donde creen que hay por lo menos 300 guatemaltecos enterrados.

Por su parte Aura Elena Farfán, miembro de la asociación de Familiares Detenidos y Desaparecidos de Guatemala (Famdegua), expresó que para este año tienen previsto hasta el momento dar acompañamiento a 12 procesos de investigación, en los departamentos de Petén, Quiché, Alta Verapaz y sobresale un caso en la ciudad capital, del cual no quiso dar mayores detalles para no interrumpir las investigaciones.

EXHUMACIONES

De acuerdo con Suasnávar, las solicitudes de exhumación o el comienzo de las investigaciones se dan cuando familiares de las ví­ctimas (viudas, hijos, esposos o esposas, etc.) presentan la denuncia ante el Ministerio Público, en donde realizan una narrativa de lo que sucedió (de ser sobrevivientes), de no serlo hablan de lo que saben.

Agregó que las denuncias son acompañadas por organizaciones sociales y luego de interponer la denuncia el MP coordina con la FAFG para realizar en primer plano una inspección ocular en el lugar que se presume estén los cuerpos, realizan entrevistas en el mismo y por último los peritos dan la orden para que se lleve a cabo el trabajo, que tiene como principal fin averiguar el nombre de las personas, la causa de la muerte y el proceso que llevó para que quedaran enterradas en estos lugares.

«Para estos casos la Fundación cuenta con tres tipos de expertos: antropólogos sociales, quienes realizan entrevistas y resumen de los hechos; arqueólogos, quienes trabajan en la recuperación de los restos e interpretación de la escena del crimen y por último los antropólogos forenses, quienes determinan la causa de muerte y trabajan con los restos óseos directamente.

Suasnávar explicó que para mejorar las investigaciones ya cuentan con un laboratorio de ADN, y acompañados con Famdegua y otras organizaciones trabajan en la recolección de muestras de familiares de las ví­ctimas, para en próximas exhumaciones comparar las muestras obtenidas con la base de datos que esperan llegar a tener.

Farfán expresó que este es uno de los retos para este año y que ya se encuentran tomando muestras en los departamentos más afectados por los 36 años de guerra interna.

Los casos que trabajan en la FAFG se dividen en dos: los casos cerrados, cuando se saben exactamente cuántas personas van a encontrar en la exhumación; y casos abiertos, estos son cuando no tiene certeza de cuántas ví­ctimas hay en el lugar y como ejemplo citó los casos de los destacamentos militares en donde no saben exactamente cuántas ví­ctimas quedaron enterradas.

Aura Elena Farfán, de Famdegua, expresó que para este año realizarán excavaciones en algunos destacamentos militares en el departamento del Petén, ya que tienen indicios de que ahí­ hay cuerpos de ví­ctimas del conflicto armado.

Los antiguos destacamentos militares son lugares en donde todas las organizaciones han identificado tiraderos de cuerpos, ví­ctimas de ejecuciones extrajudiciales.

Entre estos casos podemos mencionar la exhumación realizada por la FAFG en donde estuvo situado el destacamento militar de Comalapa, Chimaltenango, en el que en dos casos llevados a cabo se recuperaron 220 ví­ctimas y el caso trabajado en el antiguo destacamento de Rabinal, Baja Verapaz, donde se exhumó a 74.

INICIO

El acompañamiento que las organizaciones comienzan cuando los familiares se abocan a las mismas o cuando gente particular o sin identificarse pone las denuncias con ellos, luego las organizaciones buscan a los familiares, testigos y personas involucradas para que testifiquen.

Durante el acompañamiento que les dan a familiares, el acompañamiento psicosocial es primordial. Farfán expresó que desde el momento en que se ponen en contacto con ellos les dan terapias y charlas para que a la hora de realizar las exhumaciones, no importando si encuentran o no las osamentas, el impacto que puedan tener como personas sea menor y puedan también reducir los traumas sufridos en el pasado.

De acuerdo con César Dávila, del PNR, la ayuda psicosocial se da colectivamente para generar una condición de más facilidad para las personas que buscan a sus deudos y poder tener una mayor capacidad para entender la realidad.

Expresó que los traumas que tienen los familiares son diversos y que en muchos casos necesitan cerrar el duelo sepultando a sus seres queridos con su respectiva ceremonia, para poder vivir tranquilamente.

«Hay personas que entran a algo más interno, más difí­cil de entender, algo más espiritual y más de ellos», aseveró Dávila al referir que hay cosos en los que deben enviar a las personas con un especialista para ser atendidas.

Por su parte Farfán expresó que para los familiares es de gran impacto encontrar lo que por años han estado buscando y que se dan manifestaciones diferentes de mucho dolor, de coraje, de cólera y satisfacción por encontrar a sus familiares, darles su cristiana sepultura y terminar con el duelo.

Las barreras que encuentran para realizar estos procesos, según Farfán, giran en torno a bloqueos de los procesos de parte de comisionados militares y ex patrulleros que intimidan y amenazan para que no se lleven a cabo.

RELATO


Mario Portillo, sobreviviente de la masacre en Las Dos Erres

«Una noche de diciembre de 1982 estábamos en nuestras casas y el Ejército llegó a la aldea a sacar a toda la gente, golpeándolos y poniendo a mujeres y niños en una iglesia y en la escuela pusieron a ancianos y jóvenes», comentó Mario Portillo, sobreviviente de la masacre conocida como Las Dos Erres, la cual ocurrió el 7 de diciembre de 1982 en el parcelamiento Las Dos Erres, La Libertad, Petén.

En la madrugada comenzaron con los señores, los torturaron y los mataron, expresó la ví­ctima, quien en ese entonces tení­a 5 años y vio todo lo que el Ejército hizo con sus familiares y vecinos. «Cuando le llegó la hora a mi mamá, la levantaron de donde estaba y yo con mis hermanos más pequeños nos colgamos de ella pidiendo piedad para que no la mataran porque dejarí­a a una hija de 9 meses», comenta con lágrimas en sus ojos; «esto no les importó y la arrastraron con todo y mi hermanita, a esta última la colgaron de los pies y la estrellaron en un árbol para luego lanzarla en un pozo que estaba entre la escuela y iglesia, junto con otros niños que ya habí­an matado».

«A mi madre, cuando la mataron, la degollaron y la dejaron caer en el pozo», expresó el entrevistado, quien agregó que luego de todo lo ocurrido y de ver cómo con saña asesinaban al pueblo, él logro sobrevivir por quedarse dormido; después pasó dos meses viviendo en una base militar del lugar, porque lo tení­an junto con otros tres niños como rehenes, hasta que un civil lo adoptó por 19 años.

Después de lo vivido, con el paso de los años se abocó a organizaciones que trabajan el tema de reconciliación y logró recuperar los restos de sus seres queridos al ser exhumados del pozo en el que fueron tirados, encontrando por lo menos 250 osamentas mutiladas.

«Me sentí­ bien al recuperar a mis familiares porque ya no están en una fosa común abandonados, ya están en un cementerio como debe de ser y yo ya sé en dónde están (…) me sentí­ contento por eso, pero a la vez triste porque ya no están conmigo», comentó.

Además, agregó que lo sucedido lo marcó para toda su existencia y ha vivido con miedo y huyendo siempre, lo cual lo ha afectado como persona.

«Me preocupa la seguridad de los sobrevivientes, porque la justicia se hace de la vista gorda y habiendo tantas pruebas no le dan proceso al caso», expresó Portillo.

«Ya no es tiempo de callar, porque el tiempo de esclavitud ya terminó (…) nosotros somos la voz de los que ya no pueden hablar, de aquéllos que ya no están con nosotros».

Mario Portillo

Sobreviviente de la masacre Las Dos Erres

CIFRAS


5,000

Cuerpos recuperados

Resultado de las investigaciones y exhumaciones

1,100

exhumaciones

Realizadas en casos por la guerra interna

90

por ciento

Porcentaje positivo de las investigaciones

«La necesidad que hay es de buscar la verdad bajo la tierra».

Aura Elena Farfán

Famdegua